CRISIS ABIERTA EN LA FORMACIÓN ARAGONESA

Los pares desparejados del PAR

La guerra abierta está lejos de resolverse por el amistoso camino de la reconciliación / El enfrentamiento entre quienes fueron compañeros se ceba en lo personal pero afecta a un proyecto político clave para Aragón

Arturo Aliaga se rodeó de cargos orgánicos e institucionales del partido en su rueda de prensa para analizar la sentencia.

Arturo Aliaga se rodeó de cargos orgánicos e institucionales del partido en su rueda de prensa para analizar la sentencia. / ÁNGEL DE CASTRO

Laura Carnicero

Laura Carnicero

El Partido Aragonés lleva abierto en canal demasiado tiempo como para salir entero de este proceso de enfrentamiento entre bloques. Casi parece una utopía que pueda producirse una «reconciliación» entre los oficialistas de Arturo Aliaga y los críticos liderados por Elena Allué, que no hacen sino echar sal en una herida abierta, al menos, desde 2020. La sentencia que estima parcialmente la demanda del sector crítico y anula los efectos derivados del congreso celebrado en octubre de 2021, lejos de calmar las aguas, ha abierto un nuevo capítulo de enfrentamientos e incertidumbre en una formación política única en España y que ha estado en casi todos los Gobiernos de Aragón de la democracia. A día de hoy, no se sabe si el partido podrá celebrar un congreso extraordinario ni si llegará a tiempo su necesaria refundación para presentar un proyecto unido o al menos consistente para las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo de 2023.

El PAR ha gobernado en ocho de las diez legislaturas que ha vivido la autonomía que en este año celebra su 40 aniversario. En unas ocasiones con el PP, en otras con el PSOE, y ahora como parte de un cuatripartito junto a Podemos y CHA además de los socialistas. La fragmentación política en Aragón y su anclaje en el territorio lo convierten en una pieza clave para conformar Ejecutivos en una tierra que no es de mayorías, sino de pactos.

El apodado por José Ángel Biel como el «clavico» del abanico afronta un momento dramático que puede ser crucial para la supervivencia de un proyecto político de centro, con marcado acento aragonés, que logró calar en el territorio haciéndose hueco en los ayuntamientos, las comarcas y las diputaciones. El PAR es el tercer partido que más candidaturas fue capaz de armar en las pasadas elecciones municipales de 2019, detrás del PSOE y el PP, pero después de esta serie de crisis encadenadas parece complicado que pueda repetir la gesta. Aun así, esta misma semana su presidente recordó: «Nos han dado por muertos muchas veces y aquí seguimos».

En un mundo cada vez más globalizado y con la práctica totalidad de los partidos aragoneses poniéndose el apellido de «aragonesistas» para mostrar su rasmia ante los Gobiernos centrales, el espacio de centro aragonesista parece más achicado que nunca, pero no por eso es menos relevante en el tablero político.

Prueba de ello es que la pugna que viven sus siglas interesa por igual al PP y al PSOE. Sus máximos dirigentes no han dudado en intervenir esta semana en favor de uno y otro sector. El popular Jorge Azcón fue el primer político aragonés en pedir la dimisión de Arturo Aliaga por «tramposo». El mismo calificativo que después utilizaron desde el sector crítico para definir a su presidente y exigir su salida, no solo del partido, sino del Gobierno de Aragón. El socialista Javier Lambán no tardó en mostrar su «apoyo absoluto» a su vicepresidente. Ambos son conscientes de que el signo que gobierne en el PAR puede marcar el futuro Gobierno de Aragón.

Los críticos también usaron la sede pero no se rodearon de más apoyos.

Los críticos también usaron la sede pero no se rodearon de más apoyos. / EFE / Javier Cebollada

La tensión en el sector crítico es máxima. Después de un año apartados de los órganos del partido por Aliaga, que no intentó ningún tipo de acercamiento tras el bronco congreso que acabó judicializado, su única baza es seguir ganando en los tribunales para reivindicar su legitimidad. Y seguir captando la atención mediática para recordar a los militantes de base del PAR que los críticos siguen existiendo. Aunque se empiezan a temer que para hacer camino en política quizá tengan que inventarse un nuevo proyecto de centro aragonés fuera de las siglas del PAR.

En esta guerra casi fraticida entre personas que trabajaron juntas durante años y fueron como familia, cada cual oculta sus debilidades y vende sus fortalezas por doquier. Sin embargo, ni unos ni otros saben con certeza quién tiene más apoyos fuera de esos núcleos duros casi inamovibles. Sea por el calor del poder que dan los cargos, o por la rebeldía de no tenerlos y haber ganado la partida en la Justicia, unos y otros defienden sus argumentos mientras denuncian la «traición» de quienes hace bien poco fueron compañeros.

Con todo, aún hay algunas voces que prefieren no dar un paso adelante pero que fuera de los focos hablan de la «reconciliación» y de la «unidad» como el único bálsamo que podría salvar al partido. Muchos se ven fuera de la política cuando se cierren las urnas el próximo 28 de mayo. Claro que también unos y otros no dudan de que el interés de la otra parte es «aniquilar» el partido y que no llegue vivo para entonces. 44 años de historia están en juego y quedan tan solo seis meses para los comicios. 

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