El Periódico de Aragón

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LA RESPUESTA LOCAL ANTE LA CRISIS HUMANITARIA

Testimonio de una refugiada ucraniana en Zaragoza: 100 días de supervivencia

Natasha llegó a Zaragoza con sus dos hijos el 20 de marzo, más de dos meses después tiene trabajo y mantiene a su familia / Aunque se siente muy agradecida, reconoce que la capital no es su hogar

Natasha junto a sus dos hijos, de 7 y 13 años. | EL PERIÓDICO

«Me he hecho fuerte estas semanas porque es lo único que podía hacer, mis hijos dependen de mi y tengo que ser yo la que los mantenga, no pueden quedarme en casa llorando», explica Natasha Ivzhenko, ucraniana que llegó a Zaragoza hace más de dos meses después de un largo viaje en coche.

«Nos vinimos a Zaragoza porque tenemos amigos aquí que nos prestaron una casa. Ahora yo tengo trabajo y los niños están escolarizados, estamos a salvo pero todo siegue siendo muy difícil», explica la mujer. Cuando llegó, después de más de 3.000 kilómetros de viaje y sin apenas dar tiempo a que llegara la preocupación comenzó a organizar la que iba a ser su nueva vida. «Me recorrí todas las asociaciones y todos los sitios donde me podían ayudar. Mis amigos también me ayudaron mucho y en dos semanas ya tenía la protección temporal, mis hijos iban al colegio y tenía un trabajo», explica Natasha que reconoce que saber español ha sido una ventaja muy importante a su favor.

Antes de su partida– apenas 20 días después del comienzo de una guerra que hoy cumple100 días de duración – solo pudieron llevarse lo esencial, en ese momento una maleta con ropa para los tres. «Cuando salí no me imaginaba que iba a una ciudad diferente, a una casa que no es la mía, con un clima diferente, llegamos y solo teníamos ropa de abrigo», explica. Ha sido su sentimiento de «responsabilidad sobre la familia» el que la ha llevado a trabajar sin descanso. «Mis hijos dependen de mi y yo necesitaba un sueldo para comprarles ropa o cualquier otra cosa que necesitaran», explica. Para los niños la adaptación ha sido diferente, mientras que la mayor de 13 años usa el inglés, el pequeño de apenas siete usa los gestos para comunicarse en el colegio, ambos asisten a clases de español

La refugiada ucraniana asegura que está «muy agradecida» con el trato recibido estos meses pero aún así no siente Zaragoza como su casa. «Aquí por lo menos mis hijos pueden salir a la calle, respirar aire, ir al colegio, relacionarse con otros niños... las familias que siguen en mi ciudad no pueden salir de sus casas porque esta todo lleno de militares», explica Natasha, «Por mucho que quiera a Aragón y a los zaragozanos y esté muy agradecida, esta no es mi casa, no son mis paredes, aquí no esta mi familia ni mis amigos, todos mis recuerdos están en Ucrania», añade la mujer.

Por el momento, la familia no va a poder volver todavía a Ucrania porque su zona todavía está bajo la influencia de los militares rusos. «Vamos a quedarnos aquí todo el verano de momento, a finales de agosto veremos a ver si podemos volver y si las cosas no están todavía bien pues seguiremos esperando en Zaragoza», comenta resignada.

«Es una situación complicada, no hay objetivos, no puedes hacer planes de futuro, solo vives por tus hijos y lo único que te queda es esperar a ver si no pasa nada grave en tu ciudad», concluye Natasha.

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