PRESERVAR LA BIODIVERSIDAD

La Alfranca, una apuesta por la vida del quebrantahuesos

"Cuando trabajas con vida, no miras el reloj", explica el coordinador del Centro de Rescate y Cría en Aislamiento Humano de La Alfranca, el centro dedicado al rescate y crianza de esta ave rapaz

Alimentan a una cría de quebrantahuesos con un señuelo

Alimentan a una cría de quebrantahuesos con un señuelo / Miguel Ángel Gracia

Se escucha piar flojito. Muy flojito. Viene de un huevo recién sacado de la incubadora, en la que lleva 53 días. Dentro de poco nacerá de él una cría de quebrantahuesos, que se sumará a los otros nueve pollos que también se encuentran en el Centro de Rescate y Cría en Aislamiento Humano de la Alfranca.

Así empezará su proceso de crianza, en el que seis profesionales se dedicarán a él con detalle. Es el trabajo del centro: rescatar y criar a los huevos de esta ave que, en el medio natural, no habrían sobrevivido. Una labor que, como explica Juan Carlos Ascaso, su coordinador, "requiere mucha entrega". Pero merece la pena. "Cuando trabajas con vida, no miras el reloj", confiesa.

El primer paso no es sencillo: se han de rescatar los huevos que, muchas veces, están ubicados en cortados. Para realizarlos, informa Ascaso, cuentan con la ayuda de «un grupo especial de escalada de los Agentes para la Protección de la Naturaleza». Y no solo con él. "Si es una pared muy compleja, viene también el GREIM", añade. Superado este reto, los huevos se trasladan a la Alfranca.

El centro, que forma parte de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), ha criado una media de seis pollos al año en las últimas temporadas. Según explica Ascaso, «no todos los huevos llegan fecundados». Un 40% de ellos se descarta por diversos problemas, un fenómeno que, como especifica el coordinador, "también ocurre en la naturaleza". "No hacemos rescates por hacer. Cogemos a los que vamos a criar para dar un empujón a la especie", aclara.

Los que sí tienen posibilidades de nacer, son metidos a la incubadora durante 50 días. Ascaso cuenta que "no todos tienen las mismas necesidades". Las máquinas lo muestran: aunque los dos huevos que tienen ahora están a la misma temperatura, la humedad no es la misma. Teresa, la veterinaria titular del centro, explica que "están entre 48 y 72 horas desde que comienzan a romper la cáscara hasta que salen". Ascaso completa que "cuando no pueden hacerlo por sí solos, se hace un agujerito para ayudarlos". "El éxito de nacimientos es del 96%", expresa Ascaso. Cada vez más cerca de cumplir su objetivo.

Una marioneta sirve de madre quebrantahuesos en La Alfranca.

Una marioneta sirve de madre quebrantahuesos en La Alfranca. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Una marioneta como madre quebrantahuesos

Junto a la sala de incubación se encuentra la de nacimientos, a la que se trasladan una vez salen del huevo. Y comienza la crianza. Para ella es esencial una herramienta con la que trabajan desde el inicio del proyecto (1995). Se trata de un señuelo de una madre quebrantahuesos. "La usamos para darles de comer y beber y, cuando son pequeños, para hacerles compañía", dice Ascaso.

"Interaccionamos con ellos, hacemos como que arreglamos el nido o que les limpiamos el pico. Luego la dejamos ahí y la cría se pega pico con pico para dormir", ejemplifica Teresa.

Esta idea la obtuvieron del proyecto de Cría en Cautividad del Cóndor Andino en California. Gracias a ella, criarlos es más sencillo. "Si entraras a cara descubierta, el pollo te plantaría cara y se pondría amenazante", cuenta la veterinaria. "Intentamos que cada ave tenga su señuelo para evitar el traspase de enfermedades". Los tienen de dos tamaños: de mano para los recién nacidos, y grandes para los pollos mayores.

Estos últimos se encuentran en los nidales en los que, según relata el coordinador, "hay un ambiente más natural, de contacto con el aire y con el sol". El centro tiene nueve nidos, todos hechos con lana de oveja y palos. "En la naturaleza es igual. Cogen lanas y pieles de jabalí o corzo y en el centro hacen una cubeta para el huevo. Son bastante elaborados con respecto a los de otras aves rapaces", relata Ascaso.

Llama la atención lo que comen. "Les damos ratas –cuenta el coordinador-. Luego cordero y, finalmente, solo huesos". Así se adaptan a lo que harán cuando estén en libertad. El quebrantahuesos tira animales muertos para romperles los huesos y comérselos. "Pueden tragarse la parte final de la pata de una oveja sin problema", explica Ascaso.

Un pollo de quebrantahuesos en el centro de cría de La Alfranca.

Un pollo de quebrantahuesos en el centro de cría de La Alfranca. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

La vida después de La Alfranca

Del centro pasan a la Estación Biológica Monte Perdido, que también forma parte de la FCQ. Pasados 130 días, son puestos en libertad. Otro paso más. Ascaso recalca su importancia: "Un pollo piensa que ha nacido en el lugar en el que realiza sus primeros vuelos. Hace un mapa del territorio que se queda grabado en su cabeza. Cuando sea más mayor, se irá a reconocer otros territorios pero, cuando sea adulto y quiera emparejarse, volverá al territorio donde voló por primera vez". Esta tendencia se denomina filopatría.

Según expresa el coordinador de la Alfranca, "el Pirineo ha llegado prácticamente a su capacidad de carga en este momento". Pero hay que seguir trabajando. "Para favorecer la población del quebrantahuesos hay que pensar globalmente. Reintegrar a la especie en los lugares en los que vivía antes es la mejor garantía para su futuro», recalca.

Suscríbete para seguir leyendo