Fernando Laguna: "Debemos ser coherentes y admitir que hay zonas de Aragón que no pueden tener más granjas de cerdos"

El responsable de calidad y seguridad del Gobierno de Aragón analiza el panorama del sector primario en la comunidad, con especial énfasis a la defensa de la alimentación y su relevancia en la vida de los ciudadanos. Laguna, además, defiende el potencial de la industria porcina, pero sin dejar de escuchar al resto de la sociedad y reivindicando los buenos controles sanitarios y medioambientales.

El director general de Calidad y Seguridad Alimentaria de la DGA, Fernando Laguna.

El director general de Calidad y Seguridad Alimentaria de la DGA, Fernando Laguna. / LAURA TRIVES

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Trabajar por poner en valor la alimentación, defender a los productores y asegurar la calidad en los lineales mercados. Esas son las principales tareas de Fernando Laguna, director general de Calidad y Seguridad Alimentaria del Gobierno de Aragón. En busca de que las necesidades básicas del ciudadano se vayan de la política, Laguna reivindica el presente y el futuro del sector primario. En su despacho, una bandera de la comunidad y un peluche de Peppa Pig, como ese porcino que domina en la economía aragonesa.

¿Cómo valora los primeros meses de la consejería? 

A nivel personal es un reto muy interesante. Creo que es importante hacer una labor social y más si es para ayudar al sector del que llevo viviendo desde que acabé la carrera. Es un aprendizaje continuo, pero tengo unos compañeros de viaje excelentes y estoy encantado con todo el grupo. La línea de trabajo que se seguía era muy coherente, pero somos conscientes de que hay cosas que mejorar.

¿Qué quieren decir cuando hablan de que va a ser «la legislatura de la alimentación»?

Pretendemos ponerla a la altura de la Educación o de la Sanidad, los pilares en los que se debe basar una sociedad que sea sana. Queremos garantizar una serie de productos en los lineales, que haya disponibilidad y variedad y que haya garantía sanitaria y productiva para que la alimentación no sea una preocupación. 

¿La sociedad tiene conciencia sobre la alimentación?

La alimentación no es una preocupación. Sí que lo son los precios, porque estamos acostumbrados a algo más básico, pero hay que entender que la producción tiene unas exigencias. 

¿Y sobre la calidad y la seguridad alimentaria?

Creo que sí. Hay variedad, la gente puede elegir y adaptarlo a su bolsillo. El consumidor sabe que coja lo que coja es de confianza. 

En momentos de crisis económica, el ciudadano suele desatender un poco la alimentación. ¿Qué se puede hacer desde las administraciones?

Cada uno da prioridad a ciertas cosas y quizá estamos en un momento en el que damos mucha importancia a lo que tiene efectos de cara al exterior. Creo que está bien que se sea consciente de lo que cuesta producir los alimentos, pero por suerte tenemos un amplio abanico de precios y productos que se pueden ajustar. La propia sociedad es la que elige que un producto funcione o no. 

Lo que no falla en los lineales es el cerdo. Aragón domina en la producción de este tipo de carne. 

Que un producto se consuma más que otro lo marca la facilidad de la producción, que es lo que hace que sea más económico o menos. Los que más se han podido abaratar son los de un sistema intensivo, sobre todo el cerdo y las aves. En Aragón el sistema del porcino se ha adaptado muy bien. Igual que pasó en el centro de Europa o en Cataluña, hoy tenemos que ser coherentes con el crecimiento de estas explotaciones y asumir que hay en zonas en las que se puede seguir y zonas en las que hay que plantearse que ya no se puede más.

¿Hay límite? ¿Estamos cerca?

Francamente, no lo sé. Pero un sector que funciona tan bien implica que hay mucha gente trabajando. No tiene nada que ver cómo se produce hoy a cómo se producía hace cinco, diez o veinte años. A todos los niveles, de aprovechar recursos, de bienestar animal o de impacto ambiental. El potencial sigue existiendo pero bajo el control de que las cosas se hagan bien. 

El cerdo ha tenido cierta contestación social o desde los ayuntamientos. 

Siempre es bueno que haya una parte que te llame la atención sobre cosas que se pueden mejorar. En la defensa de los productores y en la responsabilidad con hacer bien las cosas debemos ir todos a una. Si en un pueblo no están de acuerdo con que haya una granja cerca, me parece coherente. Pero que lo elijan los del pueblo, no los que no viven ahí.

Desde su consejería se ha hablado en ocasiones de «la ideologización de la carne» que se hace desde algunas instituciones. ¿A qué se refiere?

Nos referimos a que se utilice la alimentación para el reproche político. Toda la sociedad debe trabajar para que el alimento sea asequible y con garantías sanitarias. Usar los alimentos como arma arrojadiza no es el camino, porque solo hacen daño al sector. 

Frente al dominio del porcino, hay otros sectores ganaderos que atraviesan un mal momento. ¿Qué se va a hacer por ellos?

Se está trabajando, por ejemplo, en una línea de ayuda al sector cunícola (cría de conejos). Son sectores que lo están pasando mal, no por hacer mal las cosas sino porque han cambiado los hábitos de consumo. Se apoya a estos sectores porque no queremos que se pierdan, como la ganadería extensiva. 

¿Hay futuro para el sector primario en Aragón?

Moriré con las botas puestas por este sector. Está en juego el futuro de muchas familias y de mucha gente joven que quiere seguir.