La DGA vuelve a intentar reabrir la cafetería del edificio Pignatelli

El Gobierno de Aragón busca quién reabra la cafetería de su sede principal, el Edificio Pignatelli, ubicado en el paseo María Agustín, que lleva cerrada desde febrero de 2019 tras vencer la última adjudicación y fracasar las licitaciones posteriores, que quedaron desiertas durante la última legislatura del cuatripartito. La consejería de Hacienda acaba de iniciar el procedimiento para adjudicar un contrato de concesión de servicios por valor de 1,297 millones de euros para un plazo de ejecución de dos años, prorrogables por otros dos más.

La orden de Hacienda justifica la licitación del contrato en la necesidad para el buen funcionamiento de los servicios ubicados en el edificio «con intensa actividad de atención al público». La concesión de este servicio se reservará a centros especiales de empleo de iniciativa social o a empresas de inserción.

Los precios unitarios máximos del servicio serán los ofertados por el adjudicatario y el valor estimado de los servicios se ha calculado teniendo en cuenta los datos de ventas del último adjudicatario en los años 2018 y 2019.

Cinco años cerrado

El Gobierno de Aragón no pagará nada por la prestación del servicio al entenderse que la retribución del contratista viene determinada por el importe de adjudicación de los productos suministrados.

El comedor de la sede principal del Pignatelli, donde se ubican los departamentos de Presidencia, Economía e Industria o Medio Ambiente, entre otros, lleva cerrado desde febrero de 2019, cuando expiró el último contrato, adjudicado a la empresa Nuevas Tecnologías de Catering S. L., que rehusó prorrogar por dos años la concesión. Desde entonces, el Departamento de Hacienda y Función Pública ha intentado sin éxito reabrir el comedor de la casa del Ejecutivo autonómico, antaño un punto de encuentro para funcionarios y centro neurálgico de las relaciones políticas.

Tras varias intentonas que terminaron en licitaciones desiertas, se optó en 2022 por instalar máquinas de vénding en el comedor, que desde entonces está más bien desangelado. 

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