CASADEMONT ZARAGOZA

Dejan Kravic: un secundario de lujo para el Casademont Zaragoza

Dejan Kravic firmó ante el Obradoiro su mejor partido de una temporada en la que siempre ha trabajado en silencio y segundo plano con el Casademont con 22 puntos, 8 rebotes y 30 de valoración

El pabellón le cantó al unísono «¡MVP, MVP!» cuando lanzó el último tiro libre tras un mate espectacular.

Kravic se dispone a rematar ante la defensa de Scrubb, Suárez y Blazevic.

Kravic se dispone a rematar ante la defensa de Scrubb, Suárez y Blazevic. / JAIME GALINDO

Quedaba poco más de un minuto para el final, la victoria estaba en el bolsillo y Dejan Kravic se colgó por última vez y de manera espectacular en el aro del Obradoiro. Dos puntos y falta de Dotson. Ahí estaba el pívot serbio, en la línea del 4,60, a la espera de ejecutar el tiro adicional con esa mecánica tan particular, con ese giro casi imposible de la muñeca izquierda para impulsar la bola, cuando todo el pabellón empezó a cantarle de manera espontánea «¡MVP, MVP!». Kravic anotó su punto número 22 y siguió como si nada, culminando el que ha sido hasta la fecha su mejor partido con la camiseta del Casademont. 22 puntos, 8 rebotes, +24 con él en pista y 30 de valoración.

El éxito de Kravic es el de un secundario de lujo, el de un jugador que lleva toda la temporada trabajando en silencio, fuera de los focos, a veces incluso del equipo, que salvó dos opciones de salida en octubre y en diciembre, pero que siempre ha estado al servicio del grupo, cumpliendo con su papel fuera cual fuese. Y eso la afición siempre lo agradece. En las últimas semanas sus minutos han crecido porque Watt ya no es el mismo de jornadas atrás y ahí ha estado el serbio para seguir haciendo lo que sabe hacer.

Dejan Kravic llegó el pasado verano al Casademont Zaragoza avalado por una sólida trayectoria en la ACB, donde había cumplido con creces tanto en el Obradoiro como en el San Pablo Burgos -dos veces campeón de la Champions- y en el Unicaja. Vino cuando el club ya había podido hacerse con los servicios de Okafor, todo un número 3 del Draft, y mientras esperaba que Mitchell Watt terminara su participación en China para poder incorporarse, por lo que su papel siempre iba a ser más secundario, de jugador de rotación. O quizá ni eso porque Porfirio Fisac lo dejó bien claro desde el principio: «Mis pívots son Watt y Okafor», proclamó el segoviano.

Kravic fue de los pocos jugadores de la plantilla que completó toda la pretemporada (jugando los 5 partidos y promediando 14 puntos), que siguió trabajando y sumando para el equipo jugando cuando le tocara jugar y los minutos que fueran. Ya estuviera en pista cinco o quince minutos, el pívot serbio siempre cumplía. Siempre desde el banquillo, porque solo ha sido titular dos de los 25 partidos que ha jugado esta temporada. En los que no ha participado, ha sido por decisión técnica. Su contrato contemplaba una cláusula de corte en octubre que salvó con una ampliación de dos meses y, pasado ese tiempo, tampoco se ejecutó su salida. Para entonces el que se había ido era Okafor.

Desde entonces Watt ha sido, indiscutiblemente, el pívot titular del Casademont Zaragoza. Su rendimiento le avalaba. Pero en las últimas semanas este ha ido cayendo y, además, se desconcentra con más facilidad. Le ocurrió el pasado sábado cuando le señalaron la segunda falta y su enfado con los árbitros y la situación -aunque no le faltara algo de razón- aconsejó su paso por el banquillo para evitar males mayores. Pues ahí estaba Kravic, en su segundo partido como titular esta temporada, para aguantar en pista 23.44 minutos, la cifra más alta esta temporada, y acabar haciendo un destrozo por dentro a su exequipo.

Fue el triunfo en silencio de un secundario de lujo para el Casademont Zaragoza, el éxito del trabajo continuo y de la paciencia para saber esperar y aprovechar la oportunidad. Pero lo que no se ve a veces también es tan evidente como para que casi 6.000 personas celebren tu éxito y acaben coreándote «¡MVP, MVP!» cuando todo ese trabajo da sus frutos.