POLÍTICA

Crónica política | Sumar Aragón: El riesgo de empezar la casa por el tejado

Sumar vive un período convulso en el que no termina de asentarse en los territorios, Aragón inclusive. Las prisas de su nacimiento, motivadas por los descalabros de la izquierda hace un año, se reflejan en sus vaivenes con las formaciones que en su día nutrieron la confluencia, quedándose a medio camino entre el partido y la coalición

Sira Rego, Jorge Pueyo, Yolanda Díaz y Laura Vergara en un mitin de Sumar en Zaragoza.

Sira Rego, Jorge Pueyo, Yolanda Díaz y Laura Vergara en un mitin de Sumar en Zaragoza. / ÁNGEL DE CASTRO

Alberto Arilla

Alberto Arilla

Cantaba Fito que el colegio poco le enseñó. Que, si hubiese sido por esos libros, nunca hubiese aprendido a coger el cielo con las manos. Ni tampoco a perder el miedo a quedar como un idiota. Pero, sobre todo, Fito nunca hubiese aprendido a empezar la casa por el tejado. Y el proyecto de Sumar es precisamente eso, una idea de la cabeza a los pies. Su nacimiento, precipitado por los acontecimientos tras el descalabro de la izquierda en las municipales y en las autonómicas de hace un año –Aragón inclusive– respondió más a una cuestión coyuntural que a una base sólida que cimentara las estructuras necesarias para poder implantarse en el territorio.

Desde el principio, el liderazgo autoproclamado de Yolanda Díaz a la izquierda del PSOE suscitó demasiadas contras que, quizá, tuvieron su mejor reflejo en sus constantes desencuentros con Podemos, en general, y con Pablo Iglesias, en particular, pero que donde realmente se sienten es en el día a día del resto de las comunidades. Y, si esto fuesen versos, aquí es donde Fito hubiese aprendido «a poder dormir, cuando tú no estás a mi lado».

El descalabro de la formación en Galicia, donde no entró y solo obtuvo el 1,9% de los votos, fue maquillado en parte con la entrada, por los pelos, en el Parlamento vasco y con los seis escaños que logró junto a los Comuns en Cataluña. Esa no implantación en el territorio, por querer correr antes que aprender a andar, le está causando a Sumar muchos más quebraderos de cabeza de los que desearía.

Coyuntura sin estructura

Es aquí donde entra en juego la comunidad aragonesa, que ve el futuro de una izquierda dispuesta a mezclarse coyunturalmente, pero sin renunciar a sus estructuras propias y perfectamente implantadas en el territorio. De cara a las europeas, el panorama tampoco parece mucho más halagüeño, con pactos in extremis con formaciones como Izquierda Unida, que hasta hace poco parecía decidida a romper definitivamente con Yolanda Díaz.

De hecho, este último pacto, en el que IU va en cuarta posición a Bruselas, no ha entusiasmado al partido, al que tampoco gustaron gestos del pasado como la preponderancia de otros partidos en las listas al Congreso, véase Aragón; véase Valencia.

Al hilo de Izquierda Unida, la derrota de Sira Rego, candidatura en la que iba el coordinador autonómico de la formación, Álvaro Sanz, frente a Antonio Maíllo, líder andaluz más proclive a seguir explorando el espacio que ahora capitaliza Sumar, puede marcar un antes y un después. Las bases de IU, en pleno proceso asambleario, están en un momento de debate sobre las líneas a seguir en los próximos meses, entre las que se incluye su papel dentro de la plataforma. Cabe recordar que, pese a su derrota, Sira Rego sigue siendo la ministra de Juventud e Infancia del Gobierno de Pedro Sánchez. Y todo, casualmente, en la semana que se cumplen 13 años del 15-M, cuyo espíritu parece cada vez menos reivindicado.

Las siglas innegociables

CHA, por su parte, es otro de los actores que conserva voz propia en lo referente a Sumar, como ya dejó claro al desligarse de la constitución de la confluencia como partido. Los aragonesistas no están dispuestos a renunciar a sus siglas en elecciones municipales ni autonómicas, aunque puedan llegar a acuerdos puntuales para comicios que sobrepasen al territorio, como es el caso de las generales, con Jorge Pueyo ya en el Congreso, o de las próximas europeas.

Aunque, eso sí, desde Chunta dejan claro que están abiertos a los acuerdos. Desde el partido defienden que existen fórmulas sin renunciar a sus siglas, aunque subrayan que para ese capítulo todavía queda mucho. La izquierda asume que lo de Huesca, con cuatro formaciones fuera por décimas de un ayuntamiento ahora gobernado por el PP con el apoyo de la ultraderecha, no puede repetirse. Por cierto, una de ellas, EQUO, también presumió de su descontento en la última asamblea de Sumar, a la que asistieron ecologistas de otras formaciones sin presencia en los órganos directivos.

Y en estas aparece Sumar Aragón, a medio camino entre la constitución como partido y la irrupción como confluencia. Una posición etérea que tiene el reloj en su contra. Y es que, si esto fueran versos, Fito hablaría aquí de su cigarro, ese que va quemando el tiempo, tiempo que se convirtió en ceniza. Mientras, el tejado de la casa sigue, pero urge una reflexión que cimente sus bases antes de que caiga. Y en este punto está la canción. 

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