El Periódico de Aragón

El Periódico de Aragón

LAS PLATAFORMAS DIgITALES DE REPARTO A DOMICILIO

Un año de ley 'rider': las mochilas de la precariedad en la plaza España de Zaragoza

En Zaragoza, los repartidores aguardan a que empresas como Glovo les notifiquen pedidos a veces durante horas que nunca son remuneradas | "Nada ha cambiado este año y ya pienso en dejarlo", asegura un repartidor

Un repartidor se come un helado en la puerta del McDonald's del Coso, justo antes de empezar una noche de repartos. Carlos Gil-Roig

Atardece en la plaza España de Zaragoza y Anthony y Jhonier hablan de la pequeña hija del primero apostados en la estación de bicis municipales. Aguardan a que el móvil les vibre con el aviso de que ya tienen un pedido que repartir, en su caso, para Glovo. Pueden pasar minutos y horas, hablando, echándose un helado a la boca como Julio Valencia o simplemente a la espera. Y nada más que eso, esperar y esperar, es lo que hace la legión de jóvenes ciclistas que configuran desde hace un lustro la fotografía del céntrico punto zaragozano.

«Si te digo la verdad yo estoy pensando en dejarlo. Estoy en una lista buscando trabajo», comenta Anthony, de 33 años, que reparte desde hace más de un año para la compañía de la mochila amarilla y no se lleva más de 700 euros limpios al mes. «¿Que si ha cambiado algo este año? Nada, nada. Yo sigo de autónomo, pago 150 euros de cuota. «Estamos igual que el año pasado», lamenta.

No ha cambiado tampoco nada para Arafat, que se apea de su patinete frente al McDonald’s del Coso. Es uno de los veteranos de la ciudad en esto de llevar comida a domicilio: cuatro años lleva trabajando para Glovo como autónomo. «No me da para nada más que para pagar el piso, la comida y los 300 euros de la Seguridad Social. Antes pagaban mucho mejor, casi a cinco euros el pedido, pero ahora pagan a poco más de dos», dice el chico.

"Si te digo la verdad yo estoy pensando en dejarlo. Sigo pagando 150 euros de autónomo y estamos igual que el año pasado"

decoration

A sus 30 años, asegura que también está buscando otro oficio al que dedicarse, véase la cocina o cualquier otra profesión con la que pueda ganarse algo mejor la vida. Y así, al darse cuenta de que no seguirá mucho en el negocio de los riders, Arafat suelta de repente que Glovo «no respeta nada y hace lo que le da la gana», que «no le importa lo que los trabajadores le digan», y que está cansado «de esperar dos y tres horas por que le notifiquen que debe llevar un pedido que no llega».

Es este uno de los agravios que más soliviantan a los repartidores por cuenta ajena. El tiempo que invierten a la espera de que les llegue una notificación al móvil para realizar un pedido no está remunerado en modo alguno, pero su jornada laboral sigue sumando horas a la intemperie. «Los días de lluvia son los peores, el calor lo aguantas como puedes», sugiere Jhonier, un colombiano de 27 años que muestra con orgullo su portentosa bicicleta eléctrica.

Arafat, de 30 años, quien ya piensa en dejar el reparto de comida a domicilio. Carlos Gil-Roig

Medio tumbado en una de las terrazas de la plaza, Leonardo Zambrano es un buen conocedor del asunto de la ley rider. Explica que ha seguido en los diarios el combate legal entre Glovo y Uber Eats, más que nada por lo que le concierne. Él trabaja a media jornada como repartidor a domicilio de una conocida farmacia en Zaragoza. Con contrato, por supuesto. Pero en sus horas de trabajo para Glovo él es autónomo. «Te puedes sacar 1.800 euros limpios, sí, pero le quitas los 300 de la cuota y que trabajas explotado cerca de 12 horas. No vale la pena», cuenta el joven, con una hija de doce años a su cargo.

Los 'riders' piensan en cambiar de compañía

Zambrano repartirá para Uber Eats en septiembre porque le sale más a cuenta. Pero seguirá trabajando por cuenta propia, dado que la compañía cumplirá su amenaza de volver al modo de actuar previo a la ley rider y ya está cosechando una flota renovada de repartidores. Lo atestigua un correo electrónico que recibió esta semana. En el e-mail se lee lo siguiente: «Volvemos a conectar. Durante los últimos meses, sois muchos los que os habéois puesto en contacto con nosotros para repartir con Uber Eats como autónomos. Para darte respuesta, estamos trabajando en una nueva herramienta, ajustada al maraco regulatorio actual, que te ofrecerá total libertad para elegir tu tarifa. Con ella podrás utilizar la app como autónomo, con total flexibilidad e independencia".

No obstante, también los hay que prefieren la libertad que le confiere a uno ser autónomo. Julio Valencia afirma que trabajando entre ocho y diez horas se lleva unos 1.100 euros, y así le queda rato para dedicarse a sus asuntos, como las clases que toma para entrenar boxeo. «Para mí es mejor, me da para mis gastos y es mucho más flexible», comenta mientras lame un helado de nata o vainilla, su paso previo a comenzar la jornada laboral de reparto un miércoles cualquiera.

Una repartidora de Glovo mira su móvil en busca de un pedido que repartir, en la plaza España de Zaragoza. Carlos Gil-Roig

Otros no tienen siquiera opinión, bien por desconocimiento, bien porque acaban de desembarcar en el negocio. Un joven al que le otorgaremos el anonimato llegó desde Venezuela hace dos meses. Casi al día siguiente se puso a trabajar «en negro», porque no cuenta todavía con los papeles en regla. «Nadie me puso impedimento para trabajar en esto, y así vivo con mi novia en que nos dan el permiso de residencia», cuenta el hombre, animado aun con su preocupante situación. En la plaza España se queda la legión de bicicletas y riders a la espera de que les llegue un pedido. Con él metido en la mochila de la precariedad surcarán la ciudad, a la espera de que la ley les confiera la protección que les prometieron. 

Compartir el artículo

stats