El Periódico de Aragón

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LOS PELIGROS DE LA SEGURIDAD VIAL

Zaragoza reclama el fin del ámbar

Ciclistas y peatones solicitan un cambio en la regulación de los giros a la derecha para evitar más catástrofes en la capital aragonesa

El semáforo en ámbar, el gran señalado por los ciclistas, conductores y peatones. ANDREEA VORNICU

Coches, tranvías, autobuses, bicicletas y vehículos de movilidad personal –VMP, o patinetes en su acepción más utilizada– conviven desde hace años por las calles de las ciudades aragonesas. Desgracias como las de Mario, el joven zaragozano de 14 años que fue arrollado la pasada semana por un bus urbano, y que se sumó a la lista negra de nueve fallecidos en accidentes en el interior del núcleo urbano en este 2022, el peor dato de la última década, traen de vuelta a la sociedad el eterno debate en torno a las preferencias, el respeto a las señales y el cuidado en la calzada y en las aceras. 

La situación se agrava con la presencia de los carriles bici y con el tranvía. Más vehículos, más carriles, más puntos a los que prestar atención. Ante todo, amigo conductor, precaución, como decía la ya clásica canción. 

Un paseo por Zaragoza demuestra que el barrio del Actur, la zona de Casablanca o el entorno de la avenida de Valencia son algunas de las localizaciones de la capital donde más se repite esa combinación de giros y presencia de carriles bici. Muchos giros a la derecha se hacen apoyados en un semáforo en ámbar. Ese parpadeo y ese naranja es el foco del debate para muchos ciudadanos. ¿Es suficiente? ¿Se respeta todo lo que marca? ¿Hay prisa por cruzarlo?

Los 15 segundos que dura ese parpadeo son tiempo de dudas, frenazos y algún improperio. Un escaso período de tiempo que muchos conductores hacen como que no existe: los vehículos no reanudan su marcha hasta que el disco verde no ilumina el semáforo, para evitar posibles encontronazos o dudas con los ciclistas y peatones, con preferencia en ese tipo de situaciones. 

Celia es una joven que combina sus salidas en bicicleta con el uso del coche. Como casi siempre se mueve por el Actur y sus alrededores, convive habitualmente con este problema de los semáforos en ámbar. «Es el principal conflicto cuando vas por la calzada», asegura esta zaragozana, que no tiene «ningún reproche» hacia el tranvía, que también comparte zona de acción. 

«Se nota que las bicicletas y los patinetes van mucho más relajados en las zonas donde hay muchos de estos giros», resume Celia, que advierte a otros compañeros ciclistas de que «hay que estar muy atentos» para evitar cualquier tipo de problema. «Los segundos en ámbar son los que provocan los posibles conflictos». 

La también conductora siente lo mismo cuando va al volante de su coche, «porque también prestó más atención, tanto a la llegada del tranvía como a los usuarios del carril bici y los peatones». ¿Alguna solución para evitar que se repitan este tipo de situaciones potencialmente peligrosas? «Para mí, la solución pasa por que solo existan el semáforo rojo y verde en este tipo de casos, evitará muchos accidentes o choques».

Hasta que llegue, si es que llega, ese cambio de modalidad en los semáforos de la ciudad, solo queda acogerse a unas técnicas conocidas por todos: «Aumentar todavía más la precaución, bajar el ritmo de circulación en estas zonas y fijarse con más atención en todo lo que nos rodea». 

María Jesús es otra usuaria habitual del carril bici, aunque ella lo hace montada en su propio vehículo de movilidad personal. Acostumbrada ya a moverse en patinete por toda Zaragoza, sigue convencida de su utilidad: «Para distancias medias y cortas es perfecto, y si necesito moverme más lejos me subo con él en el transporte público». En el caso del tranvía, incluso, lo ve como «un sistema de defensa, porque los conductores frenan al verlo llegar». 

Pese a ser una fiel defensora de este tipo de movilidad por la ciudad, María Jesús lamenta que «está complicado» moverse con total normalidad en este tipo de transporte. «No es muy habitual que se respeten todas las señales o todos los órdenes de preferencia», comenta la usuaria, en referencia a algo que sin duda dificulta su forma de moverse por Zaragoza. 

«Ya que no es muy normal que los coches o los autobuses se tomen todas las precauciones, no nos queda otra que ser más precavidos», añade una María Jesús que sí que nota mucho respeto «por el peatón, quizá porque estamos más acostumbrados». La conductora de VMP sí que recuerda haber tenido que «dar muchos frenazos para evitar accidentes», y algunas situaciones incómodas, como «encontronazos con conductores que no han tomado correctamente este tipo de giros».

«Hasta que no se cambien este tipo de normas de circulación, a los ciudadanos no nos queda otra de ser aún más precavidos y dejar de ir cada uno a nuestra bola», sentencia María José. 

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