La opinión de Jorge Blanchard | Bajo un nuevo paradigma

El carácter aragonés se forja en la encrucijada de la historia y la geografía. Dos factores, en particular, definen y marcan la identidad de los aragoneses.

En primer lugar, vivimos rodeados de regiones que disfrutan de diversos privilegios. Algunos de estos privilegios se derivan de fueros históricos que han conservado hasta la actualidad, mientras que otros provienen de una tenacidad reivindicativa y pedigüeña. Sin embargo, el carácter aragonés se ha forjado en la ausencia de prerrogativas. A nosotros, no sólo nadie nos ha otorgado nada gratuitamente sino que además hemos primado siempre el bien de España. Cada logro, cada avance, se ha conquistado con esfuerzo y determinación, y eso ha dejado impronta en nuestro carácter.

En segundo lugar, el aragonés mira con admiración al resto del mundo, pero a menudo minusvalora lo que tiene en casa y no le otorga el merecido reconocimiento hasta que triunfa fuera. Este carácter crítico consigo mismo es una característica intrínseca, que muy a menudo veo injusta cuando en tantas ocasiones el aragonés de a pie muestra desconocer los méritos de las empresas nuestras, nacidas de emprendedores de aquí, y que son tan representativas y reputadas en sus sectores.

Ese talento emprendedor aragonés es de un carácter inconformista, autocrítico pero de manera que nos impulsa hacia la mejora constante, a cuestionar, a buscar soluciones y a superar obstáculos.

Responsabilidad social

Y lo que es más complicado, hemos sabido combinar ese espíritu crítico con un envidiable grado de responsabilidad social en el ámbito de las relaciones laborales, donde Aragón es una tierra envidiada a nuestro alrededor por su excelente clima social.

De esta manera, el talento de nuestros profesionales se ha forjado de manera que se ha convertido en uno de nuestros principales activos, y en el principal motor de desarrollo en nuestra tierra.

Y por eso, como aragoneses debemos ponernos en estado de alerta cuando vemos que Aragón corre un importante riesgo de descapitalización de talento. Aunque para ser totalmente justos, por desgracias este proceso ya está claramente en marcha, y sus efectos son ya palpables.

El talento de nuestros profesionales se ha forjado de manera que se ha convertido en uno de nuestros principales activos, y en el principal motor de desarrollo en nuestra tierra

A modo de ejemplo, esta semana fui conocedor de una situación muy representativa de cómo esta descapitalización está afectando a la industria de automoción de Aragón. Es el caso de una empresa extranjera que después de muchos años en Aragón se está deslocalizando fuera de España, cuando para 40 de sus profesionales que han perdido el trabajo y buscan reubicarse ha habido 320 peticiones de empresas del sector para incorporarlos.

Es decir, al menos en la industria, sector de tanto peso en Aragón caracterizado por mayor estabilidad, innovación tecnológica y sueldos, y que tira de la economía de forma más resiliente, existe un desbalance absoluto entre oferta y demanda de empleo; y las empresas no encuentran los perfiles que necesitan para hacer crecer su actividad, para desarrollarse.

En definitiva eso quiere decir que el talento (en la forma de profesionales cualificados) es a día de hoy uno de los cuellos de botella que impiden un mayor desarrollo de nuestra región. Hemos llegado a ese punto en el que con cada anuncio de una empresa que estudia implantarse en Aragón nos preguntemos “¿Y de dónde van a sacar a la gente?”.

El gran reto que tenemos hoy por delante es de ser una región más competitiva a la hora de retener y atraer talento

Por ello, debemos concienciarnos todos los agentes económicos –desde las empresas a las instituciones públicas, pasando por las formativas y los sociales– que el gran reto que tenemos hoy por delante es de ser una región más competitiva a la hora de retener y atraer talento. Ese talento que a lo largo de los años hemos forjado en Aragón y del cual nos sentimos orgullosos.

¿Disponemos de un hábitat propicio para el emprendimiento? ¿Apostamos claramente y de una vez por todas por una estrategia de crecimiento económico construida a partir de una base sólida de empresas “campeones” locales, donde los profesionales vean recorrido salarial y de desarrollo profesional? ¿Es nuestro marco fiscal propicio para ese modelo de crecimiento, y que favorezca la sostenibilidad y la sucesión? ¿Y propicio para atraer a los buenos profesionales?

En definitiva, debemos entender que nos encontramos ante un nuevo paradigma que nos obliga a definir nuestra estrategia como región, y en la que nuestro recurso más valioso es al mismo tiempo el más escaso y necesario de proteger: el talento de los aragoneses.