Los transportistas 'rebeldes' cumplieron este lunes el décimo quinto del paro iniciado el 14 de marzo, una protesta que ha puesto en apuros el funcionamiento de la economía española por el tensionamiento y la rotura de las cadenas logísticas pero que empieza a peder fuelle. Tras el acuerdo alcanzado por el Gobierno con las organizaciones mayoritarias del mundo del camión, los síntomas del debilitamiento son cada vez más patentes tanto en Aragón como en el conjunto de España, pero el final del conflicto en las carreteras persiste y su desenlace no está escrito, lo que hace temer que el epilogo sea descontrolado. La sensación generalizada entre los agentes del sector consultados es que el seguimiento del cese de actividad se está desinflando no solo en la comunidad, donde nunca ha sido mayoritario, sino también en las zonas donde ha sido más conflictiva la movilización como Galicia, Andalucía o Cantabria.

«La impresión es que cada vez se va sumando más gente a trabajar y que poco a poco se ven más camiones», apuntaron fuentes conocedoras del sector en la comunidad aragonesa, que destacaron que las aguas están volviendo a su cauce en algunos de los puntos donde más problemas ha habido, como los puertos de Barcelona o Algeciras, donde ayer volvieron a verse camiones con remolques entrando y saliendo tras dos semanas sin apenas movimientos. En cualquier caso, la situación sigue sin ser de normalidad y miles de camiones permanecen parados en otros polígonos o zonas portuarias, como la de Valencia.

En Aragón, el núcleo duro de la protesta está formado por más de centenar de pequeños transportistas, entre los que forman parte de Tradime, la asociación mayoritaria entre pymes y autónomos, y los seguidores de la Plataforma en Defensa del Sector del Transporte, que lleva la voz cantante de la reivindicación. La incidencia del paro en la comunidad ha sido baja y más pacífica en relación a otros territorios, según coinciden en señalar los propios convocantes. Aún así, se ha registrado un goteo de acciones violentas como pinchazos de ruedas de camiones, como el que ayer podía verse desde primeras horas de la mañana en la autovía de Logroño, a la altura de Casetas. En las jornadas anteriores también se denunciado episodios de este tipo en Mercazaragoza, el polígono de la Ciudad del Transporte o Calatayud.

«Esto no conduce a nada»

La Plataforma llevó a cabo ayer una nueva marcha lenta por los alrededores de Zaragoza, que partió de la carretera de Huesca y finalizó en una gasolinera de Casetas. «De momento tenemos la orden de seguir parados. Como buenos trabajadores queremos volver a trabajar, pero se tienen que dar las condiciones», apuntó Emilio Seco, portavoz del colectivo en Aragón.

A nivel nacional, la asociación convocante instó a los camioneros y otros conductores profesionales a seguir haciendo «visibles» sus protestas cuando, en su opinión, ya se encara «la recta final» del conflicto, según un mensaje difundido en sus redes sociales. Para desconvocar la protesta, consideró que la Administración «sí o sí tiene que dar una solución porque tampoco puede aguantar mucho más» en esta situación, en referencia a los problemas de suministro derivados de su movilización.

Tradime mantiene su apoyo al paro del sector pero lo hace con un perfil bajo debido en parte a la división interna sobre la idoneidad de la protesta. Así lo revela el resultado de la votación que se llevó a cabo en la asamblea de socios celebrada el pasado sábado, que se saldó con 66 sufragios a favor frente a 60 en contra y siete abstenciones.

El hartazgo por el enquistamiento del conflicto es patente en buena parte del sector. «Esto ya no conduce a nada. El transporte tiene muchos problemas pero esta no es la manera de resolverlos», aseguraba ayer un pequeño transportista de Zaragoza crítico con la manera en que se lleva a cabo la protesta.