Julieta, de 10 años (cumplirá 11 el 29 de diciembre), ha sido este mediodía la primera menor de 12 años en Aragón en vacunarse contra el coronavirus. La cita era a las tres de la tarde, pero media hora antes padres, abuelos y niños hacían fila en el centro de salud Seminario de Zaragoza e incluso antes de la hora ha comenzado la inmunización. Durante la tarde, también se ha iniciado en Teruel y Huesca.
Julieta lo tenía claro: “Quiero protegerme a mí y a mi familia y volver cuanto antes a la vida normal”, aseguraba tajante. Junto a ella, su hermana Mariela (de 8, también se vacunará en cuanto se abra la cita para ella) y su madre, Arancha. “Está cerca la Navidad y por eso, mejor cuanto antes, porque están subiendo los contagios en los colegios” y, además, durante Pascua “estarán con los abuelos”, decían.
Los pequeños llegaban al centro de salud con la lección bien aprendida. Alejandra Calvo, también de 10 años no había pasado nada de miedo. “Es obligación de todos a ver si así acabamos con esto”, contaba nada más recibir el pinchazo. Ella ha pasado el covid “sin síntomas”, también sus dos hermanos y sus padres, aunque estos sí que los tuvieron y aún tienen secuelas. “Te da por pensar que podía haber pasado”, asegura la madre de Alejandra, Ana, quien es consciente de que muchos niños ahora están contagiándose y “mejor tenerlos vacunados para prevenir un poquito más”, señala. Además, es consciente de que “otra vez se veía muy lejano y el cerco se va estrechando de nuevo” y los casos “son cada vez más cercanos” porque había llegado un momento que “estábamos perdiendo la perspectiva”.
Alice, también de 10 años, era mucho más práctica. Se ha vacunado “para quitarse la mascarilla”, reconocía abiertamente. Su madre, Fernanda contaba que en casa “todos estamos concienciados” y con la inmunización intenta “no empeorar la situación”. Alice ha tenido algo de miedo al ir a vacunarse pero “no por el covid, si no que me dan miedo todas”.
No así otro menor, quien era consciente de que “hay que vacunarse y estar protegido”, decía. A su lado, su madre reconocía que cuando se abrió la citación “me metí en la aplicación y como salía ya para hoy, cogí hora. Lo importante es hacerlo”, decía.
Largas filas
Los pequeños entraban y salían (tras los quince minutos de rigor de espera tras el pinchazo) con una sonrisa y con la satisfacción del deber cumplido. Algunos de los padres mostraban, sin embargo, su descontento por la organización. “Muy mal”, reconocía una madre. “No hay nadie para informarte, mira cómo está el aforo, aquí todos juntos, con el nivel de contagio que tenemos”, decía, una percepción que coincidía con la de varios progenitores, sobre todo, los de primera hora. “había una fila fuera y la gente se queda, pero dentro hay otra fila para coger el volante y nos mezclamos todos y entran unos con volante y otros sin él”, decía; y “al no ir por hora, van entrando por orden de llegada”. Eso hizo que se agolparan casi un centenar de personas en la entrada del centro de salud, entre ellos los niños, “que no les puedes tener esperando mucho tiempo porque se ponen nerviosos”, afirmaba un padre. “Es comprensible”, decía una madre, para añadir después que “hay que tener paciencia, porque es el primer día”, señalaba.
En el centro de salud Seminario se pondrán 1.800 vacunas hasta el viernes (a razón de 600 diarias). De hecho, se cita a un niño por minuto, contaba Ana Blasco, la coordinadora del ambulatorio, quien contaba que se han organizado dos puestos de vacunación, con dos enfermeros cada uno y otros dos auxiliares que son los que dan el volante. “Es un éxito de convocatoria”, señalaba, para añadir que las enfermeras “están acostumbradas a vacunar” y además, al ser niños, se les “trata con mucho cariño, se le da un masajito, etc, además de estar acompañado por papá o mamá”.
Los padres han mostrado una buena acogida a la vacunación de los niños de 9 a 11 años. De hecho, a media mañana de ayer había ya 10.876 citas cogidas para las tres próximas semanas.
