En su blog se define como madre, psiquiatra, escritora y activista. ¿Es en ese orden?

Sí, está en orden. Lo dejaría así. Lo de madre me parece importante porque tiene que ver con cómo veo el mundo o dónde me coloco. Psiquiatra sobre todo infantil y perinatal, de bebés. Y lo de la escritura cada vez está teniendo más relevancia. El activismo a veces es como una enfermedad. Es algo que también tiene que ver con lo de ser madre, es una lucha constante por un mundo mejor.

¿Qué impacto ha tenido para usted el ser madre?

Enorme. Es una transformación muy grande y en mi caso concreto también cambió mucho mi visión de la medicina y de la psiquiatría. Cuando me convertí en madre me di cuenta de hasta qué punto la medicina no cuidaba bien a las madres, ni las escuchaba. Las culpaba. Eso me generó bastante conflicto.

A partir de allí empezó el activismo y la escritura.

Sí, no fue algo elegido. Fue una de estas cosas a las que la vida te lleva. Como psiquiatra infantil, desde que fui madre y tuve el apoyo de las madres de Vía Láctea, en Zaragoza me llegaron peticiones de matronas y más compañeras para que yo misma atendiera a madres lactantes, que en muchos sitios no se les ha atendido bien. Se les decía que lo primero que tenían que hacer era dejar la lactancia para poder tener un tratamiento médico o psiquiátrico. El activismo me llevó a trabajar más con la etapa perinatal, con los bebés y las embarazadas. Precisamente porque había un vacío enorme allí y porque yo traía una mirada a través de mi experiencia.

¿En qué momento decidió escribir sobre ello?

Mi libro 'Palabra de madre' tiene mucho que ver con la llegada a la edad adulta de mis hijos. De mi hija pequeña. Desde entonces le he dado muchas vueltas a en qué momento se acaba la crianza. Creo que no hay respuesta. Pero en el momento en que los hijos llegan a la mayoría de edad tenemos que mirar atrás para luego mirar adelante. Allí hay algo que antes se llamaba el síndrome del nido vacío, pero que tiene que ver con darte cuenta de que ya no tienes que estar criando, que tus hijos ya son adultos. Es un buen momento para mirar hacia atrás, para pensar qué clase de madre he sido. Es un sentimiento de culpa que todavía arrastro y que mis propios hijos me dicen “mamá, deja ya de sentirte culpable”.

¿Ese es el punto de partida de su nuevo libro?

Sí. Quería explicar cómo veía yo el mundo como madre, pero me di cuenta de que si no explicaba mi experiencia no se iba a entender bien. Para explicar cómo cambió mi mirada, desde que era una médica feminista, a donde estoy ahora. Sigo siendo médica y feminista pero veo que el tema de la maternidad es muy central.

Había tratado en otros libros el embarazo, parir, las cesáreas, los hermanos y ahora se centra en el sentimiento de la madre. ¿Qué pretende con este libro?

Mi idea es hacer también una propuesta a nivel político. A nivel social y político es importante que se escuchen las experiencias de las madres con toda su variedad, con toda su riqueza, con todas las contradicciones. Es importante que las madres hablemos y visibilicemos lo difícil que es criar en esta sociedad para hacer precisamente que sea más fácil, para encontrar maneras de poner el cuidado a las madres, verlo como una inversión de futuro para que los que lleguen estén mucho mejor. Para que podamos criar bien, esto le interesa a toda la sociedad. Yo he querido aportar a ese debate.

El libro lo dedica a sus hijos. ¿Se dirige a todos los hijos de madre?

Exacto. Hay una mirada hacia que todos nacemos de madre y esto es una experiencia universal. El libro está planteado como una carta a las comadres, es decir, una conversación que yo he tenido todos estos años con muchas amigas madres. Nos sentamos a charlar de nuestras dificultades y nos apoyamos mutuamente. Pero mi idea es una propuesta que pudiera iniciar una conversación a nivel social en la que por supuesto me gustaría que estuviesen implicados los padres, los hombres y también las personas que no han sido madres ni padres, pero desde este lugar de hijas e hijos. Hay mucho de lo que hablar.

Viene a Zaragoza a presentarlo. ¿Cómo es volver a esta ciudad?

Yo viví en Zaragoza 9 años. Probablemente fueron los más intensos de mi vida porque fueron los años en los que tuve a mis tres hijos. Me vienen montañas de recuerdos de mis niños pequeños y de esos años en los que trabajé en el Clínico. Le tengo mucho cariño a la ciudad, mucho cariño a las mujeres de Vía Láctea, y para mí volver a Zaragoza y precisamente que sea aquí la primera presentación de ‘Palabra de Madre’ me da mucha emoción. Es muy importante con este libro visibilizar este apoyo de grupos como Vía Láctea al duelo perinatal, a la crianza y a la prematuridad. Están haciendo una labor generosa, altruista súper importante que merece ser honrada y reconocida.

¿Qué espera de este nuevo libro?

Ya me está llegando mucho. Yo espero que ayude a que como sociedad prioricemos los cuidados a la madre y al bebé. Empezando por las más vulnerables, que son las que están en los márgenes. Ahora pueden ser las refugiadas, migrantes o excluidas. A mí me gustaría que priorizáramos el cuidado a los que llegan a este mundo, a las madres y sigamos construyendo desde allí.

¿Qué avance ha visto en este sentido desde que usted fue madre?

Hay más sensibilidad, más cuidados, ha mejorado un poquito la atención al parto. Hay muchas más mujeres que están hablando en primera persona de su experiencia. Hay avances, por supuesto, y yo creo que eso es importante. También es verdad que con la pandemia habido un retroceso muy importante de los derechos y de los cuidados.