Saica y Amazon son un ejemplo de simbiosis industrial, orientada en algunos aspectos hacia la economía circular. El grupo papelero aragonés, líder del sector en España, es uno de los principales proveedores de cartón que tiene el gigante de comercio electrónico. Y no solo en España. Por ejemplo, solo en la campaña del black friday de 2019 llegó a suministrarle 70 camiones tráiler de este material entre los distintos países donde produce. Pero los nexos entre ambas compañías no quedan ahí. La multinacional estadounidense también ha confiado a la empresa zaragozana, propiedad de las familias Balet y Aragüés, otro importante misión: la gestión de los miles de productos que a diario se quedan sin vender.

De su destrucción para su posterior reciclaje, recuperación o valorización como residuos se encarga su filial Saica Natur, a la que van a parar los productos procedentes de devoluciones, que tienen alguna pequeña tara —embalajes dañados o electrónica a la que le falta una pieza— o que no merece la pena retornar al vendedor original porque sale más a cuenta deshacerse de ellos. Muchos están en buen estado. Amazon reconoce que la gestión de estos paquetes no vendidos es «un desafío» para todas las empresas y asegura que prioriza su reventa, reciclaje o donación.

La mayoría son artículos electrónicos, pero en las cajas que salen directas a las plantas de destrucción también hay ropa, líquidos, cosméticos y hasta alimentación, según explicaron distintas fuentes conocedoras del proceso a El Periódico de España, perteneciente al mismo grupo editorial que este diario. Este medio ha accedido a imágenes de centros logísticos de Amazon con decenas de cajas embaladas y preparadas para destruir.

Llevan pegatinas identificadas Destroy (destruir en inglés) junto al tipo de producto que va dentro. Los RAEES son, por sus siglas, residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Los líquidos y cosméticos llevan las siglas HAZMAT de Hazardous Materials, materiales peligrosos en inglés. El resto son cajas de ropa y cajas mixtas. La empresa no da datos sobre cuántos kilos de producto destruye cada semana. Pero las distintas fuentes implicadas en el proceso hablan de hasta cinco tráilers diarios solo en la comunidad de Madrid, donde Saica Natur tiene dos plantas.

Una de ellas está en el polígono industrial de San Martín de la Vega, un lugar rodeado de basura, de pequeños trocitos de plástico y papel que traspasan los muros de la nave. Dentro, una operaria gira la cabeza al responder cuántos kilos de material destruyen cada día de Amazon: «muchos, muchísimos».

Cerrar el círculo

Desde la empresa aragonesa señalan que «por confidencialidad» no pueden hablar sobre la actividad de sus clientes, entre los que reconocen que destaca Amazon. «Como gestor autorizado de residuos, nosotros colaboramos con varios agentes que garantizan la correcta manipulación de los residuos, por ejemplo, orgánicos, polipropileno, PET, y un largo etcétera», apuntan.

Una parte importante de los residuos procedentes de Amazon es papel y cartón, que, una vez separado, Saica Natur entrega a la división del grupo encargada de su reciclaje (Saica Paper) a fin de producir papel para cartón ondulado. Este se convierte luego en cajas en otra de sus filiales (Saica Pack), de manera que se cierra el círculo.

A estos estrechos lazos comerciales se unirá la vecindad que ambas compañías tendrán pronto, ya que junto a la planta papelera de Saica en El Burgo de Ebro se está construyendo uno de los centros de datos de Amazon Web Services (AWS).

En busca de una segunda vida

Desde Amazon aseguran que la destrucción de los productos no vendidos es la «última opción». «Nuestra prioridad es revender, donar o reciclar los artículos devueltos, en ese orden», señalan fuentes de la compañía, que dicen estar «comprometidos» a reducir la eliminación de productos por ser la alternativa «menos atractiva, tanto desde el punto de vista medioambiental como económico». Cuando no queda más remedio, añaden, se hace por «motivos legales e higiénicos», utilizando para ello métodos que permiten reciclar o recuperar buena parte de sus materiales (cartón, papel, plásticos) o destinarlos a procesos de valorización energéticamente.

Otra opción es poner los paquetes a la venta en liquidación. Para ello, Amazon cuenta con Warehouse, un apartado de segunda mano al que van a parar también artículos que no se venden y ocupan espacio en el almacén. La compañía subraya además que dona cada año en España cientos de miles de productos por valor de varios millones de euros. 

El Congreso prohibirá la destrucción de objetos sin vender

La ley de residuos prohibirá la destrucción de excedentes de productos no perecederos, incluidos textiles, calzados, juguetes y aparatos eléctricos. Así lo recoge el proyecto de ley de residuos, actualmente en tramitación en el Congreso, que solo hace una excepción con los productos que deban destruirse «conforme a otra normativa» (por ejemplo, si son productos falsificados). El texto prevé que los excedentes se donen o entren en canales de reutilización. Si ninguna de las dos opciones anteriores es posible, deberán prepararse para la reutilización: esto es, se limpiarán o repararán para volver a usarse sin recibir ninguna otra transformación. El proyecto de ley preparado por la Vicepresidencia de Transición Ecológica también establece objetivos de reducción de residuos, impone restricciones a los plásticos de un solo uso y amplía la responsabilidad del productor de los residuos, que hasta ahora podía lavarse las manos una vez salían por la puerta de la empresa.