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El campo aragonés se revuelve y sitia La Aljafería

La Policía Nacional ha cargado contra los manifestantes que han hecho retroceder a los agentes a la puerta principal de la sede de las Cortes de Aragón

El pleno ha seguido adelante y los agricultores han abandonado sus posiciones sobre las 13.00 horas para dirigirse al centro de la capital

Un millar de agricultores recordaron la función original del palacio de La Aljafería con un intento frustrado de asedio, con varias cargas policiales incluidas. La revuelta del campo aragonés llegó a las Cortes autonómicas, que celebraban la segunda jornada del pleno de esta semana, para hacer notar a la clase política las reivindicaciones que los espontáneos –esos que viajan aún sin siglas pero constituirán pronto una plataforma oficial– han agitado durante todo el mes de febrero.

Pasaban apenas unos minutos de las 11.00 horas cuando el caos se desataba en los alrededores del Parlamento autonómico. Centenares de agricultores y ganaderos rompían el leve perímetro de seguridad que había montado la Policía Nacional y alcanzaban el puente que lleva hasta la puerta principal del Palacio de La Aljafería. Un primer arreón con unos breves conflictos que solo fueron la antesala de lo que se iba a convertir en casi cuatro horas de carreras, empujones, gritos y ruido.

A algunos diputados les pilló fuera del palacio en un primer intento de comprender lo que estaba pasando. Breves contactos de políticos de varios partidos que ante las exigencias de la muchedumbre y la intención permanente de entrar en el Parlamento, decidieron entrar de regreso a su asiento. 

Y en esa carrera de los últimos de las Cortes, se produjo el empujón definitivo que rompió todos los esquemas, tanto de autoridades políticas como de mandos policiales. Uno de los agricultores arrancó el tractor (el único que consiguió llegar hasta dentro de las fronteras de La Aljafería) y lo aparcó en el puente de acceso principal. Ya estábamos todos, que diría aquel: ni los refuerzos policiales podían pasar para asegurar el cordón a las puertas del palacio ni la seguridad era plena para la estructura. De hecho, según informaron fuentes de Interior, la actuación de las fuerzas policiales estuvo condicionada por la propia estructura y la relativa debilidad del puente. Y por el peligro a que manifestantes, policías y periodistas pudieran caer al foso.

La tensión no dejaba de crecer y en unos centenares de metros se vivían dos realidades paralelas: en el pleno, la presidenta de las Cortes, Marta Fernández, anunciaba la situación que ocurría frente a La Aljafería y confirmaba que la sesión plenaria iba a seguir con normalidad, «aunque nadie puede salir del palacio»; y fuera, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado intentaban frenar un movimiento a oleadas.

La respuesta política, consensuada por todos los grupos de la Cámara, fue evitar el contacto: no se iba a recibir a gente con_«actitudes violentas» que pretendían «sitiar» el Parlamento autonómico. Ante las informaciones que se actualizaban en los medios de comunicación, con la negativa política, agricultores y ganaderos rompieron el último cordón, coincidiendo con la salida de algunas autoridades que no llegaban a otros actos de la agenda. Ahí se produjo el único detenido de la jornada, a escasos metros de una de las entradas secundarias a La Aljafería. Todos los accesos se cerraron por precaución.

El objetivo de entrar en las Cortes fue reducido por la Policía, que permitió que un representante de cada provincia participase en el registro de un texto con las reivindicaciones, que se hará llegar a la mesa de las Cortes. Lo hicieron escoltados por los funcionarios, hasta la misma oficina del registro. Unos agricultores que manifestaron querer ver «sobre el papel» las soluciones planteadas por los políticos y que culparon «a la Policía, que no ha sabido medir la situación» de los momentos de grave tensión que se vivieron ayer junto a La Aljafería. Anunciaron también la constitución de una sola plataforma que aúne a los distintos movimientos que han nacido al calor de las redes sociales.

La entrada de estos representantes se produjo porque fuera cientos de agricultores abandonaron los exteriores del Parlamento autonómico. En una acción improvisada –lo que viene siendo habitual en todas estas protestas– se dirigieron hacia el centro de la capital, con cierto colapso en el entorno del paseo Independencia. A mitad de tarde, de regreso por el paseo María Agustín, la protesta se dio por finalizada en una jornada para el recuerdo. Por su alto voltaje, por su peligrosidad y por poder ser un punto de inflexión en las movilizaciones del campo en Aragón.