No estará Wyatt Earp, el escenario elegido no es el OK Corral ni disfrutaremos de Douglas y Lancaster, que hace ya 65 años rodaron el famoso duelo interpretativo de titanes. Sirva ahora como analogía para medir a los dos gobernantes de mayor estatura de Aragón, personajes casi antagónicos en su forma de afrontar el día a día de la política pero que hasta ahora han sido capaces de sobrellevar sus tensiones con elegancia, diríase que respeto, quizá hasta admiración Sea como fuere, la cortesía se ha acabado estos días en los que han volado los misiles entre la plaza del Pilar y el Pignatelli, justo en el momento en que los dos jefes, el de Zaragoza y el de todos los aragoneses, se vuelven a reunir para sacar adelante cuestiones importantes.

El conflicto último empezó en el Debate sobre el estado de la comunidad, cuando Javier Lambán lanzó una bomba que cayó en mitad de la Expo. En la tribuna de invitados de las Cortes estaba aquel día Jorge Azcón, que se sintió alcanzado por la metralla. Herido, a la salida el alcalde no fue capaz de disimular su enfado ante el anuncio presidencial de levantar 500 pisos en los 'cacahuetes' de Ranillas. Desde entonces ha calificado ese proyecto como «ilegal», ha hablado de terrenos «inundables» o ha ironizado con una Zaragoza «vaciada», por elegir momentos de su cabreo.

Lambán, al otro lado, pareció disimular de entrada como si la bomba no fuera tal. Tampoco es que haya callado después –«se hará seguro», ha repetido incisivo–, si bien dice no entender el presidente, que llegó a comparar la Expo con el Sahara por su aspecto desértico, tantas dudas y problemas por parte de Azcón. Su discurso, aunque taimado, se ha ido suavizando con los días. De hecho, ha acabado recordando que su propuesta entra dentro del ámbito del pacto.

Pueden ser ejemplos para bruñir el suelo que van a pisar las dos instituciones más grandes de Aragón este lunes. Azcón rebajó el tono también el viernes en el pleno, donde no solo no hizo mención al PGOU sino que ofreció crear una mesa de trabajo, guante que Lambán recogió.

Así las cosas, a última hora parece que las relaciones se han relajado un punto. Sin embargo, en ninguno de los dos lados se atreven a anticipar en qué términos se expresarán ambos durante la reunión. Hay asuntos que entre Carlos Pérez Anadón y María Navarro han perfilado en las últimas semanas, como el plan especial de la calle Embarcadero por el que el ayuntamiento concluirá el proceso de información pública y la valoración de los suelos el próximo mes y la definitiva en febrero de 2022; la modificación para el Juzgado de Menores; o la catalogación definitiva y modificación del plan general para Torre Ramona. En suma, el ayuntamiento se compromete con temas urbanísticos para que la DGA pueda obtener los aprovechamientos de esos suelos.

Tampoco se esperan problemas con la ley de capitalidad o el convenio de financiación. A falta de conocerse las cifras, sirvan como referencia las que se pactaron en marzo de 2021, días antes de que el covid comenzase a hacer estragos: 16 millones para convenio económico y 8,3 para el fondo de capitalidad.

Por ahí va el trazo grueso, en ese acuerdo que en el consistorio consideran fundamental. Una vez suscrito el convenio bilateral 2021-24, Zaragoza desistirá de los procedimientos en marcha relacionados con esta financiación.

Quedan en el aire conflictos varios como la financiación de las obras del tranvía, ahora en Tribunales; el desacuerdo por los Juzgados del Pilar; el futuro de La Romareda y del estadio que sea; o los dichosos cacahuetes. Hasta dónde se remangarán los dos líderes nadie se atreve a vaticinarlo. Tampoco se niega la tensión. En la plaza del Pilar entienden que desde que se supo que Azcón sería el próximo presidente del PP en Aragón, en el PSOE han apuntado con toda su artillería hacia el alcalde. En María Agustín creen que el primer edil está nervioso y se ha rebotado exageradamente por no conocer de antemano el anuncio en las Cortes, que él considera un asunto de honor .

«Por el tono y la cordialidad, estoy absolutamente convencido de que este tipo de contenciosos no pasan de ser puras anécdotas. Nos entenderemos», dijo Lambán en marzo tras conocer los recursos presentados por el ayuntamiento contra la DGA. Pero ahora la batalla parece ir más allá. Hay quien avisa de que, pese a que las próximas elecciones están previstas para mayo de 2023, el ambiente ya es de precampaña. Y esta vez enfrenta a dos animales políticos, sin rival ni sombra en Aragón. Servido queda pues el duelo de titanes.