«Ya nos lo esperábamos» afirmó convencido Alberto, mientras asentía. Hace mes y medio que él y sus «amigos hace muchos años», dieciséis en total, tenían planeada su tradicional comida de Navidad. Tanto él como el resto de los que ayer se sentaban a la mesa ya se esperaban algún tipo de restricción. «Algo sabíamos que pasaría, ha sido el pasaporte pues el pasaporte» afirma Sergio, otro de los amigos de toda la vida que ayer se sentó a la mesa en la Parrilla Albarracín.

Aunque la situación en Aragón parece agravarse un poco más cada día, ya sea por juventud (ninguno parece haber sobrepasado la treintena) o por un gran sentimiento de confianza en el resto, ninguno tiene miedo. «Desde el primer momento todos decidimos venir y nadie se ha echado para atrás», afirma Alberto con los cubiertos ya en la mano.

Al ser un grupo superior a diez personas, siguiendo estrictamente los protocolos establecidos, a su llegada se les pidió el pasaporte covid. «Nos hemos sentado y el camarero ha ido pasando y leyendo el código QR con un móvil», afirmó Javier. «Ha sido un momento y no ha habido ningún problema», añadía el joven con la aprobación de los que se sentaban a su alrededor. La mayoría lo mostraban en la pantalla de su móvil pero algunos, los más analógicos, lo traían impreso y, una vez comprobado, el papel continuó sobre la mesa junto a las copas durante el resto de la comida.

Aunque pudiera parecer que el pasaporte covid es una herramienta que, además de ofrecer control frente a la pandemia, ofrece a los propios comensales un sentimiento de seguridad sobre el ambiente en el que se encuentran, no en todos los casos es así. «A mi, saber que todos los que están aquí han presentado el pasaporte tampoco me deja tranquilo del todo, hay mucha gente que se vacuna y que parece que se olvida completamente del virus. Estar vacunado no te exime de nada», sentenció David, sin dejar de servir migas en su plato. Su postura fue aprobada rápidamente por el resto de los comensales que se sientan a su alrededor y que afirman compartir el argumento.

Después de mostrar el certificado, la comida y la bebida comenzaron a llegar y la comida continuó pero con la esperanza de que el próximo año no haya nada que mostrar para celebrar la comida de Navidad con «los de siempre».