Pandemia y conciliación son dos palabras irreconciliables. Esto lo tienen claro las miles de familias de Aragón que tiemblan cada vez que uno de sus hijos aparece con mocos, tos o fiebre, pero sobre todo, el temor se convierte casi en pánico cuando se recibe una llamada del colegio anunciando un positivo en coronavirus en clase y que el niño es contacto estrecho de uno de los tuyos. El problema está en que si el menor contrae el virus o es contacto y los padres están vacunados no tienen que hacer cuarentena; y tiene que estar con ellos pero no hay un permiso para cuidarles.

Después de Navidad. La incidencia ha crecido entre los menores. | ANDREEA VORNICU

Tanto a Fapar como a Fecaparagon, las federaciones de asociaciones de padres de la escuela pública y de la concertada, respectivamente, no les ha llegado ninguna queja al respecto. «Las familias están ya resignadas», aseguran desde Fapar, ya que este no es un problema nuevo, aunque sí que es verdad es que «el volumen de contagios» entre los pequeños está creciendo. A ellos no les llaman porque «nosotros no tenemos ninguna solución», salvo reclamar «políticas serias de conciliación». Por eso piden a la empresa privada que «tenga sensibilidad y facilite cambios de turnos», entre otras medidas; y para los autónomos... «quizá alguna ayuda».

Difícil organización

Pero mientras esas políticas llegan, los padres se las ingenian como pueden. Silvia ha tenido que contar con su madre. El viernes para no abandonar a la carrera su trabajo tras la llamada de la directora del colegio de su hijo mayor. «Ya le habían sacado de clase por ser contacto estrecho con un positivo», y fue la abuela la que fue a buscarlo. Su cuarentena (la niña que dio positivo llevaba varios días sin ir a clase) acaba este martes, y como su marido el lunes salía de viaje, decidieron no llevar a la pequeña al colegio porque «hacen falta dos personas, uno para que esté en casa y otro para ir a llevar y buscar a la hermana; y «así, cuando yo llegue de trabajar, mi madre se podrá ir a su casa».

En el caso de Lourdes, su hijo ha contraído el virus justo después de que ella acabara su confinamiento también por positivo. «No es plato de gusto comunicar otra vez a la empresa que me tengo que quedar en casa» y eso que tiene la posibilidad de teletrabajar pese «a que no lo tengo establecido como tal»; pero sí que «lo puedo llevar». Eso sí, en periodos «cortos, porque al final tengo que dar un servicio a clientes y trabajadores». Su temor es que cierren la clase (hay varios positivos ya, aunque no llegan a cinco), porque entonces «tendría que buscar otra fórmula o dejarlo con los abuelos», una opción que no es la más deseable para ella.

En el caso de los profesores, los sindicatos educativos llevan ya más de un curso poniendo sobre la mesa esta problemática; y por eso se han flexibilizado los permisos no retribuidos; que los interinos que no tengan un curso completo y estén en una vacante de sustitución ahora, no podrán optar por ese permiso de hasta tres meses y solo será hasta marzo, explican desde UGT. Y todo se multiplica cuando en lugar de un hijo son dos o tres, señalan desde Csif porque si se gastan los días de libre disposición ya no hay permisos; aunque cuentan que han logrado una sentencia pionera que reconoce el derecho a un permiso retribuido por cuidado de un menor confinado.

«Como docente quiero dejar claro que mis condiciones laborales son buenas», señala un profesor, que cuenta su situación «como trabajador, no como docente», señala. Él y su pareja dejaron este lunes sola a su hija de 9 años en casa porque «no puedo teletrabajar», así que él ha acudido a dar clase y su pareja a su empresa porque «al ser lunes no pudimos gestionar nada». Él le ha dejado su móvil y le ha llamado con el de una compañera; y su pareja también ha hablado con ella. Este martes ella se ha pedido un permiso y podrá «teletrabajar un poco y volver antes y en unos días recuperar la jornada»; él sin embargo, su única opción era «coger un permiso no remunerado», así que «perdería dinero». En este sentido, entiende que la «productividad laboral baja» porque los trabajadores están pendientes «de otros asuntos que no son los laborales». Pero insiste, «yo no me quejo como docente», puesto que antes del covid, los permisos no retribuidos los daban con 15 días y ahora «de un día para otro». Pero la situación es «difícil» para todos, padres, niños, centros escolares, empresas, administración, para toda la sociedad, concluye.