Entrevista | Contracorriente Activista oscense de Amnistía Internacional

José Manuel Mur: "Hay que crear canales seguros de refugio, y las vallas no lo son"

José Manuel Mur, con una pancarta que pide la libertad de Julian Assange.

José Manuel Mur, con una pancarta que pide la libertad de Julian Assange. / EL PERIÓDICO

Alberto Arilla

Alberto Arilla

José Manuel Mur es un activista oscense que lleva siendo miembro de Amnistía Internacional desde 2006, año en el que la organización creo un grupo local de trabajo en Huesca. Asimismo, Mur ha sido socio de la agrupación desde 1996, y lleva casi tres décadas luchando por los derechos humanos.

¿Qué balance hacen desde Amnistía Internacional de 2022?

Ha sido un año complejo para los derechos humanos. Por un lado, la crisis desatada por la invasión rusa en Ucrania. Por otro lado, está lo ocurrido en Irán en septiembre, con la muerte de Mahsa Amini y la reacción en cadena por los derechos de las mujeres. También nos preocupa la situación en Afganistán, donde cada mes nos despertamos con un recorte nuevo de derechos. Otro hecho ha sido el tema del aborto, que empezó en EEUU y vemos que puede ser tendencia. A nivel nacional, una de las situaciones más tristes ha sido la matanza de la valla de Melilla del pasado 24 de junio. Amnistía sacó un informe bastante completo de lo sucedido, donde se exigen responsabilidades por la muerte de más de 30 personas y decenas desaparecidas.

¿Cómo es el trabajo desde Aragón?

Somos una organización internacional, con 98.000 socios en España, 2.500 de ellos en Aragón. Aquí tenemos dos grupos locales, Zaragoza y Huesca, y luego un pequeño equipo de relaciones institucionales, que se encarga del trabajo de presión con la DGA. En cuanto al trabajo, tenemos varias patas. Las campañas globales de defensa de derechos son el trabajo prioritario. Ahora mismo, por ejemplo, hacemos campaña por la libertad de expresión y la protección del espacio de la sociedad civil, un derecho que se está cercenando en muchos países, incluso en España, que sigue sin derogar la ley mordaza. Los grupos locales salimos a la calle a hacer campañas de sensibilización, con recogidas de firmas. Otra pata es el trabajo por casos concretos, como el de Julian Assange, un ejemplo muy paradigmático de cómo están las cosas. Y siempre hay un trabajo reactivo, en el momento que surge una crisis, a travñes de cartas, redes sociales… A nivel local también trabajamos en la educación, con una red de escuelas que dos o tres veces al año dedican una parte del tiempo a que los niños se familiaricen con todo esto.

¿En qué casos de la comunidad se centran en estos momentos?

A nivel autonómico, estamos trabajando mucho en el derecho a la salud. Por ejemplo, estamos haciendo una campaña por conseguir que el 25% de los presupuestos de las comunidades para sanidad se lo lleve la atención primaria, algo que también demanda la ONU. pero en Aragón hay un problema, y es que no está el presupuesto desglosado como en otras comunidades. También nos preocupan otros aspectos como la ley de vivienda.

¿Cómo valora la respuesta a las crisis de 2022, como la de Ucrania?

Ha sido una reacción extraordinaria, a nivel nacional y autonómico. Por primera vez, se ha reaccionado como se tiene que reaccionar. Esto deja claro que no es que no se pueda, es que no se quiere. La mayoría de las personas que murieron en Melilla también huían de conflictos armados. La capacidad de acogida es muy grande, pero hay que querer.

"La crisis de refugiados de Ucrania deja claro que no es que no se pueda, es que no se quiere. La mayoría de las personas que murieron en la valla de Melilla también huían de conflictos armados"

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Se necesita, por tanto, más compromiso institucional.

Hay que crear canales seguros de refugio y apoyo, y las vallas no lo son. Hablamos de conflictos en los que la gente huye de la muerte, y es algo que en Ucrania se ha visto muy claro. Si cogías un taxi e ibas a Ucrania a buscar gente eras un héroe, pero hace unos años si hacías lo mismo en Siria eran poco menos que delincuentes, con personas que llegaron a ser denunciadas.

¿Cuánto tiempo le dedican a la organización?

Tenemos un grupo de trabajadores en la sede central, en Madrid, y algunas en comunidades con más volumen de activistas. El resto somos voluntarios, le dedicamos nuestro tiempo libre. La ventaja es que el trabajo es de campo, no tenemos que volvernos locos en preparar materiales. Al final, es como todo, uno se puede involucrar un rato todas las semanas o meterse dos horas al día. Y luego hay distintas fórmulas para implicarse en la organización. Una de las claves es nuestra independencia, ya que no recibimos ningún tipo de subvención.

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