Por el objetivo de la cámara de Anna Surinyach han pasado algunos de los movimientos migratorios más importantes de los últimos tiempos, como la crisis de Grecia y el Mediterráneo.

Con Ucrania como telón de fondo, hace una hace una parada en el Congreso de Periodismo de Huesca para analizar los retos de la profesión junto a Marta Arias (5W), y Juan Carlos Tomasi, fotoperiodista de Médicos sin Fronteras.

¿Cómo está cubriendo la crisis de Ucrania?

Yo trabajo con la gente de aquí porque en Cataluña, donde vivo, hay una comunidad muy grande de ucranianos. Estamos planificando irnos después del congreso, este mismo viernes o el sábado. Nuestra idea es ir a visitar a familiares de gente que está viviendo aquí y hacer ese ‘largo recorrido’, no solo fotos de las fronteras.

La de Ucrania es una migración de europeos dentro de Europa. ¿En qué medida cambia la percepción de la gente?

No hay refugiados de primera ni de segunda, la gente que huye de la guerra es de la misma categoría. El problema es cómo lo están tratando las políticas de acogida europeas. Estoy súper contenta de ver que si todo el mundo se pone, funcionan.

No ha ocurrido siempre en estos casos

También he cubierto la crisis de refugiados en Grecia. Entonces se hablaba de un millón de personas y parecía una cifra estratosférica, ahora de tres y suena factible. Es una doble cara que se está haciendo muy evidente. Lo mismo con Afganistán porque hay miles de mujeres en Irán y Pakistán con visados denegados para venir a España.

¿Cuál es la situación en Lesbos?

Estuvimos una semana antes de que estallara todo en Ucrania. La anterior fue con el incendio en el campo de refugiados de Moria, estaba desbordado y las condiciones de vida eran insalubres. Es muy fácil bloquear el acceso a los medios de comunicación. En Moria, están en un campo cerrado, con horarios controlados y para entrar necesitas un permiso de prensa y solo te lo dan de manera excepcional. Visualmente es un campo limpio, con sus casitas o tiendas donde viven las familias. Sin embargo, presionan a la gente y deniegan el asilo constantemente.

¿Grecia contribuye a esto?

Han aprobado una nueva norma que consiste pagar cien euros por persona si te deniegan el asilo y quieres volver a solicitarlo. Es una política de coacción y de tortura psicológica. Entrevistamos a una familia que había escapado de Afganistán. El hombre trabajaba en la Policía y estaba perseguido, huyó disfrazado. La mujer sufrió un episodio de violencia sexual delante de los tres niños. La única manera que encontraron para llegar fue a través de Turquía, pagando para meterse en una embarcación y se les deniega el asilo porque les dicen que Turquía es un país seguro.

En sus fotos aparece la figura de la mujer, más expuesta a la violencia

El hecho de ser mujer en las migraciones es una dificultad añadida. En los movimientos de población, en México, el Mediterráneo, África… siempre he contado historias de mujeres porque las migraciones no se entienden sin ellas. Llevan consigo el peso de la familia. Lo estamos viendo en Ucrania porque a los hombres les obligan a quedarse. En las pateras cuando hacemos fotos quienes viajan con los niños o los mayores son ellas. No se entienden las migraciones si no entiendes los lazos familiares. Evidentemente, también hay episodios de violencia contra los hombres.

¿Qué papel juega el fotoperiodismo en estos casos?

Sirve para denunciar lo que está pasando, para que quede y no nos olvidemos, pero hay que reflexionar sobre cómo usar las imágenes. A veces son utilizadas con fines absolutamente contrarios a los que persigues. Ponen al lado de tus fotos “avalancha”, “llegada masiva” o cosas peores y esas imágenes sirven igual para contar, o en este caso para manipular. Al final, fotografiamos a los refugiados en un momento muy concreto de sus vidas y eso no es la persona sino un punto muy determinado. Si vas a Lesbos, claro que haces una foto del campo, pero intentas descubrir otras maneras de contarlo.

"Fotografiamos a los refugiados en un momento muy concreto de sus vidas"

Una imagen vale más que mil palabras pero también se necesitan mil palabras para explicarla

Las buenas imágenes son las que generan mil preguntas. Ahora mismo en Ucrania hay fotos muy potentes, que resumen lo que está pasando, pero está claro que una imagen no te va a contar una guerra. No solo la foto sirve, el texto muchas veces es necesario. Una imagen te puede hacer preguntarte cosas, tantas que tengas ganas de informarte.

El Congreso de Periodismo celebra su 23ª edición

Se celebra este jueves y el viernes y contará con más de 40 profesionales en su programa, «que ahonda en los nuevos formatos, la creación de contenido, la renovación de las audiencias, la información especializada, las redes sociales y la ampliación de los mercados», según se dijo ayer en la presentación en la capital altoaragonesa y que contó con la presencia de Fernando García Mongay; la presidenta de la Asociación de Periodistas de Aragón, Sara Castillero, y la directora de contenidos digitales y redes sociales de Atresmedia, María Maicas. Los tres profesionales han señalado que el 52 % de los ponentes de esta nueva edición son mujeres

Este año, el periodista de TVE, Carlos Franganillo, ha sido galardonado con el Premio Porquet como reconocimiento a su estilo y a su carrera. Por su parte, el Premio Blasillo, que reconoce el ingenio español en internet ha ido a parar a Charo Marcos por el boletín Khloshletter y el podcast AM, donde informa de manera diaria de los acontecimientos más relevantes.