Año y medio ha pasado ya del inicio de las labores de desmantelamiento de la histórica central térmica de Andorra y en ellas se han fijado los amigos de lo ajeno para sacarse un beneficio. Hace tres días cuatro individuos accedieron a las instalaciones y se llevaron 40 kilos de cobre, que cotiza a 5,50 euros el kilo, según marca la Bolsa de Metales de Londres (LME). La Guardia Civil investiga lo sucedido.

La sustracción se produjo una hora después de la puesta de sol, sobre las 19.30 horas. Por las cámaras de seguridad del recinto, los responsables de las pesquisas saben que son cuatro personas, quienes accedieron al interior mediante un butrón que realizaron en una de las vallas que rodean el extenso complejo industrial.

Fue visto y no visto porque fueron a la zona en la que se encontraba este preciado material conocido como el oro rojo. Una circunstancia que abren una hipótesis en las pesquisas, que es que los ladrones eran conocedores de que había cobre en esa zona y que no iban a ser sorprendidos. Como así fue. De hecho, no fue hasta el día siguiente cuando los responsables de Endesa, la empresa que gestionaba estas instalaciones, interpusieron una denuncia ante el puesto de la Guardia Civil en Andorra. Por el momento no se han producido detenidos.

Este robo se produce en un momento en el que la fiebre del cobre ha pasado. Hace solo cinco años este tipo de hechos delictivos se convertían en un auténtico quebradero de cabeza para quienes los sufrían, especialmente las infraestructuras ferroviarias, sector de la construcción y servicios de alumbrado y parques en los municipios. Las claves de ello es que tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil han intensificado la vigilancia y la coordinación con las chatarrerías que son donde acuden los ladrones para intentar dar salida a su botín. No es baladí que el que no sea responsable y adquiera cobre robado afronta una imputación por un delito de receptación. La experiencia profesional de estos empresarios del metal les permite comprobar de solo un vistazo el origen lícito o ilícito del mismo.

Muestra de ello es que, tal y como publicó este diario, antes del covid, en 2019, la cifra de metros sustraídos ya había caído a solo 686 metros, cuando hace diez años se medía en kilómetros. De ellos, además, 65 se localizaron en la provincia de Huesca, 150 en la de Teruel y 471 en la de Zaragoza. El pasado año fueron 3.104 metros sustraídos en las líneas de tren aragonesas, con un importante matiz con respecto a la prepandemia, la práctica totalidad de robos se localizaron en la de Zaragoza, con 3.074, y solo 30 en la oscense.

El desmantelamiento de la central térmica Teruel tendrá un coste aproximado de 60 millones de euros. El proyecto global se inició a principios de 2021 y tendrá una duración de 48 meses. En estos momentos emplea a una media de 190 personas de mano de obra directa, con puntas de hasta 200 trabajadores, la mitad de ellos de Andorra y de localidades próximas a la central. El proyecto tiene la singularidad de compatibilizar los trabajos de demolición con actuaciones de desarrollo de futuros parques de generación eléctrica de origen renovable en el mismo emplazamiento.