El conflicto en Oriente Próximo

La comunidad palestina en Aragón: "El reconocimiento debería haber llegado en 1948"

El próximo martes, España reconocerá el Estado palestino. Dos de sus ciudadanos en Aragón, Ibrahim Abiat y Jamal_Subeh, celebran la decisión aunque apostillan que llega con varias décadas de retraso. Pero, como ellos mismos dejan caer, nunca es tarde si la dicha es buena

Jamal Subeh, ciudadano palestino que reside en Zaragoza desde 1978, durante la charla con este diario.

Jamal Subeh, ciudadano palestino que reside en Zaragoza desde 1978, durante la charla con este diario. / Miguel Ángel Gracia

Alberto Arilla

Alberto Arilla

La Basílica de la Natividad de Belén es uno de los templos cristianos más antiguos que existen en el mundo. Un lugar erigido sobre la cueva –portal– en la que se dice que nació Jesús de Nazaret, rodeado de mística e historia religiosa en plena Palestina, país que es cuna de las tres religiones monoteístas más seguidas del mundo: cristianismo, islam y judaísmo. Pero los acontecimientos que esta sagrada Basílica en concreto ha vivido no siempre han sido dichosos, ni han servido para ver nacer al Mesías. En abril de 2002, con la Segunda Intifada en su punto más álgido, más de 250 palestinos se encerraron en ella para refugiarse de los ataques israelís. 39 días de asedio constante sin luz, agua ni medicamentos.

Una de las soluciones a las que la Unión Europea llegó entonces con el Gobierno de Israel y con la Autoridad Nacional Palestina fue la de deportar, temporalmente, a 26 de esos palestinos a la Franja de Gaza y a otros 13 a distintos países europeos. Uno de ellos fue Ibrahim Abiat, que salió de su Belén natal pensando que regresaría en un año. En cambio, el pasado 22 de mayo se cumplieron 23, y Abiat sigue en Zaragoza, hogar que le acogió y desde el que ahora sigue con su resistencia frente a la ocupación israelí, pero desde la distancia. Concretamente, desde la Casa Palestina de la capital aragonesa. Es mediodía y recibe a este diario mientras, junto a varios compatriotas, preparan la comida para el Mundialito contra el racismo que este sábado se celebraba en la ciudad.

Abiat celebra la decisión de España de reconocer el Estado palestino, su Estado, el próximo martes, aunque matiza que la acción llega varias décadas tarde. «Debió haber llegado en 1948, así lo dictaminó la ONU. Pero el mundo solo reconoció a uno de los dos Estados», lamenta el cisjordano, que no oculta, eso sí, que este paso dado por el Gobierno de Pedro Sánchez es «muy importante». «Sobre todo, a nivel político, nos permite ser tratados como un pueblo con derechos, y que cada vez haya más voces en esa dirección es bueno para la paz. Es lo mínimo que se puede hacer», añade.

Algo más de tiempo lleva en Aragón otro de sus paisanos, el también cisjordano Jamal Subeh. A sus 66 años, aterrizó en la capital aragonesa a finales de 1978, en los albores del régimen constitucional que hoy nos ampara, para estudiar Información y Turismo. Subeh ya no regresó nunca a su país, y no por decisión propia. «Vine a estudiar, pero al cumplir seis meses aquí, Israel me retiró la nacionalidad palestina», explica, con ojos vidriosos por lo amargo del recuerdo y por la angustia del presente.

«Cerca de mi localidad natal, Burqin, a pocos kilómetros de Jenín (norte de Cisjordania) mataron hace un par de días a 12 jóvenes en la calle. Seis alumnos, un profesor, un médico y cuatro personas más. Es una zona controlada por la OLP, pero los israelís entran y salen cuando y cómo quieren», detalla Subeh, que asegura que su pueblo solo quiere «la paz». «¿Quién quiere guerras? ¿Ha visto lo de estas semanas en Gaza, con bombardeos a tiendas de campaña de refugiados? Es un genocidio, disparan hasta contra las hormigas», subraya el palestino. En su opinión, el reconocimiento llega «tarde», pues el pueblo palestino lleva «75 años recibiendo una paliza todos los días»: «Israel no ha respetado ni una sola ley internacional. Ni una. Y no hay ningún condenado».

Ibrahim Abiat, durante una charla con este diario.

Ibrahim Abiat, durante una charla con este diario. / Miguel Ángel Gracia

En esa línea, Abiat incide en la disposición que Palestina siempre ha tenido por la paz, una intención que ejemplifica mejor que nada, a su juicio, el proceso de paz de Oslo, tras la Primera Intifada, en los 90. «El pueblo palestino aceptó una solución que suponía que, de nuestro territorio histórico, tan solo nos quedábamos con una quinta parte. Pero los israelís asesinaron a su presidente, Isaac Rabin, por haber llegado a ese acuerdo. El sionismo no quiere darnos ni un centímetro de tierra», afirma resignado.

Todo, desde una posición que se agravó desde octubre. «Es muy duro de asimilar, porque no podemos hacer nada», señala Abiat, mientras que Subeh también apunta a los países árabes del entorno: «Los gobiernos nos han dejado solos». Ahora, España reconocerá el Estado de Palestina tras más de 75 años de espera. Si será eficaz o no, solo lo dictará la historia. Mientras, los miles de palestinos exiliados por el mundo, como Abiat y Subeh, seguirán con la esperanza de ver su país en paz y recompuesto.