El Periódico de Aragón

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EN PRIMERA PERSONA

«Igual soy la rara, pero a mí por la ciudad no me verán»

Eva Lacort optó por recorrer el camino inverso: hizo la residencia en Zaragoza y optó a una plaza fija en un pueblo

No todos los médicos rehúyen del medio rural. Hay quien como Eva Lacort optó por recorrer el camino inverso: hizo la residencia en Zaragoza y optó a una plaza fija en un pueblo. «Igual soy la rara, pero a mí por la ciudad ya no me verán más», dice. «Allí habrá más recursos, pero en la ciudad la calidad de la atención es mucho peor que en un pueblo», afirma con rotundidad.

Eso sí, no todo es color de rosa. «Entiendo que sea complicado aceptar una plaza en un pueblo básicamente porque no es atractiva y porque no hay buenas condiciones. No hay incentivos reales como contratos de larga estancia o una vivienda y, además, aquí hay que exponerse todos los días al riesgo de unas carreteras que no son las mejores para visitar a pacientes. No todo el mundo está dispuesto», dice.

Su experiencia en el centro de salud del Mas de las Matas (Teruel), «a pesar de los peros», es «muy buena» y «no la cambiaría por nada del mundo», asegura. «Me da pena que se queden plazas de Medicina de Familia y Comunitaria sin cubrir», señala. «Cuando firmé mi contrato no sabía a dónde venía, no conocía nada, pero tenía claro que realmente es lo que quería», dice.

Claro que da miedo por la dispersión, por la soledad y por muchas cosas, y hay gente que en cuanto puede se vuelve a la ciudad. Pero es un trabajo muy agradecido por la cercanía, la confianza con el paciente y el tiempo que le dedicas. Es un trabajo muy humano», asegura Lacort. «No quiero irme de aquí, no me lo planteo. No sé donde me puede llevar la vida, pero si me marcho tengo claro que será a otro pueblo», dice.

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