día del migrante

La inmigración sigue creciendo y supone ya un 13,5% de la población de Aragón

El número de extranjeros ha subido en la comunidad hasta los 181.044 en 2023

Los migrantes se han convertido en una solución para frenar el envejecimiento del país

La calle San Pablo de Zaragoza es una de las que más migrantes acoge

La calle San Pablo de Zaragoza es una de las que más migrantes acoge / EL PERIÓDICO

Arturo Pola

Arturo Pola

Aragón sigue considerándose una tierra de nuevas oportunidades para las personas que abandonan su país de nacimiento en busca de una mayor calidad de vida. Una percepción que, en una comunidad con graves problemas de envejecimiento y de despoblación, está sirviendo para paliar, en mayor o menor medida, las dificultades que esa circunstancia pueden provocar. La del aumento de la población foránea es una tendencia, con algunas peculiaridades, que ha ido al alza durante todo el siglo XXI y que en 2023 ha alcanzado máximos históricos, con un total de 181.044 personas extranjeras.

Esta cifra supone ya un 13,5% de la población total aragonesa, un incremento porcentual de casi un punto con respecto al pasado año y una recuperación de esa tendencia tras el parón que provocó la pandemia por el coronavirus. Ese porcentaje es ligeramente al de la media nacional, que se sitúa en un 12,5%. Echando la vista todavía más atrás para analizar la progresión, en enero de 2002 en Aragón vivían un total de 43.728 extranjeros, que suponían tan solo un 3,6%. Un aumento que desde entonces solo sufrió un cambio de signo (el balance de la inmigración se volvió negativa) durante los años centrales de la crisis de 2008.

Por países, la comunidad rumana es la más numerosa en tierras aragonesas, con un total de 41.322 rumanos residiendo en Aragón, seguida por la de marroquís, con prácticamente 20.000 habitantes. Históricamente, la población china ha sido una de las que más ha llegado a la comunidad aragonesa, aunque en los últimos años esa inmigración se ha estancado e incluso ha disminuido en los últimos tiempos. Por contra, los inmigrantes que llegan de Sudamérica siguen creciendo año tras año.

Tres grupos

Hay tres grandes grupos de perfiles de inmigrantes que llegan a España y, por ende, a Aragón. El primero corresponde a aquellas personas procedentes de los países desarrollados. La mayoría realiza cargos directivos y profesionales, lo cual contrasta notablemente con inmigrantes procedentes de otras zonas geográficas. Eso sí, son el grupo menos numeroso. El segundo perfil viene representado por los inmigrantes africanos y procedentes del resto de Europa los cuales ofrecen una distribución de categorías laborales muy similares. Así pues, la inmensa mayoría de los ocupados realiza trabajos manuales que no requieren cualificación. En cambio, la proporción de personas que ocupan puestos directivos es ínfima.

Prejuicios

Por último, el tercer perfil corresponde a los inmigrantes de los países latinoamericanos, que se encuentra en un término medio entre los otros dos aunque más cerca de los segundos, ya que cuentan con más formación académica aunque tienen dificultades para encontrar trabajo a la altura de los estudios cursados en su país.

«El repunte de la población inmigrante se ha convertido en un revulsivo para hacer frente a los problemas del envejecimiento de la sociedad y del sostenimiento del estado de bienestar. Y esta afirmación se evidencia si observamos cómo el 74,46% de la población extranjera que vive en Aragón tiene menos de 45 años y el 80,12% se encuentra en edad de trabajar», explican desde Comisiones Obreras. Además, está creciendo mucho el perfil de mujer inmigrante, igualando una proporción en la que siempre se imponían los hombres.

Donde todavía queda un largo trecho por recorrer es en materia de integración y en igualdad de oportunidades para los que llegan. «Ahora se cuida mucho más las formas al manifestarse, pero los pensamientos racistas siguen a la orden del día en nuestra sociedad», asegura Luz Pérez Ballester, técnica del cite (centro de información trabajadores inmigrantes). «Los roles están predestinados. El hombre a la construcción y al campo y la mujer al servicio doméstico o a la hostelería. Eso sigue igual que hace 20 años», subraya la especialista.

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