FORO INFORMATIVO SOBRE EL SECTOR AGROALIMENTARIO ARAGONÉS

El sector agroalimentario de Aragón, en proceso de adaptarse a las demandas de Europa

El foro, organizado por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, versó sobre la industria agroalimentaria en Aragón y en él se habló, entre otros asuntos, sobre la reciente flexibilización de la Política Agraria Común y la transformación digital del sector

DESAYUNO SOBRE EL SECTOR AGROALIMENTARIO EN EL PERIODICO DE ARAGONLos participantes Carlos Calvo,Carlos García, Ignacio Atance, Cristina Joven, y José Víctor Nogués junto a Ricardo Barceló y Cirstina Sánchez, director y gerente de este diario, respectivamente.

DESAYUNO SOBRE EL SECTOR AGROALIMENTARIO EN EL PERIODICO DE ARAGONLos participantes Carlos Calvo,Carlos García, Ignacio Atance, Cristina Joven, y José Víctor Nogués junto a Ricardo Barceló y Cirstina Sánchez, director y gerente de este diario, respectivamente. / Miguel Ángel Gracia

A San Isidro Labrador se le conoce por su vida piadosa, por su gran devoción y, sobre todo, por su labor en la agricultura. Es patrón de los agricultores y de Madrid, y su festividad se celebra el 15 de mayo. Es también a finales de este mes cuando comienza la campaña de cereal y la fruta en Aragón, este año algo adelantada con motivo de las suaves temperaturas que se han registrado durante el invierno.

Por ambos motivos, el pasado 9 de mayo EL PERIÓDICO DE ARAGÓN organizó en su sede un foro informativo para hablar de los temas que ocupan y preocupan al sector agroalimentario en Aragón. En el coloquio participaron José Victor Nogués, presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón; Carlos García Plaza, director del hipermercado Alcampo de Utebo; Ignacio Atance Muñoz, director del Servicio de Estudios del Grupo Cajamar y Carlos Calvo Gracia, director general de Producción Agraria del Gobierno de Aragón. Sergio H. Valgañón, redactor de este diario, fue el moderador.

Protestas del campo

El comienzo de 2024 estuvo marcado por las protestas agrícolas. El 6 de febrero, enormes filas de tractores colapsaron las carreteras de ciudades españolas y europeas para reivindicar una mejor situación para el sector agroalimentario. Con el foco puesto en Europa, se quejaron, entre otras cuestiones, de la excesiva burocracia, las exigencias ambientales o la falta de ayudas para favorecer la introducción de nuevas generaciones en el sector. Desde entonces, el sector no ha dejado de reivindicar sus derechos. La respuesta que se ha dado desde el Gobierno ha sido flexibilizar la Política Agraria Común (PAC), que se ha visto reflejada en la voluntariedad del cuaderno digital o en la propuesta de exención de los controles de condicionalidad de la PAC para las explotaciones de menor tamaño.

Pese a estos aparentes avances, y como explicó Ignacio Atance, director del Grupo Cajamar, «las protestas recogían una situación que el campo viene arrastrando de largo plazo, por lo que tampoco se pueden encontrar soluciones muy a corto plazo». El problema de fondo reside en que «cada comunidad es como es y tiene el territorio que tiene», añadió Calvo, otro de los ponentes. Para evidenciarlo, puso el ejemplo de Aragón y su diversidad de tipos de explotaciones, que varían de norte a sur y de este a oeste: «Se han liberado controles en las explotaciones de menor tamaño. Esto influirá un montón en Andalucía, y en Valencia mucho más, pero en Aragón no, porque las explotaciones de menos de 10 hectáreas son mínimas y normalmente no son profesionales». Por eso, aunque es correcto que se exijan condiciones ecológicas, es importante analizar el sector en cada lugar. «Las medidas medioambientales están bien si se combinan con que el sector o el medio rural pueda sobrevivir dignamente», sostuvo.

José Víctor Nogués se sumó a esta idea y comentó que, en Europa, se debe analizar cómo legislar con medidas que se puedan adaptar al día a día. Además, reivindicó que «no se puede hacer una ley que ayude a abandonar el campo», y especificó que él quiere «que en los pueblos haya personas y que puedan vivir dignamente». Desde su posición como presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón mandó un mensaje claro: «Queremos seguir trabajando en el campo y que, al final, nuestra labor sea valorada por la sociedad». Junto a esta reivindicación, Nogués declaró que siente que a los productores ahora «se les ponen muchas trabas», y que parece que molesten a la sociedad porque «todo está prohibido» para ellos. «Los agricultores, antes de ser Europa, ya éramos agricultores», acentuó, y planteó la siguiente cuestión: «¿De verdad Europa quiere que los agricultores seamos ‘maceteros’, o quiere que seamos productores de alimentos con garantías?».  

José Víctor Nogués es el presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón.

José Víctor Nogués es el presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón. / Miguel Ángel Gracia

«Quiero que en los pueblos haya personas y que, de alguna forma, vivan dignamente»

José Víctor Nogués

— Presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón

Así mismo, Nogués retomó algunos de los asuntos principales por los que se movilizó el sector agrario en febrero. En la actualidad, la media de edad de los agricultores está en 61,5 años y, aunque desde la Administración se habla de la importancia de que haya relevo generacional, no se les ofrece ninguna ayuda directa para ello. Según expresó, un joven que sale de la universidad y quiere dedicarse al campo, no tiene nada a su favor: «Si quiere ser agricultor, te juro que no lo va a ser -afirmó-. Será otra cosa, opositor de no sé qué, pero no agricultor. Es más fácil ser banquero que agricultor, porque el banquero va comprando acciones, pero el agricultor no puede comprar tierras porque las compran los fondos de inversión».

Para tratar de remediar este malestar, y tras varios meses de intensas protestas del sector agrícola, Ignacio Atance considera que se debe poner el acento en tres puntos distintos: en la importancia que se le da al sector, en la carga burocrática del día a día y en la dimensión de las explotaciones. Atance destacó que los agricultores «tienen la sensación de no sentirse valorados en su capacidad de producir alimentos», y que es fundamental «ayudar a la explotación mediana a mantener la rentabilidad y ofrecerle, en la medida de lo posible, herramientas para que no se vea abrumada burocráticamente».

Con esas ideas coincidió Carlos García, director del hipermercado Alcampo de Utebo. Desde su empresa ponen la atención en «mejorar las condiciones del sector primario, algo que también redunda en que avance toda la sociedad en general». Según indicó, en Alcampo crean proyectos en los que se «trabaja de primera mano con agricultores, ganaderos, pequeños industriales y pymes agroalimentarias». García ofreció algunos datos del hipermercado en 2023, entre los que recalcó que se realizaron compras a «350 proveedores aragoneses por 272 millones de euros», una gasto que fue un «20% superior al del año anterior».

Creación de una agencia estatal

Otra de las reivindicaciones que hacían los agricultores a principios de año era la solicitud de un cambio en el funcionamiento de la Ley de la Cadena Alimentaria. Desde el sector se demandaba una modificación y ampliación de la norma de forma que las prácticas desleales quedaran prohibidas. El objetivo de ello era que se frenase la venta a pérdidas, es decir, que los precios comenzasen a cubrir los costes de producción. Para llevarlo a cabo, el Estado anunció la posibilidad de crear una agencia estatal que controlase la forma de hacerlo. 

Una idea que, en palabras de Nogués, «es muy fácil de vender en prensa»,pero que es, también, irrealizable. «Desde Cooperativas estábamos en contra -explicó-. Es imposible de cumplir, y lo digo por algo muy sencillo: los costes de producción de cada agricultor son diferentes». Hay numerosos factores que influyen en ellos, como pueden ser la manera de trabajar o el modelo de explotación. «Es imposible valorar un producto de mercado… ¡Si el mercado es libre!», exclamó Nogués en este punto. El agricultor resaltó que, aunque desde la sociedad no lo parezca, evitar la venta a pérdidas no es una tarea sencilla: «Yo el año pasado vendí la cebada, pero algunos no lo consiguieron. Y la vendimos casi a pérdidas. Este año va más barata por el tema de la guerra de Ucrania. Hablo de cebada, ni siquiera de productos finales». Calvo recordó que, unos días antes, un señor le había contado que le ofrecían distintos precios por la cebada y que, aun así, sus gastos no se compensaban. Su duda era la siguiente: «¿Vendo perdiendo algo o no vendo y pierdo absolutamente todo?».

A esta idea de fondo se sumó Atance, quien también vio dificultad en alcanzar un equilibrio económico. «Garantizar al 100% a cada productor que se le va a comprar por encima del coste de producción es un freno a la competitividad, y estamos en una economía de mercado», señaló. Por su parte, García recalcó que desde la distribución «tienen que respetar la legislación», y que lo que hacen en Alcampo es «impulsar los productos regionales». Pero Atance quiso incidir en que «por mucho compromiso que tenga Alcampo con los productores de Aragón, necesitará construir valor y ser competitivo en eso que construye. Y necesitará que, poco a poco, los productores sean más competitivos». 

Esta propuesta de crear una agencia estatal tampoco es la solución definitiva para Calvo. Aunque la considera una tarea «sencilla» para la Administración, ya que desde hace años trabaja con tratamiento de datos, tablas y supuestos, es difícil llegar a todos los extractos. Por eso, el director general de Producción Agraria del Gobierno de Aragón confesó tener dudas sobre la efectividad de la agencia estatal: «Puede que así se contente a, por ejemplo, las cooperativas. Por desgracia para ellas, es más fácil controlar sus datos. Pero controlar lo del agricultor que vende por fuera, a particulares, a compradores e intermediarios… no sé».

Ignacio Atance es director del servicio de Estudios del Grupo Cajamar.

Ignacio Atance es director del servicio de Estudios del Grupo Cajamar. / Miguel Ángel Gracia

«Como sociedad tenemos la labor de recuperar el valor de producir alimentos»

Ignacio Atance

— Director del servicio de Estudios del Grupo Cajamar

Inflación en la cadena alimentaria

Pese a todo esto, Atance quiso destacar que la Ley de la Cadena Alimentaria ha cumplido una década y que, a largo plazo, sí que «ha mejorado la situación del campo».

Algo que la sociedad ha percibido desde hace un tiempo ha sido el aumento de los precios en los productos finales. Los costes de todos los eslabones de la cadena alimentaria han subido, y ello se ha visto reflejado en los supermercados. Los ciudadanos han criticado la subida de la cesta de la compra y el aumento de los gastos diarios. Pero, aunque la inflación ha sido evidente, José Víctor Nogués pone énfasis en que no ha sido su elección: «Producir más barato y ajustarse al sistema europeo y medioambiental es muy complicado, por no decir imposible». 

Con la visión del ciudadano sobre la mesa, Atance aprovechó para citar una frase y una paradoja que considera muy cierta: «A veces, el ciudadano europeo demanda políticas y formas de producir que el consumidor europeo no está dispuesto a pagar». 

Para gestionar esta subida de los precios, desde Alcampo han actuado como en ocasiones anteriores: «Hemos ajustado todos nuestros márgenes para ser muy competitivos», explicó García. A ello agregó que lo que buscan siempre es «que el precio final que vaya al cliente sea el más barato posible».

En este sentido, Calvo quiso puntualizar que, pese a haber diversas marcas con una oferta de precios diferentes y con productos más o menos caros (algo que suele ir relacionado con su nivel de conveniencia para la salud y sus características nutricionales), se han de tener en cuenta las condiciones económicas del consumidor. Y reflexionó: «¿Qué hay que hacer? ¿Subvencionar a 50 millones de personas para que compren alimentación? ¿No será más fácil subvencionar a los 700.000 agricultores que hay en toda España?». Aunque para regular esto está PAC, Calvo sostuvo que «sigue habiendo quejas de ventas a pérdidas, y al consumidor cada vez le cuesta más». 

Para Ignacio Atance, la labor que se ha de hacer como sociedad es «recuperar el valor de producir alimentos». Él comprende que la inflación no guste y que el consumidor trate de comprar barato y ahorrar en su día a día, pero piensa que también se ha de valorar la calidad de los productos. Según relató el representante de Cajamar, la inversión en alimentos como la fruta «proporcionan una satisfacción y una calidad nutritiva que otros gastos de la cesta de la compra no aportan». 

Transformación digital

Otra de las normativas que exigía Europa al campo era la transformación digital, reflejada principalmente en el cuaderno digital. Esta herramienta, que ahora ha pasado a ser voluntaria, consiste en un «cuaderno de bitácora» con el que, en palabras de Ignacio Atance, «los agricultores pueden saber si están ganando o perdiendo dinero en cada parcela, si les está rindiendo por encima de la media de la gente de su zona, etc.». Calvo consideró que, «para el que lo sepa adaptar y manejar, es una ventaja absoluta». El problema está en que «mucha parte del sector no está en ese escalón todavía». Así, Calvo matizó que, aunque lo considera un avance positivo, «queda un poco alejado de la necesidad primaria que todavía tienen los agricultores».

Con este motivo, Ignacio Atance planteó la siguiente cuestión: «¿Cómo conseguir que el cuaderno sea una herramienta de ayuda y no la puntilla que termine de sacar a un agricultor del sector?». Tal y como expresó el director de la entidad financiera, se ha de comprender que los avances digitales no sean la prioridad del mundo agrario: «Si se hiciera un test psicológico a quien ha elegido como profesión ser agricultor o ganadero, se vería que, lo que más nervioso le pone, es tener que estar delante de un ordenador». Con este planteamiento coincidió José Víctor Nogués, quien opinó que lo digital nos puede convertir en «esclavos del consumo».

Esto no significa que el cuaderno digital sea una herramienta perjudicial. De hecho, para las cooperativas «es un método útil para hacer presupuestos, trabajar y llegar a acuerdos con la Administración», afirmó Nogués. El agricultor quiso dejar claro qué se demanda desde su sector: «Queremos un cuaderno preventivo curativo, como sería la Seguridad social, y no fiscalizador». 

Pero aunque las nuevas tecnologías no sean la prioridad para los agricultores, sí se han de tener en cuenta. «Para el consumidor ahora no manda el conocimiento de lo que produce, por ejemplo, Nogués en su pueblo; sino de lo que viene por el móvil, y de si se puede escanear el código de barras y sacar otros datos», destacó Calvo. Contar con información es positivo, pero se ha de controlar a dónde te dirige.

Por su parte, el Grupo Cajamar ha llegado a la conclusión de que se debe mejorar la formación de los productores en el uso de las nuevas tecnologías. Desde 2021, la entidad financiera realiza el Observatorio de la Digitalización del Sector Agroalimentario junto al Ministerio de Agricultura. El proyecto busca evaluar el grado de penetración de las nuevas tecnologías en el sector, y les ha permitido llegar a la deducción de que los agricultores necesitan, en palabras de Atance, «recibir más formación para poder aprovechar las herramientas digitales al máximo». Según explicó, «en algunos casos se tiene maquinaria o tecnología que no se aprovecha al 100% porque no se tiene la formación ni la capacidad para hacerlo». 

Carlos Calvo es director del hipermercado Alcampo de Utebo.

Carlos Calvo es director del hipermercado Alcampo de Utebo. / Miguel Ángel Gracia

«En Alcampo trabajamos mano a mano con cientos de productores, directamente, sin intermediarios»

Carlos Calvo

— Director del hipermercado Alcampo de Utebo.

Donde sí se ha podido evidenciar una transformación digital ha sido en los comercios. García relató que se han dado grandes pasos, y puso el ejemplo de su hipermercado: «El año pasado, Alcampo puso en el mercado unos huevos ecológicos junto con Casa Garzea, un proveedor con el que trabajamos mano a mano. En su paquete llevan un código que, si se escanea, te da información sobre la fecha de recogida de los huevos, del envasado, sobre dónde está la granja, e incluso también el porcentaje de plástico que se ha evitado».  

Nuevas formas de trabajo

Toda la investigación que se realice en relación a la transformación digital debe ser, «aplicada y visual», expresó Ignacio Atance, ya que, muchas veces, el problema reside en «la adopción, el cambio de práctica, el cómo acompañar al agricultor a un ejercicio nuevo que le resulta ajeno y complicado». 

Además de una investigación aplicada, se deben dar soluciones a los problemas reales, respuestas concretas que permitan llegar a un resultado. El responsable de Cajamar estableció que, bajo su punto de vista, «hay un falso debate entre sostenibilidad económica y ambiental». Según explicó, «muchas de las cosas que hablan de sostenibilidad ambiental realmente son sostenibilidad económica de largo plazo; es decir, cómo produzco hoy para no comprometer mi capacidad futura a medio plazo». 

Para sostener su argumento, puso el ejemplo del agua, y expresó que «nos vamos a tener que acostumbrar a que alguien que tiene de media una dotación de 5.000 metros cúbicos vaya a tener que convivir muchos años con 1.500 o 2.000». Y continuó: «Si tengo un cultivo de alcachofas, me tengo que preguntar: ¿soy capaz de desarrollarlo con un 20% menos de agua? Si soy capaz de hacerlo, a lo mejor lo saco adelante y, aunque no sea en las 10 hectáreas que tenía pensado, lo saco en 8 hectáreas y termino de ahorrar».

En relación a estas nuevas formas de trabajo, desde Alcampo se centran «en la descarbonización de las actividades, en el desperdicio alimentario, en la economía circular y en la conservación y recuperación de la biodiversidad», dijo García. 

Carlos Calvo es director general de Producción Agraria del Gobierno de Aragón.

Carlos Calvo es director general de Producción Agraria del Gobierno de Aragón. / Miguel Ángel Gracia

«Para el que lo sepa adaptar y manejar, el cuaderno digital es una ventaja absoluta»

Carlos Calvo

— Director general de Producción Agraria del Gobierno de Aragón

Fácil y sano

Lo que los cuatro ponentes tienen claro es que, por el momento, tanto el agricultor como la empresa agroalimentaria, apuestan por la sostenibilidad y la resiliencia en el sector.

La transmisión de información a la sociedad es tan importante como la formación en materia digital de los agricultores. Tal y como expresó Ignacio Atance, el consumidor debe ser consciente de que sus compras de productos locales contribuyen a mantener el territorio: «Es construir todos juntos, darnos cuenta de todo lo que hay detrás de la alimentación y de que, además, estamos manteniendo el tejido de aquí». 

Sin embargo, el representante de Cajamar también fue realista al expresar que no se trata de una tarea «fácil». Si se quiere llevar a cabo una construcción conjunta, productores y consumidores deben valorarse de forma mutua. Una de las tendencias que se ha visto en los últimos tiempos ha sido la creciente demanda de productos saludables que sean, al mismo tiempo, de rápida elaboración. Y, por supuesto, a un precio competitivo. «Como consumidor, si te van preguntando, lo quieres todo. ¿Quieres que el producto sea local, de temporada, de cercanía, sostenible y nutricional? Claro. Pero también quieres poder pagarlo», subrayó. 

Como él mismo sostuvo, la complicación está en que «el productor pueda ofrecer todo aquello que se le demanda a un precio parecido a los productos que no contenían esas características». Los cliente no suelen querer pagar ese euro extra. «Lo que se puede conseguir a la larga, y no es poco, es que el único producto que elija sea el tuyo porque el otro no le interese al no tener todos los atributos que respondan a sus necesidades», comunicó.

Según explicó Ignacio Atance, se trata de un doble trabajo: ayudar al productor a satisfacer estas demandas y, al mismo tiempo, informar a la sociedad sobre la producción. En este sentido, Carlos García puso en valor la labor de Alcampo, una empresa en la que «cada vez hay una oferta más amplia de productos frescos y con una difusión transparente de la información». Mientras, el director de la entidad financiera puso énfasis en que se deben proporcionar tecnologías que sean asumibles y «escalables», que es «la palabra de moda». 

Por su parte, José Víctor Nogués aportó que, aunque también ellos deben adaptarse, «si el consumidor quiere un producto que esté desde el inicio y hasta el final con un código QR, deberán hacer un cuaderno digital voluntario con el que el productor cobre un poco más por hacer bien las cosas», ya que no es lo mismo ofrecer un producto sobre el que se ha realizado un seguimiento que otro sin controles. 

A esta trazabilidad le da mucha importancia Alcampo. Tal y como relató García, el hipermercado cuenta con la exclusiva línea Cultivamos lo Bueno, «una serie de productos que se trabajan en base a una serie de requisitos y características de olores y sabores». García explicó que se trabaja «mano a mano con los productores, directamente, sin ningún intermediario», a lo que añadió que la finalidad del proyecto es llevar a cabo una «trazabilidad de los productos, desde que se cultivan, por ejemplo, unos tomates, y hasta que se ponen a la venta». 

Según informó, ya cuentan con «230 referencias dentro del programa, de las cuales 32 están certificadas con bienestar animal y 76 son ecológicas». Y muchas de ellas se encuentran en Aragón. Algunos ejemplos son Pirinera, Quesos La Pardina, las Cebollas de Fuentes de Ebro, las cerezas de la Huerta Campo Jara, las conservas vegetales de Gardeniers, el vacuno Villa del Monte de Huesca o el cerdo fresco Duroc de Teruel, entre otros. «En Alcampo, nos esforzamos en la labor de comunicar al cliente que la trazabilidad de todo ese producto está absolutamente controlada y siempre garantizando el respeto al medioambiente y el bienestar animal», acentuó García.

Asimismo, el director de Alcampo Utebo remarcó que, en 2023, trabajaron junto a sus proveedores en la reformulación de las etiquetas nutricionales de cuarenta productos, con lo que consiguieron la reducción de «5,6 toneladas de grasas saturadas, 13 toneladas de azúcares y 2,6 toneladas de sal». Todo ello implicó establecer «más códigos y requisitos que, aunque son complicados de gestionar, sirven para que el consumidor pueda tener mucha más información para luego tomar la decisión de qué producto llevarse». Para García todo va en línea de «lograr un mejor bienestar del ciudadano».

DESAYUNO SOBRE EL SECTOR AGROALIMENTARIO EN EL PERIODICO DE ARAGON

DESAYUNO SOBRE EL SECTOR AGROALIMENTARIO EN EL PERIODICO DE ARAGON / Miguel Ángel Gracia

Personas y territorio

Para que las necesidades del consumidor se vean satisfechas, es importante que este sea consciente de sus decisiones de consumo. En ello insistió José Víctor Nogués al señalar que se «ha de trasladar a la sociedad lo que se está haciendo bien, para así generar ese valor añadido y que se quede en el territorio». Tal y como explicó, la finalidad de los agricultores es compartir las ideas de «territorio, cercanía, personas, sostenibilidad y rentabilidad de la explotación». 

Alcanzar la satisfacción de unos y otros es, en palabras de José Víctor Nogués, «un ejercicio de responsabilidad». Desde su postura de agricultor recalcó que, «si de verdad se es responsable en producir alimentación de calidad y de forma rentable, el consumidor sale beneficiado, y todo el mundo sale beneficiado». Así, consideró que, como sociedad, «debemos tener claro qué modelo de mundo rural queremos y qué modelo de empresas queremos».

También Calvo quiso hacer referencia al sentido social y apeló al mundo rural. Él proviene de Sobrarbe, una pequeña comarca que cuenta con 7.000 habitantes aproximadamente. Al ser una zona de montaña, las dificultades para acceder a ciertas compras y las posibilidades de elección a la hora de consumir son muchas menos que en la ciudad. «Aquí puedes ir a un hipermercado y a 20.000 comercios más, a muchas tiendas que van directas al consumidor. Allí no», comentó.

Aunque las pequeñas comarcas todavía sobreviven, son «zonas que tienen problemas tanto para el consumidor como para el sector». Además, reconoció que, desde la Administración, «se debe entrar más en ellas». Como él mismo dijo, no se trata solo de los problemas que tienen los clientes, sino de qué tipo de consumidores son y con qué condiciones cuentan.

Para que su producción siga en funcionamiento, es necesario cuidarlo. «Las 7.000 personas que viven en esos 2.000 kilómetros cuadrados harán que el parque de Ordesa, el que tanto nos gusta visitar a todos, siga así. Sin agricultores, sin ganaderos y sin esas personas que viven allí, ojo a lo que nos podremos encontrar en unos años», expresó Calvo.

«Ya no es que se le prenda fuego a esos campos, que sería algo tremendo -explicó-. Es que, si no hay vida en el territorio, si no hay esos pastos ni hay ese paisaje ni hay ese turismo, se pierde. Esto es algo que me preocupa tanto como todo lo que se ha podido hablar aquí previamente».

Por lo tanto, y como enfatizó José Víctor Nogués durante el encuentro, la atención debe estar puesta en dos elementos principalmente: personas y territorio. Tanto Calvo como Nogués coincidieron en que, en el momento en el que el foco no se pone sobre estos componentes, aparece la sensación de inquietud. 

Por todo ello, en el foro informativo organizado por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN se puso de manifiesto, entre otras cosas, la importancia de que la sociedad sea conocedora del funcionamiento del sector agroalimentario para que pueda llegarse a un equilibrio entre oferta y demanda y que este sobreviva en el futuro