De Marcial a Paralluelo: dos milenios de puro genio

Goya, Servet, Buñuel, Cajal… la nómina de referentes en distintos campos resulta impresionante, como también lo es la rica historia de este territorio

Busto de Marco Valerio Marcial en Calatayud

Busto de Marco Valerio Marcial en Calatayud / Efe

¿Por dónde empezar? Dar respuesta a este interrogante no es una tarea nada sencilla cuando uno se propone escribir sobre el talento aragonés. La nómina de personalidades de la tierra que han ayudado a dar forma al mundo es tremenda. Tanto, como el extenso recorrido de un espacio político, social y cultural que, con sus luces y sus sombras, ha tenido nombre propio en la historia. Así que permiten que opte por lo fácil y que sea un desarrollo cronológico el que estructure el texto.

La primera parada es incluso anterior a la constitución de Aragón como reino, de manera que al protagonista no se le pueda considerar un aragonés como tal, sino como un ciudadano romano. Se trata del poeta Marco Valero Marcial, nacido en Bilbilis, es decir, Calatayud, sobre el siglo 40 después de Cristo. Buena parte de su vida la pasó en Roma, a donde llegó sobre el año 64 y allí permaneció durante 35 años, un espacio en el que desarrolló un mordaz estilo que encontró en sus 'Epigramas' su principal exponente.

Unos cuantos siglos después, en esa Zaragoza postromana de finales del siglo VI, destaca la figura de San Braulio. Su manejo del latín, como el de su sucesor, el obispo Enrique Tajón, fue más que destacado. El Epistolario de Braulio de Zaragoza es una obra que permite acercarse a aquella época de dominio visigodo.

Avempace

Previo al nacimiento de Aragón también es la vida de Ib Bayyah, esto es, el filósofo Avempace, que nació en la entonces Saraqusta -hoy, Zaragoza- hacia el año 1080. En su recorrido se convirtió en una referencia intelectual del mundo árabe y su periplo desbordó el campo del saber, pues también ocupó el cargo de visir con el gobernador almorávide Ibn Tifilwit.

Del pensamiento pasamos a la escultura con el alcorisano Damián Forment, un referente de esta rama del arte, maestro del alabastro y autor de joyas como los retablos mayores de la basílica del Pilar y de la catedral de Huesca. Su uso del alabastro también supuso la creación de un sello de identidad autóctono. 

En este camino ya llegamos a una de las figuras más importantes que ha dado la comunidad al mundo de la ciencia. Se trata de Miguel Servet, uno de los aragoneses más universales, nacido en Villanueva de Sigena en 1510. Sus investigaciones sobre la circulación pulmonar fueron su aportación más conocida. 

Servet, ejecutado

Pero también destaca el carácter librepensador de este altoaragonés que en su periplo vital viajó por buena parte de Europa y cuyos planteamientos teológicos le causaron más de un problema. De hecho, fue acusado de herejía y murió ejecutado en Ginebra en el año 1553, cuando la ciudad helvética se regía por los postulados protestantes de Calvino.

Miguel Servet

Miguel Servet / SERVICIO ESPECIAL

Media centuria más tarde de la muerte de Servet hay que regresar a la comarca de Calatayud para encontrar otro gran exponente aragonés del manejo de la palabra y el ingenio. Pues fue en el año 1601 cuando llegó al mundo Baltasar Gracián, en el municipio de Belmonte de Gracián. Autor inclasificable, Agudeza y Arte de Ingenio o El Criticón son muestra de su talento.

Un año después de que naciera Gracián lo hizo, en Zaragoza, la escritora y poetisa Ana Francisca Abarca de Bolea. En el trabajo de esta monja cisterciense destacan obras como el Octavario de San Juan Bautista y resulta un rasgo remarcable el uso del aragonés para algunos de sus trabajos.

Ya en 1720, a Zaragoza llegó al mundo la única mujer conocida que publicó a lo largo del siglo XVIII una obra matemática. Hablamos de Andresa Casamayor y de la Coma y la publicación de su 'Tyrocinio Artihmetico', con la que trató de enseñar las reglas básicas de la aritmética a aquellos que las desconocían.

De vuelta a la provincia de Huesca, hay que avanzar 22 años para llegar al nacimiento de Félix de Azara. Natural de Barbuñales y militar, pasó alrededor de dos décadas en América, donde llegó a describir más de 400 especies. Sus planteamientos sobre la evolución fueron pioneros y se piensa que pudieron influir en la obra de nada menos que Charles Darwin.

El gigante de la pintura

Autorretrato de Goya

Autorretrato de Goya / SERVICIO ESPECIAL

Y solo dos años después, un 30 de marzo de 1646, nacía en Fuendetodos uno de los nombres de mayor calado que ha dado Aragón a lo largo de toda su historia. Se trata, claro, del pintor Francisco de Goya y Lucientes. La trascendencia de Goya en la pintura universal es incalculable y de su mano salieron obras maestras como las majas, Saturno devorando a sus hijos, La familia de Carlos IV o sus series de grabados Los caprichos y Los desastres de la guerra. 

Alumno de José Luzán y cuñado de Francisco Bayeu, Goya vive una vida en la que conoció bien Madrid, donde llegó a ser pintor del rey, y países como Italia, donde viajó para conocer técnicas y mejorar su capacidades, y Francia, país en el que murió, en la ciudad de Burdeos, en el año 1828.

En este siglo XIX surgen varias figuras de calado con raíz aragonesa. Es el caso de, por ejemplo, la escritora Pilar Sinués, que pudo vivir íntegramente de la literatura, fue colaboradora de varias publicaciones y que fundó la revista femenina 'El Ángel del Hogar'. 

También destaca Blanca Catalán de Ocón, otro ejemplo de talento bilbilitano. Nacida en 1860 y considerada la primera mujer botánica de España, muestra de su labor es que una especie descubierta por ella misma fue llamada en su honor, la linaria blanca.

Llegados a este punto, es momento de abordar otro de los principales genios aragoneses, el científico Santiago Ramón y Cajal. Aunque nacido en el municipio navarro de Petilla de Aragón en 1855, sus raíces y su desarrollo vital se encuadran en diversos puntos de la comunidad. 

El peso de Cajal en la neurología es enorme y sus investigaciones sobre el funcionamiento del sistema nervioso y sus células, las neuronas, de una trascendencia enorme. Como muestra, el premio Nobel de Medicina que recibió junto con Camilo Golgi en 1906 o que sea considerado el padre de la neurociencia.

Un inicio de siglo muy productivo

El final del siglo y el inicio del nuevo resulta un momento de lo más interesante, pues tan solo en el lapso de 8 años nacieron figuras de la talla de Pablo Serrano, María Moliner, Ramón J. Sender y nada menos que Luis Buñuel.

El calandino lo hizo en 1900 y por su producción, en el que se cuentan obras maestras como 'Viridiana', 'El Ángel Exterminador', 'Simón del Desierto', 'Los Olvidados' o 'El discreto encanto de la burguesía', con la que se convirtió en el primer español en llevarse un Oscar, es considerado como uno de los cineastas más importantes e influyentes de la historia.

María Moliner

María Moliner / Servicio especial

En el mismo año, en Paniza, nació María Moliner, creadora del Diccionario de uso del español, una excelente obra que elaboró ella sola y en su casa a lo largo de 15 años, cuando regresaba de su trabajo de bibliotecaria. Un año después, el escritor Ramón J. Sender nacía en Chalamera, aunque siempre estuvo vinculado a la vecina localidad de Alcolea del Cinca. 'Crónica del Alba' o 'Réquiem por un campesino español' son ejemplo de la obra de uno de los principales referentes de la literatura aragonesa y en castellano del siglo XX. Y, regresando a la escultura, sobresale Pablo Serrano , nacido en Crivillén en 1908. Su legado artístico es uno de los más destacados del siglo XX. Un arte en el que también destacó el maellano Pablo Gargallo, nacido casi tres décadas antes, en 1881.

Segundo de Chomón, los hermanos Carlos y Antonio Saura, Miguel Fleta, Raquel Meyer, Pilar Lorengar, Enrique Bunbury... la lista es interminable, pues de Marcial a Salma Paralluelo, la jovencísima estrella del fútbol aragonés, hay dos milenios de puro genio.