La crónica del Casademont Zaragoza-Gran Canaria: el triunfo de la insistencia (76-73)

Los chicos no quieren ser menos. El Casademont Zaragoza lo volvió a hacer y cosechó un triunfo de prestigio ante otro rival europeo, esta vez el Gran Canaria (76-73), para mantener el estado de júbilo que vive el Príncipe Felipe tras la victoria en la Copa de la Reina. Con una atronadora ovación a las campeonas y la grada puesta al completo en pie empezó un duelo que estuvo en un pañuelo durante los 40 minutos, que pudo caer de cualquier lado pero en el que al final el coraje y las ganas de ganar de los de Porfirio Fisac desequilibraron la balanza para el equipo aragonés. Bendita insistencia.

Un triple de Sant-Roos abría el marcador pero un parcial de 0-6 para los canarios dejaba claro que si el Casademont quería ganar iba a tener que sudar de lo lindo ante el poderío físico de los isleños. Entre Hlinason y Yusta daban la primera ventaja a los de Fisac (10-6) en un primer cuarto con bastantes imprecisiones por parte de los dos conjuntos. El tanteo seguía parejo hasta que dos triples consecutivos de Albicy y Slaughter volvían a abrir una pequeña renta para los visitantes que recortó Aday Mara para el 16-19 con el que concluyeron los diez primeros minutos.

En el constante toma y daca que fue el encuentro, era el turno del Casademont. Con cinco puntos consecutivos puso por delante Wright a los suyos antes de que Ferran Bassas tomara con acierto la manija del partido y adelantara a los isleños de nuevo en el choque. No bajaban los brazos los aragoneses a pesar de que su rival estaba encontrando con más facilidad mejores posiciones de tiro y el pabellón estalló cuando en una bonita acción la conexión canterana entre Mara y Langarita volvía a apretar las cosas aunque los canarios seguían dominando. Con un triple de Simanic y un robo con su posterior canasta de Jovic volvía la igualada al luminoso (30-30). Una sucesión de tiros libres desembocó en el 35-34 con el que se llegó al descanso. Albicy anotó un espectacular triple desde el medio campo pero los árbitros dijeron que estaba fuera de tiempo.

Igualdad máxima

Ninguno de los dos equipos había conseguido superar la renta de cinco puntos en la primera parte y la tónica no cambió demasiado tras el paso el vestuarios. Con un 2+1 de Hlinason, que comenzaba a crecer en el duelo, se reanudó un choque en el que, por el otro lado, también apareció Balcerowski. La pelea era titánica bajo los aros y la igualdad no se rompía hasta que el Gran Canaria comenzó a enchufar de tres. Dos aciertos desde la larga distancia de Slaughter y Brussino, que no tuvo su día en su regreso a Zaragoza, hicieron entrar las primeras dudas serias a los locales. Otro triple de Slaughter tras una buena canasta de Mara colocaba un +8 para los isleños que, visto lo parejo del duelo, parecía muy complicado de remontar. No obstante, dos canastas de Wright y del cubano Sant-Roos apretaron en luminoso al final del tercer cuarto hasta el 53-57.

No empezaron bien los últimos diez minutos ya que Slaughter y Salvó volvieron a acertar desde el triple aunque Yusta, también de tres y Wright con canasta y tiro libre adicional, mantenían con vida a los de Fisac, siempre con una desventaja en torno a los cinco puntos. Quedaban cinco minutos y fue entonces cuando apareció el gigante islandés. Hlinason se adueñó de la zona y comenzó a producir algo positivo para su equipo en cada ataque. Pero los canarios conseguían contestar como un reloj suizo a cada intento de acercarse de los canarios. Brussino con otro triple parecía apagar las esperanzas de remontada del Casademont. Tan solo restaban dos minutos de juego y el marcador era de 67 a 73.

Pero el equipo aragonés nunca dejó de insistir, nunca tiró la toalla y al final obtuvo el premio merecido a su insistencia. Hlinason anotó en la pintura y a continuación Sant-Roos encendía el Felipe con un triple que ponía a tan solo uno a los suyos. Dos tiros libres de Yusta ponían con ventaja a los aragoneses y el propio Yusta certificó el triunfo tras el fallo definitivo en el triple de Albicy. Entonces llegó la anécdota del duelo. Con los jugadores saliendo de la cancha y Fisac ya en vestuarios los colegiados advirtieron que quedaban dos décimas en el reloj y que había que jugarlas ante la incredulidad de todos los presentes. Sin embargo, no había tiempo para nada y el triunfo era ya un hecho en una nueva demostración de que Zaragoza nunca se rinde.