Eugenio Nadal, ingeniero agrónomo, nacido en Lérida, expresidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro y voz muy cualificada para hablar sobre el conflicto hidráulico en Aragón. Preside la Mesa del Agua de Aragón, que afronta una ardua misión: consensuar una postura común de partidos, regantes y ecologistas respecto a las infraestructuras hidráulicas, superado ya el Pacto del Agua de 1992.

En calidad de coordinador de la Mesa del Agua de Aragón, ¿qué futuro le augura a ese foro de diálogo?

Llevamos siete meses trabajando. Va a ser un proceso largo y complejo, porque hay una tendencia a continuar con la política que se ha estado desarrollando desde que cambió el siglo. Es evidente que la transformación de grandes zonas de secano en regadío fue algo muy importante en el siglo pasado, pero en el actual ya no puede ser porque el esfuerzo que estamos pidiendo a los ríos es significativo y, por lo tanto, hemos de aspirar a acabar aquello que tenemos empezado. Es verdad que las circunstancias están cambiando y el cambio climático nos está llevando a un terreno que entra en contradicción con la nueva cultura del agua, que decía que no había que construir más embalses porque eran suficientes los aprovechamientos que se producían. Y puede que tuvieran razón. Pero lo que está claro es que el cambio climático está poniendo de manifiesto, no lo digo yo, lo dicen los científicos, que las sequías y las inundaciones van a ser más recurrentes y más acusadas. Entonces, eso hay que corregirlo. Y solo hay una fórmula: construyendo embalses. Y en esa situación estamos en la Mesa. 

No voy a adelantar más, pero es evidente que es un tema difícil. El cambio climático nos está diciendo que para hacer frente a sus efectos necesariamente tendremos que contar con los embalses. Hay gente que sigue prejuzgando que hay que demoler presas. 

El Estatuto del 2007 apuesta por el diálogo con el Estado en materia de agua aunque plantea la exigencia de que se tenga en cuenta a Argón en cualquier decisión hidráulica que se adopte. ¿Qué piensa de ello?

Aragón podría tener en el Ebro las mismas competencias que tiene Cataluña. Me explico. Cataluña tiene sus cuencas internas y unas competencias sobre esos ríos que podríamos llamar de ventanilla y que Aragón no tiene. Es decir, si alguien pide una concesión en Aragón o en La Rioja, tiene que ir a la Confederación y en Cataluña no es así, sino que hay que ir a entregar la solicitud a la Agencia Catalana. 

Eso políticamente es muy importante, aunque sea el mismo trámite administrativo. Creo que hay diversas cuestiones que lleva la Confederación, relacionadas con el vertido, concesiones, aprovechamiento de dominio hidráulico, y el Instituto Aragonés del Agua podría ser la ventanilla. 

El Estatuto establece en una disposición adicional una cuestión controvertida: la reserva hidráulica de 6.550 hm3 para uso exclusivo de los aragoneses. ¿Es papel mojado?

Es una cuestión que había desaparecido del Plan Hidrológico del Ebro, pero que se ha reincorporado gracias a las alegaciones que presentó la DGA. 

Creo que esa reserva hidráulica es muy importante, aunque su uso hipotético debe ir en sintonía con la planificación hidráulica que realice el Estado. Insisto en que tengo muchas dudas de que el cambio climático no obligue a hacer nuevos embalses. 

Es evidente que el Pacto del Agua de 92 está superado. ¿Debe haber un nuevo acuerdo hidráulico en Aragón?

En la Mesa se nos ha pedido la mayor unanimidad posible, pero creo que en determinados asuntos lograr esa unanimidad va a ser complicado. Está claro que Aragón no puede prescindir de ninguna de las presas que tiene, por muy pequeña que sea. Aragón es lo que es gracias a los embalses. 

¿Con el cambio climático resurgirá la amenaza del trasvase del Ebro?

Es posible que haya nuevas tentaciones, pero creo que el trasvase no tiene ningún sentido. Llevar agua a Almería y Murcia es un despropósito. La desalación está ahora muy desarrollada.