Movilidad urbana

Bicis y patinetes: una convivencia obligada y algo turbulenta

Los ciclistas critican el uso indebido que hacen los usuarios de los vehículos eléctricos del carril bici en Zaragoza y les acusan de incumplir las normas de tráfico y circular de manera imprudente y a gran velocidad

Dos jóvenes, uno en bici y otro en patinete, circulan por el carril bici del paseo Fernando el Católico.  | JAIME GALINDO

Dos jóvenes, uno en bici y otro en patinete, circulan por el carril bici del paseo Fernando el Católico. | JAIME GALINDO / judit macarro

Judit Macarro

Judit Macarro

Circular por la capital cada vez se vuelve más complicado. Las calles de Zaragoza se llenan todos los días de diferentes tipos de transporte, entre ellos los Vehículo de Movilidad Personal (VMP), como los patinetes eléctricos, que ahora empiezan a dominar los carriles bici. Toda una orquesta de vehículos que no acaban de entenderse en su circulación. Aunque viajar en patinete está de moda por sus muchas ventajas, lo cierto es que desde su aparición han estado siempre envueltos en la polémica.

Allá por 2011, las bicicletas fueron la diana de las quejas de los viandantes y pilotos de coches, motos o cualquier otro tipo de vehículo tradicional. «Van por las aceras», «no respetan las señales» o «son un peligro» eran algunas de las frases que más se escuchaban por la calle. Ahora, ese susurro de voces se convierte en un deja vú aunque, esta vez, por los usuarios de patinetes. A las quejas de los peatones y conductores se suman las de los ciclistas, que parecen olvidar sus inicios en las ciudades.

Mires donde mires (aceras, carriles bici o calzadas), en Zaragoza siempre hay un VMP circulando. «Son muy cómodos, económicos y puedes llegar rápido a cualquier lugar», dice José María Hurtado, un zaragozano de 22 años. El joven se mueve todos los días con su patinete, que alterna a veces con la bicicleta «de toda la vida». Hurtado asegura que respeta las normas. «Lo hago, voy por el carril bici y si la zona no tiene, conduzco pegado a la derecha de la carretera por si acaso». Además, «siempre llevo el casco, una obligación impuesta por mi padre que agradezco», admite, porque «los coches no van a la velocidad que deberían y me da un poco de miedo, la verdad».

Con una velocidad que alcanza los 25 kilómetros por hora, los transportes eléctricos se unen al compás de los que circulan por el carril bici. «Muchos quieren ir más rápido que tú y te quieren adelantar», explica Aurelio Lázaro, que todos los días se sube a la bicicleta para moverse por la ciudad. «Van como pollo sin cabeza», incide el ciclista que, como José María, considera imprescindible «el uso del casco en el patinete». «En la bicicleta y no tiene sentido que en el eléctrico no porque alcanza más velocidad».

La aparición de nuevos agentes en la movilidad tiene sus ventajas, pero también su peligro. De hecho, la siniestralidad ha aumentado en los últimos años notablemente en la capital. En 2022, los patinetes protagonizaron 333 siniestros (con dos víctimas mortales) frente a los 178 de 2021 o los 100 de 2020. El incremento tiene una explicación sencilla y lógica, y es que cada vez hay más usuarios de patinetes y bicis, y hay más agentes con los que convivir en las calzadas y en los carriles bici.

Casco obligatorio

Lo de protegerse con un casco lo defienden hasta los propios usuarios. Desde la Asociación de Usuarios de Patinetes, su presidente Guillermo Royo considera «que debería ser obligatorio». «La cabeza es la parte del cuerpo que más sufre en caso de accidente», insiste. Este colectivo, que nació en 2017, defiende el uso los VMP para desplazarse por la ciudad. Para ellos, este medio ecológico «tiene más ventajas que la bicicleta, en términos de almacenamiento en casa, de esfuerzo físico durante el calor y, además es un transporte asequible, no cuesta más de 300 euros».

Por ello, ante las críticas por el mal uso de los usuarios, desde la asociación hacen «quedadas para fomentar una práctica adecuada». Por ejemplo: no ir en dirección contraria, ni por la calzada o, algo que suele verde más de la cuenta, circulando con dos personas subidas, enumera Royo.

El presidente de Usuarios de Patinetes es consciente de los problemas que causan algunos conductores de estos VMP, sin embargo, incide en que «el peligro no está en el vehículo, sino en quien lo usa».

«Nos meten a todos en el mismo saco», se queja Hurtado. «Yo cumplo las normas y no me parece justo que porque otros no sepan hacer un buen uso la paguemos todos», lamenta.

No opina igual Iván Jiménez, usuario de las dos ruedas. «No suelen respetar las señales de tráfico», critica. Para este ciclista, los patinetes son «un transporte más», «otra forma de desplazarse más ágil, cómoda y barata», admite.

Una usuaria de patinete eléctrico circula sin casco en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia.

Una usuaria de patinete eléctrico circula sin casco en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia. / FRANCISCO CALABUIG

Por ello, un control más restrictivo para este tipo de transportes es la solución más rápida para ciudadanos como Iván, Aurelio y José María. «Multar a aquellos que vayan por las aceras o que no cumplen las normas de tráfico», expresa Jiménez, a quién hace unas semanas un usuario de patinete casi se le «lleva por delante porque iba en dirección contraria».

Según Royo, la mayoría de las sanciones «son cómodas» y asegura que los que realmente incumplen la normativa suelen salir impunes «y no se les persigue». Sin embargo, admite, «la policía se coloca en áreas como la del carril bici de San Francisco para multar a los que siguen yendo por la acera». Algo que, según el presidente de la asociación, «la mayoría lo hace por costumbre, porque antes el carril pasaba por la calzada y no por la carretera, que además es más peligrosa para los usuarios».

El año pasado, la Policía Local interpuso 184.335 sanciones, el 96% fueron a parar a conductores de coches o motos (176.210), mientras que el 4% restante se repartía entre los usuarios de las bicis (1.997), de los patinetes (5.619) y los peatones imprudentes (509). Preocupa especialmente la siniestralidad entre los vehículos de movilidad personal (VMP), en constante ascenso.