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Alberto Martí, ingeniero industrial en Berlín: "Las distancias en la actualidad son relativas"

Tres aragoneses cuentan su situación laboral en Alemania, Australia y Newcastle / Quieren volver a España pero lo harán en un futuro no muy cercano

Alberto Martí no se plantea de momento volver a España.

Alberto Martí no se plantea de momento volver a España.

Eva García

Eva García

Alberto Martí solo tardó un mes en conseguir trabajo en Berlín; en una empresa de aerogeneradores, explica este ingeniero industrial, que estudió el grado y el máster en la Universidad de Zaragoza. El destino vino marcado porque durante su Erasmus conoció a su actual pareja, una joven italiana, así que eligieron el camino del medio, encontrarse en Berlín, donde esperan trabajar varios años para luego volver. «Habrá tira y afloja, pero espero que a Zaragoza», afirma el joven de 25 años. 

Reconoce que las condiciones laborales son «mucho mejores» ya que los sueldos brutos están entre «el doble o el triple» de lo que cobraba en Zaragoza. El mayor problema en Alemania es «la vivienda porque hay más demanda que oferta» y existe mucho subalquiler y realquiler, que al no ser legal «no permite el empadronamiento». En su caso tiene suerte porque su pareja llevaba ya un par de años viviendo en Berlín.

El nivel de vida en la capital, asevera, es «más barato que Barcelona o Madrid y un poco más caro que Zaragoza».De momento no se plantea la vuelta y espera trabajar una temporada en Alemania.

Para Alberto, «las distancias ahora son más relativas que quizá para la generación de nuestros padres», asevera, ya que ahora con el transporte y el teletrabajo es «más fácil viajar que antes».

Él, sobre todo, echa de menos el sol, los amigos y la familia, aunque reconoce que el «estereotipo de que los alemanes son muy suyos, estoy a gusto porque tengo mi grupo de amigos de Erasmus y también un grupo de alemanes». 

Marta Monfil está viviendo en Australia

Marta Monfil está viviendo en Australia

Marta Monfil (Maestra. Vive en Australia): «Llevo una vida frenética y me costará adaptarme»

A Marta Monfil le encanta viajar, vivir experiencias nuevas y «empezar desde cero». Así lo demuestra su currículum. Ha vivido en Sevilla, República Checa y cuando acabó Magisterio de Primaria en Unizar (ahora está acabando de Infantil a distancia) estuvo un año en Londres. Y ahora reside en Australia (en Melbourne, aunque se va a trasladar a Queensland). Los primeros días fueron duros por la distancia pero tras conocer gente y tener entrevistas de trabajo «ya lo ves más claro. Su idea es vivir uno o dos años más allí y después volver a España, aunque «mi familia no se lo cree», reconoce la joven de 25 años. 

De momento no puede ejercer como profesora porque «los procesos son lentos», así que durante un tiempo ha trabajado en un restaurante «y me ha encantado». Además, asegura que allí «es bastante sencillo ahorrar» y ella lo está aprovechando para viajar porque «conocer pueblos y ciudades es adictivo». 

En Australia, afirma, necesitan profesores, por eso cree que «buscar trabajo en España será duro porque no sé cómo estará mi currículum a la vuelta, aunque siempre me quedará opositar».

Más que el trabajo, considera que lo que más le costará será adaptarse. «Llevo una vida frenética, con muchos planes y estímulos todo el rato y me costará llevar una vida tranquila», como la que llevan sus amigas de Zaragoza, «una vida más adulta, con más responsabilidades». Y es que quiere «seguir sintiéndome joven y con 40 años igual no se puede». Por eso sigue «con ganas de seguir explorando». 

Cristina Chueca se doctoró en Ciencias Políticas en la Universidad de Glasgow.

Cristina Chueca se doctoró en Ciencias Políticas en la Universidad de Glasgow.

Cristina Chueca (investigadora en Newcastle): «No es fácil coger la maleta y empezar de cero»

Cristina Chueca salió de Zaragoza camino a Glasgow para estudiar el grado de Psicología pero pronto se cambió a Ciencias Políticas porque «hay mucha flexibilidad», explica. Ella terminó en 2018 y se quedó porque el proyecto de investigación que diseñé obtuvo financiación del gobierno británico». Eso le permitió hacer un máster en Comunicación Política y doctorarse en Ciencias Políticas. Le costó adaptarse pero la gente en Glasgow es «extremadamente amable y acogedora y además había más jóvenes comenzando la carrera. 

No descarta volver pero reconoce que «las oportunidades laborales en España no son ideales, en el sentido económico y la precariedad laboral de los contratos temporales», lo cual es una pena porque hay compañeros y equipos «excelentes» en Madrid, Barcelona y Zaragoza pero «no son tan competitivos como en Reino Unido». Y en su caso además debería convalidar el título. 

Además le gusta su trabajo, actualmente de «investigación en sistemas complejos y métodos computacionales de la Universidad de Durham», así como vivir en Newcastle, así que «no me planteo volver a España; sí mudarme a Austria por la calidad de vida que tendría allí».

Tiene claro que «no es fácil coger la maleta y empezar de cero en un sitio y un trabajo nuevo» pero siempre ha contado con sus amigos, aunque también opina que «conectar» a la vuelta puede ser difícil porque «no han pasado por las mismas experiencias». Irte fuera «cambia tu perspectiva y te haces independiente» pero al volver, «somos diferentes pero seguimos siendo los mismos que en el instituto».

Tampoco hay mucha diferencia entre los jóvenes españoles y del Reino Unido, "gente con entusiasmo y ganas de trabajar. Lo que si se nota es a la hora de la comida y no me refiero a los horarios extraños de comer a las 12 y cenar a las 6 de la tarde, que yo me niego a seguir esa norma, sino más bien a la hora de cocinar y comer bien". Reconoce que en España, la gente disfruta comiendo y comiendo bien, cosa que en Reino Unido "no se tiene la misma apreciación de la gastronomía". Además, están los precios, "3,40£ (4€) por un café con leche en una cafetería corriente o 16£ (18€) por una hamburguesa de queso y bacon con patatas en un restaurante normal".

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