El Periódico de Aragón

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Mercedes, una orientadora del Teléfono de la Esperanza en Aragón: "Todas las llamadas te tocan el corazón"

La zaragozana entró a formar parte del Teléfono de la Esperanza en 2016 / "Nadie está libre de un día tener ideaciones suicidas", dice

Muchas de las llamadas al Teléfono de la Esperanza tienen que ver con la soledad. David Revenga

Mercedes no está de acuerdo en que no se hable del suicidio. Cree que «no es cierto que exista un efecto llamada» pero eso sí, señala, «hay que saber informar». Lo mismo que hace unos años sucedía con el maltrato a mujeres, «se habló de ello y ha ido disminuyendo». La zaragozana entró a formar parte del Teléfono de la Esperanza en 2016 y tras un año y medio de formación comenzó como orientadora. ¿El motivo? «Dejé de trabajar porque me dieron la invalidez total. A mí me ayudaron mucho en la ONCE y quería dedicar parte de mi tiempo libre a los demás», afirma.

Ella está en el servicio nocturno y algunas van relacionadas con ideaciones suicidas. «Por la noche salen los fantasmas y no tienes cerca al amigo ni sales a dar una vuelta», señala. Por el día, estamos en red las 29 sedes de toda España, pero por la noche «nos repartimos las llamadas» y a veces recibimos 20 en una noche». Algunas de ellas por ideaciones suicidas.

«Lo primero es la escucha activa», explica; porque cuando alguien descuelga y llama al Teléfono de la Esperanza (976 232 828 o 717 003 717 en el caso de atención en crisis) ya que «entender por qué llama esa persona» y «no tener miedo a decir la palabra suicidio». Mercedes tiene claro que «una persona no quiere morir si no que lo que quiere es dejar de sufrir. No es valiente ni cobarde, si no una persona que quiere dejar de sufrir. No hay que minimizar ese dolor, hay que respetarlo», señala. Esa llamada «hay que atenderla con mucha serenidad y pensando que es una persona que sufre muchísimo. Escuchar, acoger su dolor pero nunca minimizarlo».

«Por la noche salen los fantasmas porque no tienes al amigo cerca y ahí entramos nosotros», dice

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De las personas que llaman algunas tienen el tema bastante pensado, otros «están a punto o ya se han hecho daño». Son llamadas «totalmente anónimas y si no quieren que llamemos al 112 no podemos hacer nada». La zaragozana señala que hay que desterrar varios mitos. Uno, el no hablar en los medios de comunicación, otro, que «una persona que dice que se va a suicidar es una llamada de atención», asevera. 

Muchos de los contactos son de jóvenes y también de personas mayores, los primeros porque es una «época difícil en la que te asomas a la vida» y los segundos, por la «soledad, depresión, etc».

Cada quince días todos los orientadores se reúnen con un psicólogo para hablar «no de la llamada en sí si no de cómo nos hemos sentido», porque hay que saber «dejar el problema cuando te vas a casa». ¿Cómo lo hace Mercedes? «No sé decirlo». Y añade que ella «se lleva ese dolor que plantea porque a todos nos puede afectar mañana, nadie está libre de un día tener ideaciones suicidas». Pero hay que saber dejarlo a un lado y que «no te altere, por eso tenemos que prepararnos bien y no tener miedo a la llamada». En este sentido, afirma que «todas las llamadas te tocan el corazón porque tienes que sentirte cerca del que llama. Te llevas el dolor pero no de manera que te afecte a tu vida», concluye.

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