la intrahistoria política

La primera funcionaria de las Cortes: 40 años en el Parlamento aragonés

María José Tomey se jubila tras cuatro décadas siendo testigo de la historia de Aragón

María José Tomey, funcionaria de las Cortes, el último día de jornada laboral, frente al ordenador.

María José Tomey, funcionaria de las Cortes, el último día de jornada laboral, frente al ordenador. / CORTES DE ARAGÓN

Laura Carnicero

Laura Carnicero

Decía la escritora Almudena Grandes en su obra Inés y la alegría que «la Historia inmortal hace cosas raras cuando se cruza con el amor de los cuerpos mortales». En ocasiones, las historias en minúscula ayudan a escribir la Historia de países, reinos y regiones. La de María José Tomey, primera funcionaria que llegó a las Cortes de Aragón en 1983, jubilada esta semana, sirve para pintar los matices a cuatro décadas de autonomía en Aragón.

«El 20 de mayo de 1983 se constituyeron las Cortes. El 22 de junio, entramos a trabajar mi compañera y yo», rememora Tomey, con la precisión con que se recuerdan las grandes fechas. «Entonces solo estaba Luis Granel en el servicio de prensa y algún colaborador del Gobierno de Aragón que venía a ayudar», relata. «Todo estaba por hacer». Ocho años después de la muerte del dictador y con la frescura de las primeras elecciones autonómicas, las Cortes se ponían en marcha sin sede propia, «ocupando espacios cedidos» por otros y a la espera de los cambios que llegarían esa legislatura de la mano de su primer presidente, Antonio Embid.

Tomey, que hace una semana se despidió de sus compañeros y de los diputados tras 40 años de servicio, recuerda que la primera legislatura fue «la de la ilusión». «Recuerdo la ilusión compartida, capitaneada por el presidente Embid, la emoción de la primera piedra de las obras en el Palacio de La Aljafería y el traslado definitivo en la segunda legislatura», rememora a este diario.

Tomey, la primera mujer a la derecha, el día que fue nombrada en 1983.

Tomey, la primera mujer a la derecha, el día que fue nombrada en 1983. / LAS CORTES DE ARAGÓN

Su camino comenzó «de manera totalmente fortuita» en el gabinete de prensa después de superar una serie de pruebas a las que se presentó sin saber que estaba concurriendo al primer proceso de selección para el personal funcionario de la Cortes de Aragón. «Nos venía justo para entender qué era la autonomía; todo era nuevo», insiste. «Fui pasando los exámenes. Había tres plazas, una la dejaron desierta. Y una de las otras dos fue para mí, con solo 23 años. Yo no acababa de creérmelo y en casa fue una alegría tremenda, como si me hubiera tocado la lotería. Y creo que me tocó», dice, emocionada y satisfecha.

De sus cuatro décadas en la institución, 34 años los ha dedicado de forma ininterrumpida a los servicios jurídicos. Desde allí ha vivido los cambios más trascendentales de la institución. También los episodios más difíciles, como la capilla ardiente de Manuel Giménez Abad, líder del PP aragonés, asesinado por ETA. «Era un político muy querido, pero para nosotros además había sido el letrado mayor de las Cortes durante muchos años», recuerda.

Entre las sorpresas y los cambios que ha vivido en el Parlamento aragonés también rememora la «primera vez que entró CHA, porque hasta entonces siempre habían sido los mismos», y luego llegaron más, con la irrupción de Podemos «nada menos que con 14 diputados», o en la última etapa, la llegada de Vox y Teruel Existe. Tras 40 años, Tomey se atreve a calificar las Cortes como un «Parlamento ejemplar». «Aquí no se han visto los enfrentamientos del Congreso ni grandes broncas en el pleno. Aquí se han guardado siempre las formas, y que dure», deja como deseo. Es habitual, recalca, ver en la cafetería a adversarios políticos compartiendo un café. Lo que sí ha cambiado de forma radical en estas cuatro décadas de historia ha sido la tecnología. «En las Cortes siempre hemos sido pioneros en medios informáticos. Cuando todo el mundo seguía con máquinas de escribir, aquí ya teníamos ordenadores», recuerda. «Pero la transformación más revolucionaria llegó con Internet: pasamos de enviar telegramas por Correos a los diputados al correo electrónico», explica.

Sus recuerdos son pedazos de esa historia en minúsculas que escribe también la Historia de la autonomía aragonesa.