Camino al 9-J

Crónica política | Aragón: Una mirada de refilón a la futura Europa

Las elecciones al Parlamento Europeo sacan a debate su modelo de futuro. Un devenir en el que el euroescepticismo puede hacerse con un tercio de la cámara y tirar por tierra los avances que, con sus defectos, Bruselas ofrece. En medio de este paradigma, Aragón debe hacer valer su liderazgo en ejecución de fondos y hacerse oír.

Imagen del exterior del Parlamento Europeo, con las banderas de los Estados miembro y de la UE ondeando.

Imagen del exterior del Parlamento Europeo, con las banderas de los Estados miembro y de la UE ondeando. / EL PERIÓDICO

Alberto Arilla

Alberto Arilla

Europa llega al 9 de junio con los nervios a flor de piel. Desde la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008, el paradigma del capitalismo ha llevado a la Unión Europea y al mundo por unos derroteros en los que el populismo ha adquirido una dimensión desconocida, al menos, desde el fin de la Guerra Fría, que dio paso al Tratado de Maastricht y asentó los pilares de la hasta hoy mejor experiencia en lo que a organizaciones supranacionales se refiere. 

Ahora, el auge del euroescepticismo, en su inmensa mayoría de extrema derecha, tiene la posibilidad real, según los sondeos, de ocupar un tercio de la cámara, lo que podría provocar un nuevo escenario desconocido en este siglo XXI, replanteando incluso el papel de los Estados dentro de la comunidad, con la bandera de la «recuperación de la soberanía» ondeando en primera línea.

Y es que, en un mundo tan interconectado, hacer la guerra de forma individual y no conjunta no parece la mejor idea. De hecho, la principal reivindicación de la izquierda europea tras la legislatura que ahora acaba es precisamente la diferencia entre la forma de huir de la crisis derivada de la pandemia y la invasión de Ucrania, sin recurrir a las recetas de la austeridad marcadas por Europa tras el 'crack' de 2008. En todo este mejunje de circunstancias, los comicios dentro de 15 días se antojan fundamentales para el futuro europeo y, por consiguiente, para el devenir de Aragón.

Aquí es donde conviene detenerse para analizar, punto por punto, partido a partido, cuáles son las posibilidades de que la comunidad tenga diputados entre los 61 que corresponden a España, en un sistema electoral que es de circunscripción única, por lo que la posición de salida es fundamental para entender las opciones reales de ello. Por poner en contexto, durante los últimos cinco años (2019-2024), la socialista Isabel García fue la única eurodiputada aragonesa. Y eso que partió en el puesto 19, por lo que entró por los pelos (el PSOE obtuvo 20 representantes).

Partido a partido

Conviene empezar, por tanto, por las posiciones de partida que ocupan los políticos aragoneses de cara al 9 de junio. Sin duda, hay tres nombres que sobresalen por encima del resto: Rosa Serrano, Borja Giménez Larraz y Tomás Guitarte.

La primera, la oscense Rosa Serrano, parte en el puesto 18 de la candidatura socialista, uno por delante de su predecesora, una Isabel García que no repetirá. Y eso que contaba con el apoyo mayoritario de la militancia socialista aragonesa, pero la cara más amarga de la política salpicó a la aún eurodiputada, que se vio afectada por la guerra fraticida entre Javier Lambán y Pedro Sánchez. En cualquier caso, si el PSOE repitiese su resultado de 2019, opción que los sondeos casi dan por hecha, Serrano irrumpiría en el Parlamento Europeo.

El segundo en discordia es Borja Giménez Larraz, hijo de Manuel Giménez Abad, otrora líder popular en la comunidad y que fue asesinado por ETA. Giménez Larraz, que parte en el puesto 19, tiene amplias posibilidades de compartir asiento con Serrano en Europa, terreno que ya conoce tras haber trabajado como asesor político durante los últimos años. Las encuestas dan 24 escaños al PP, que doblaría su representación respecto a 2019, teniendo en cuenta además que España, tras el Brexit y el último reajuste poblacional, contará con dos eurodiputados más.

Por último aparece Tomás Guitarte, que encabezará la coalición Existe en la que también están representados otros partidos de la España Vaciada y municipalista. Las previsiones no garantizan que Guitarte consiga su escaño, pero al ir en cabeza parte con una ventaja que los políticos de los grandes partidos no tienen. En cuanto a Sumar, el político de CHA, Miguel Martínez Tomey, también con experiencia previa en Europa, apenas tiene posibilidades de salir elegido (ocupa el puesto 11 y los sondeos dan a Sumar entre tres y cuatro escaños), pero el objetivo de la formación aragonesista es que los problemas de Aragón lleguen a Europa a través de Compromís, su hermano valenciano, que ocupa la tercera posición de la candidatura con Vicent Marzá y que probablemente integrará en su gabinete a Tomey si sale elegido, como así parece.

Y luego aparece Vox, que no tiene ningún aragonés en su candidatura. De hecho, la formación ultra eligió a la abogada madrileña Marcela Reigía, que va en el número 8, para acompañar a Nolasco en el acto electoral de ayer. Mañana, eso sí, será el plato fuerte, con Abascal y Buxadé, cabeza de lista y hombre fuerte –y radical– del partido, frente a la Delegación del Gobierno.

Vuelta al principio

Sea como fuere, Aragón parece mirar a Europa de refilón. Al menos así lo dicen sus listas. Puede triplicar su presencia en la cámara, eso es cierto, pero habrá que trabajar muy duro para que sus reivindicaciones se hagan notar. La comunidad, no obstante, debe hacer valer su liderazgo en la ejecución de fondos europeos. O su capacidad para albergar proyectos, que dependen en buena medida de la UE, como la futura gigafactoría de Stellantis. Un proyecto que, por cierto, obtuvo una dotación muy inferior a la que esperaba en el último Perte, y que todavía era más sangrante si se comparaba con la obtenida por otros territorios.

Todo ello, además, directamente relacionado con la idea inicial. Aragón, mejor que nadie, debería saber que en Europa se juega mucho más que un modelo. Se juega su subsistencia. De lo contrario, ¿cómo va a salir de los futuros baches? Los 2.000 millones del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia que la comunidad ha recibido deberían ser argumento suficiente. Pero, en este mundo tan polarizado, nunca se sabe.

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