"Aragón debe aprovechar su paz social para diseñar un marco laboral propio"

Juan García Blasco, presidente del Consejo Económico y Social de Aragón (CESA), en su despacho en la sede de este órgano consultivo.

Juan García Blasco, presidente del Consejo Económico y Social de Aragón (CESA), en su despacho en la sede de este órgano consultivo. / JAIME GALINDO

Juan García Blasco es catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Zaragoza desde hace 25 años. Desde el pasado mes de diciembre, compatibiliza su labor profesional con la presidencia del Consejo Económico y Social de Aragón (CESA). Asume el cometido con el objetivo de hacer «lo más útil posible» el trabajo que se desarrolla desde este órgano consultivo y composición tripartita, donde participan las organizaciones empresariales, los sindicatos y el Ejecutivo autonómico. 

¿Qué líneas de trabajo se ha marcado al frente del CESA?

Cumplir con las funciones y las tareas que la ley le da al CESA, siempre desde la perspectiva exclusivamente técnica: asesoramiento consultivo del Gobierno y las Cortes de Aragón. Hay dos o tres objetivos fundamentales que me propongo.

¿Cuáles serían esos objetivos?

El primero, elaborar la memoria de la situación económica y social de Aragón en 2023. Ahí queremos ser especialmente cuidadosos para hacer un análisis cuantitativo y descriptivo de todos los contenidos, pero también valorativo y propositivo, es decir, tomarle el pulso a la comunidad. Para ello hemos introducido contenidos nuevos para que el informe tenga aires nuevos y, sobre todo, sea lo más útil posible para sus destinatarios. La segunda cuestión es poner en marcha estudios sobre materias que hoy ocupan y preocupan. El primero será sobre siniestralidad laboral y próximamente haremos otro sobre qué sucede con la oferta y demanda de trabajo.

El CESA cumplirá 35 años en 2025, ¿por qué es necesario un órgano como este?

Es de gran utilidad. Hace aportaciones para los gobernantes y legisladores desde el punto de vista consultivo. Las decisiones que adoptan toman como referencia en muchas ocasiones los instrumentos de distinta naturaleza que se acuerdan aquí, todos ellos a base del consenso y el diagnóstico compartido. La regulación y las competencias del CESA están bien ordenadas, la cuestión fundamental es que se le saque el máximo partido, interna y externamente. Que lleguemos a la sociedad.

¿Cómo ve la economía aragonesa en estos momentos?

Con incertidumbre. Hay que esperar un poco a ver los próximos acontecimientos, si esa desaceleración se va despejando, pero el tejido industrial de Aragón está fuerte. La tendencia general no es negativa a nivel económico y tampoco desde el punto de vista social o del mercado de trabajo. El nivel de empleo está mejorando en cantidad y calidad, con uno de los índices de paro más bajo del país. No hay que olvidar que aquí hay mucha paz social y eso produce efectos que no caen del cielo.

¿Qué es lo que más le preocupa?

Casar el crecimiento económico con el empleo, cuantitativa y cualitativamente. Y particularmente en los sectores que necesitan mayor atención. Y el tema de la despoblación y el territorio, que va ligado al empleo y sobre el que más adelante propondré un estudio. Es necesario adoptar decisiones con la inmigración. Sin ella no se podrá lograr la consecución y cobertura de determinadas necesidades productivas y de trabajo. Hace falta más de esa población para nuestro propio bienestar. Una inmigración ordenada, con sus garantías y desburocratizada en su acomodación. Me recuerda a lo que sucedía en los países del centro de Europa en los años 60. Crecieron y muchos puestos de trabajo se cubrieron gracias a la inmigración. Yo lo viví en mis propias carnes: mis padres fueron emigrantes turolenses en Holanda, donde trabajaron más de 30 años. Sé lo que es la emigración y el papel y el valor que tiene.

En el empresariado preocupa precisamente esa falta de mano de obra, ¿qué se puede hacer?

Hay que poner en conexión todos los sistemas formativos con las necesidades productivas y de empleo. Las piezas no terminan de encajar. Hay que aprovechar todas las posibilidades que permita la reforma laboral para que los organismos públicos de empleo sean eficaces a la hora de casar demanda y oferta. La formación tiene que experimentar un impulso muy intenso y fortalecer la FP dual, que aquí está poco desarrollada.

Sorprende que con 53.000 parados no se logren cubrir numerosos puestos.

Ahí existe otra variante importante. Qué medidas se podrían adoptar sobre los desempleados en las vertientes contributiva y asistencial. La regulación sobre el desempleo merece una reflexión. Debería hacerse compatible el desempleo y el trabajo para que el parado tenga estímulos a la hora de ocupar un puesto. Y también someter a una revisión qué significa colocación adecuada, perfilarla bien con una finalidad muy clara: que el desempleado no se instale demasiado tiempo en esa situación. Eso afecta a trabajadores de determinada edad y sexo.

¿A qué atribuye el repunte de las muertes en el trabajo en Aragón?

Creo que ha habido una relajación después del covid. Es necesario ser más efectivo en la tutela y protección de la seguridad de los trabajadores. Hay que perfeccionar todos los sistemas de evaluación de riesgos y de planificación de la acción preventiva. Que cada uno asuma las responsabilidades que le confieren. Sobre todo es necesario una mejor coordinación en aquellos ámbitos donde los riesgos están más presentes, que tienen que ver con los fenómenos de descentralización productiva y concurrencia de muchos trabajadores de bastantes empresas en un mismo centro de trabajo. Eso requiere mucha atención y esfuerzo. También vigilancia y control. Y muy probablemente hay que actualizar Ley de Prevención para acomodarla a las nuevas realidades. En definitiva, reformas normativas y asunción de responsabilidades por parte de todos. 

Ha comentado que el CESA hará un estudio sobre siniestralidad laboral, ¿qué se busca con ello?

Tras un primer análisis académico-científico, desde el CESA queremos tomar el pulso a lo que está sucediendo en Aragón en los últimos cinco años en esta materia, sobre todo ante la alarma por el aumento de los accidentes con resultado de muerte. Un análisis completo de todos los elementos que conforman la prevención de riesgos laborales: en qué empresas y sectores suceden los accidentes, a qué trabajadores afecta, la efectividad de los sistemas de prevención, la siniestralidad en la ida y vuelta al trabajo… Pretendemos hacer una aportación a la reflexión en esta materia y, en su caso, a la adopción de medidas que permitan mejorar una situación tan grave como esta. Una vez dispongamos de datos, reflexiones, contraste… hacer una valoración desde el consenso. Buscar soluciones y hacer propuestas dirigidas a todos, a las autoridades a los sindicatos, organizaciones empresariales y a los propios trabajadores.

Como catedrático de Derecho del Trabajo, ¿hacia dónde camina a su juicio el mercado laboral?

La reforma laboral española, que haya tenido la gran ventaja de haber sido fruto del diálogo social, necesita tiempo para poder producir sus plenos efectos. En segundo lugar, la negociación colectiva en Aragón tiene que asumir un mayor papel y protagonismo a la hora de ordenar y regular todas las manifestaciones del trabajo en los sectores productivos y en la empresa.

¿Sería conveniente un marco autonómico de relaciones laborales?

Me alegra la pregunta. La paz social de Aragón es puntera y ejemplar. Es uno de los mayores patrimonios de esta comunidad y que tiene efectos multiplicadores. Debería aprovecharla para tratar de diseñar un marco de relaciones laborales para Aragón, que regulara el estatus jurídico del trabajo, sobre todo, a nivel sectorial. Hay posibilidades legales de hacerlo y aprovechar ese excelente clima de diálogo social. Aquí la negociación colectiva es extraordinariamente fluida, no es conflictiva y se logran los acuerdo a tiempo.

¿Se está haciendo algo en esa dirección?

Me consta que las organizaciones empresariales y sindicales se están planteando esta cuestión. Ese tratamiento homogéneo podría ser provechoso.

¿La reforma laboral está dando sus frutos?

Ha mejorado el mercado de trabajo. Ha reducido sustancialmente la temporalidad, que era uno de los serios problemas que tenemos. Se irá viendo con el tiempo, pero se adivina una mayor calidad y estabilidad en el empleo a través de la contratación indefinida. Hay que esperar a ver los resultados de la figura de los fijos discontinuos. Quizá se requiera alguna perfección. Pero mi balance es positivo: se está produciendo mejoras apreciables. 

¿Qué opina de la reducción de la jornada laboral?

Debería ser objeto de la negociación colectiva. Es atendible la reducción de la jornada laboral. Es un objetivo que debería de lograrse, pero de la mano de la negociación colectiva. Es una cuestión que tiene mucha conexión con los sectores productivos y con las empresas. Soy partidario de hacerlo así que de una intervención unilateral legislativa al respecto. 

Empleo no falta, pero los salarios, sobre todo de los jóvenes, no dan para acceder a una vivienda. 

Creo que en algunos sectores y respecto de determinados trabajadores hay una cierta precariedad salarial. Esas carencias las padecen más los que se incorporan por primera vez al mercado de trabajo y por circunstancias ligadas a la mujer trabajadora. En esto también la negociación colectiva tiene un papel fundamental que cumplir.

Existe una permanente crispación política, ¿cómo se vive en un órgano de consensos como este?

El ambiente en este órgano es ejemplar. Es un órgano de consenso, acuerdo y negociación. No hay la más mínima dosis de crispación y polarización. En momentos como los actuales, organismos como este se dejan notar. Son más necesarios que nunca. Empresarios, sindicatos y el propio Gobierno –este y el anterior–, han asumido como propio que esto hay que cultivarlo, protegerlo y desarrollarlo.