A FONDO

Cifras que son fechas

Con pocas semanas de diferencia, el INE ha publicado las ‘Cifras de población’ que, basadas en los censos, informan hasta un nivel provincial y las ‘Cifras oficiales de población de los municipios’, con fuente en los padrones, los cuales detallan. A ello se ha sumado la noticia de que China, por primera vez en su historia reciente, ha perdido habitantes

Según el Instituto Nacional de Estadística, Aragón ganó 54 habitantes en el año 2021.

Según el Instituto Nacional de Estadística, Aragón ganó 54 habitantes en el año 2021. / ÁNGEL DE CASTRO

Luis Antonio Sáez / Profesor de Economía Aplicada

Estos días se han publicado aún más reportajes y ensayos sobre trayectorias demográficas en clave económica, cultural, de sostenibilidad, o incluso asociadas a logros políticos. Más allá de desmenuzar pequeñas oscilaciones dentro de una cierta estabilidad macro para Aragón, complicadas por las divergencias estadísticas, (en 2019 el Padrón registraba casi mil aragoneses menos que las Cifras de población, mientras que el 1 de enero de 2022 son 12.156 más), y por la excepcionalidad del bienio covid, con comportamientos residenciales de nuevo cuño y otros meramente estratégicos, la cuestión relevante es, creo, preguntarnos qué significan, para propiciar discusiones exigentes. Pasar de la neurótica del dato a la erótica de la política.

Para ello, en primer lugar, conviene precisar cómo se elabora la información sobre la que se argumenta, porque un indicador sesgado puede contaminar toda la analítica posterior. El padrón es un mero registro administrativo de dónde residimos, entendido como el lugar en que uno «pasa normalmente su período diario de descanso». Entran las dudas de si lo que mejor describe nuestro papel en una comunidad es dónde dormimos, y si eso es datable de manera inequívoca, cuando la movilidad, funcional, afectiva, y otras muchas más, dan lugar a geometrías variables en lo espacial y temporal.

Cuando se pregunta a un secretario cuántos viven en su pueblo, viene a decir que «ni están todos los que son, ni son todos los que están», con una varianza amplia según calendarios. Como en cualquier relación, el vínculo se mantiene tanto por cuestiones interesadas, leña, setas, caza, menor fiscalidad (ya antes de las leyes de dinamización rural había múltiples deducciones y ayudas dentro de una presión fiscal más baja), como por otras más sentimentales, como elegir y ser elegible para un ayuntamiento (multitud de alcaldes no «duermen» allí, pero son un importantísimo activo institucional) así como contribuir al umbral mínimo que justifica unos servicios públicos.

Además de la dificultad en saber de dónde es uno (Facundo Cabral y Jorge Dréxler, rioplantenses de orillas opuestas, deconstruyen ese constructo social tan dañino cuando es identitario), las estrategias sobre la despoblación en liza, en mi opinión, adolecen de corrección política. Apenas hay disonancias en sedes parlamentarias ni en tendencias mediáticas. Quienes marcan esas agendas no se apremian con los fundamentos de una medida, ni con una comparativa de casos equivalentes, si es factible su implementación, plantearse su equidad o insostenibilidad, nada sobre los efectos secundarios, a veces muy perversos. Basta con una foto bien encuadrada, «la apariencia siempre vence a la verdad», como poetizó Simónides hace 2.500 años y lo saben los viejos del teleclub desde que echaron los dientes.

Calidad de vida

Porque la despoblación es el paradigma de la política hecha espectáculo, pero sin la batería de preguntas a cualquier protagonista de la Romareda, ni la crítica minuciosa sobre la candidatura a un Oscar. Echo de menos preguntarnos sobre los objetivos, pues no entiendo por qué se identifica de manera unívoca más población con mejor, y menos con peor. A veces, por variaciones milimétricas se hace pódium, sin desentrañar porqués y cómo.

Hay ejemplos de calidad de vida en entornos rurales de muy baja densidad donde las personas aumentan sus capacidades y hacen efectiva su agencia. Por otro lado, de acuerdo a las previsiones demográficas, ¿es factible? Entonces, ¿por qué metas imposibles que inducen decisiones equivocadas y frustración posterior?

Sobre las formas de intervenir, incurriría en un tercer grado. Solo enuncio las que más me fascinan, sin criterio, como es uno. ¿Por qué se da más importancia a las infraestructuras que a las personas y equipos que les dan significado y contenido? ¿Por qué se racanea a proyectos de bajo presupuesto con rendimientos elevados en capital humano, social, relacional e innovación, sostenibles, que luego tratan de emular, en versión pija, con fondos mucho más elevados y costes redundantes? ¿Por qué se prioriza la minuciosidad burocrática y el resultadismo de indicadores en las agencias de desarrollo rural en lugar de apoyar su papel dinamizador hacia un emprendimiento enraizado y unas actividades que generen arraigo y vínculos? ¿Por qué no se aplican a sí mismas las instituciones lo que promueven sobre innovación social coordinándose horizontal y verticalmente, inter e intradepartamentos, con trabajo en red hacia otros agentes y concertación con la sociedad civil, a través de principios de transparencia, austeridad, evaluación crítica, simplificación y amabilidad?

Si está demostrado que la escala idónea en lo territorial son las áreas funcionales, dados los efectos desbordamiento del ámbito municipal tanto en lo económico y laboral, como en infraestructuras y en dinámicas sociales y culturales, ¿por qué se miman las perspectivas localistas? ¿Por qué las comarcas no desarrollan su potencial estratégico y se quedan en meros entes administrativos?

Seguiría, por supuesto, hay muchas políticas que son encomiables, rigurosas y transformadoras, gestionadas con sentido y sensibilidad. Pero hay otras, siempre demasiadas, que, en mi opinión (de bicho raro), se proponen sin reflexión ni análisis. Sucede, especialmente, cuando se presentan nuevas estadísticas, con las que su análisis se simplifica en barajar unos datos, cifras que se creen contundentes. Olvidan algo que veía Machado al pasear «entre San Polo y San Saturio… (en) los chopos del río… en sus cortezas grabadas... cifras que son fechas».

Suscríbete para seguir leyendo