La crecida del Ebro

La riada desde dentro: orden y control desde la orilla

El Punto de Mando Autorizado es el lugar desde el que se coordina toda la operativa para minimizar los daños del Ebro

«El río es imprevisible y no se comporta dos veces igual», dicen los expertos

Así trabajan la UME, Protección Civil y los Bomberos en la riada del Ebro

LAURA TRIVES

Arturo Pola

Arturo Pola

Detrás del operativo desplegado en el territorio aragonés para tratar de minimizar el impacto de la crecido del Ebro que está golpeando estos días la comunidad hay mucho trabajo por parte de los cuerpos de seguridad y, sobre todo, una gran planificación y prevención que permite, en la medida de lo posible, anticiparse a los fenómenos de la naturaleza, de por sí imprevisibles.

Desde que saltaron las alarmas de un posible aumento del caudal del río está al mando de las operaciones Jorge Crespo, jefe del Servicio de Seguridad y Protección Civil del Gobierno de Aragón. El primer paso, ante las previsiones de crecida extraordinaria, fue activar el Plan en Fase de Alerta. «Controlábamos informaciones de primera mano tanto de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) como de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y, por las estimaciones, a pesar de no ser alarmantes, preveíamos que el dispositivo iba a ser importante», reconoció Jorge Crespo. 

El escenario que preveían los expertos se cumplió y por ello se pasó de la Fase de Alerta a la de Emergencia. Se programó una reunión de urgencia del Centro de Coordinación Operativa Integrado (CECOPI), un órgano más de ámbito estratégico y político, y, posteriormente, se estableció el Punto de Mando Autorizado (PMA), un órgano más de gestión. Precisamente, a las entrañas del PMA, situado en Luceni, pudo acceder ayer este diario. En pocos metros cuadrados, los cuerpos especializados tienen toda la tecnología a su alcance. Instrumentos varios de comunicación, satélite, decenas de pantallas que controlan el caudal del río Ebro minuto a minuto así como un control exhaustivo de otros datos paramétricos imprescindibles para que, en la mesa de reunión, se tomen las decisiones más eficaces para el control de la crecida en tiempo récord. Es ahí donde se reúnen los responsables de Protección Civil, de la Unidad Militar de Emergencia (UME), de los bomberos, de la Guardia Civil y donde se le trasladó a Jorge Azcón, presidente del Gobierno de Aragón, el pasado jueves la última hora de la riada. «La coordinación es la clave», apunta Crespo, satisfecho con la labor que el equipo que dirige está desempeñando en las zonas afectadas por la crecida.

Antecedentes

 El jefe del Servicio de Seguridad y Protección Civil del Gobierno de Aragón reconoció que en este caso, en el de la riada del Ebro, el dispositivo desplegado juega con algo de ventaja. «Tenemos la experiencia y, sobre todo, las referencias de las crecida de otros años y eso nos sirve para focalizar nuestros trabajos en puntos estratégicos y en lugares donde en otras ocasiones el río ha pegado con más fuerza. Aun así, el río es imprevisible y no se comporta dos veces de la misma manera», puntualizó Jorge Crespo.

Por suerte, esta vez el Ebro solo ha dado un aviso y las labores del equipo logístico desplazado ha tenido que realizar labores más de control que de actuación, como confirmó Manuel Martínez, Jefe de Intervención de los Bomberos de la Diputación Provincial de Zaragoza. «Nuestra misión prioritaria es la de actuar si hay población en peligro», confesó. Como en esta crecida los núcleos urbanos han estado siempre a salvo, los bomberos se han centrado en evitar los máximos daños materiales, controlando las motas y realizando achiques de agua donde fuera necesario.

Algo similar ha ocurrido con la UME, un cuerpo militar que en un máximo de dos horas se presenta donde se considera necesaria su presencia. «Aquí, las 24 horas del día, ha habido 67 agentes y 33 medios, incluidos drones, para lo que hiciera falta», aseguró el capitán Roberto Lafuente, responsable del subgrupo táctico de Intervención en Emergencias Naturales. Que la crecida se haya quedado en ordinaria ha reducido las operaciones necesarias. «Estábamos preparados para cualquier cosa», recalcó Lafuente.

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