SUCESOS EN ARAGÓN

La Policía Científica, sobre si Mari Carmen movió sola el cadáver al patio y al leñero: "Es prácticamente imposible hacerlo solo"

Este mismo agente recuerda que trasladaron entre cuatro efectivos el cuerpo sin vida desde el leñero hasta el salón y "tengo la sensación de que sudamos" | La autopsia revela que la muerte de Raimundo fue "instantánea" por un disparo "a quemarropa" que provocó "la destrucción de los centros vitales encefálicos"

Mari Carmen, delante, y su hermana Isabel, detrás, en el banquillo de la Audiencia Provincial de Zaragoza.

Mari Carmen, delante, y su hermana Isabel, detrás, en el banquillo de la Audiencia Provincial de Zaragoza. / JAIME GALINDO

María del Carmen Villa Fernández declaró durante la primera sesión del juicio que sacó «a rastras, despacito con una manta» el cadáver de su marido Raimundo, alias El Quinqui Medrano, al patio de su vivienda ubicada en el número 37 de la calle San Roque de Calatayud. Luego volvió a arrastrarlo al interior del domicilio hasta llevarlo al leñero, «la parte más profunda de la vivienda y excavado en la roca». «Ahí (por el leñero) lo metí yo también. El miedo da mucha fuerza», justificó Mari Carmen a la sala provincial. Sin embargo, uno de los agentes de la Brigada Científica de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que participó en la inspección ocular de la vivienda aseguró ayer sin ningún tipo de duda que era «prácticamente imposible hacerlo solo». «El cadáver era el de una persona de complexión obesa y tuvimos que trasladarlo entre cuatro personas. Tengo la sensación de que sudamos», describió el agente.

En este sentido, recordó que recibieron un aviso desde Calatayud por «un cuerpo semioculto bajo un montón de leña». A su llegada a la vivienda, entraron en la cocina y encontraron «un hueco entre dos vigas encima de la chimenea», un hueco que sería «compatible con el escondite de la pistola». Durante dicha inspección ocular apreciaron restos de sangre «en el tambor de la lavadora» y, al pasar al dormitorio, rajaron el colchón de la cama de matrimonio por la parte de arriba, donde «existía un depósito de sangre».

"Era evidente que habían limpiado la escena del crimen"

También encontraron restos de sangre en «recovecos como el somier», aunque la realidad que describió el agente fue que «era evidente que habían limpiado la escena del crimen». En este mismo compartimento apreciaron un «emplaste», disimulado con «aquaplast», en lo que sería la zona de impacto de la bala. «Era curioso porque estaba como que se había apretado para cerciorarse de que se había secado», concretó. Tras la inspección del dormitorio, pasaron al leñero y, tras «quitar toda la leña», encontraron el cadáver y lo trasladaron hasta el salón.

También destacó que encontraron «un bidón de gasolina» en la escombrera próxima a la parcela y «un horizonte de humo negro en el patio». Por último, aclaró que las plantas que Mari Carmen tenía en el patio «no requería invernadero».

La autopsia

Antes de la llegada de la Brigada Científica, la médico forense, Isabel Moreno, ya había sido requerida ese mismo 7 de enero por el Juzgado de Calatayud para la inspección de la vivienda de Raimundo y Mari Carmen. En este primer informe de autopsia encontró el cadáver «envuelto en plástico y en una manta de cuadros». «Desprendía un olor penetrante a gasolina y estaba parcialmente quemado. Las quemaduras eran superficiales y estaba mojado, como si hubieran echado agua para apagar el fuego», describió la médico forense, que «no» apreció espasmos cadavéricos, por lo que «estaba en un estado de relajación cuando murió».

Junto a un segundo médico forense, Salvador Baena, ambos practicaron la autopsia el 8 de enero en el Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA). Entre sus conclusiones, definieron el disparo que acabó con la vida de Raimundo como «homicida» y, de hecho, «la muerte fue instantánea». La causa fue «una fractura por estallido de la bóveda craneal» que provocó «la destrucción de los centros vitales encefálicos».

Fue un disparo «a quemarropa» a una distancia de «uno y tres o cuatro centímetros» y, la trayectoria, «de derecha a izquierda, prácticamente perpendicular, con un ángulo de inclinación de 10º». En este sentido, Baena argumentó que esta trayectoria ascendente-descendente y la ausencia de espasmos cadavéricos son «incompatibles con el suicidio».

La muerte de Raimundo se fija 48 horas antes del levantamiento del cadáver y dos horas después de su última ingesta

Si el levantamiento de cadáver se llevó a cabo a las 09.00 horas del 7 de enero, Isabel calculó que la muerte se debería haber producido «48 horas antes» ya que «habían aparecido fenómenos de putrefacción en el rostro y los genitales». Además, como «el individuo había comido y estaba en digestión», la muerte también se tenía que haber producido «dos horas después de la última ingesta». Con todos estos vestigios, Baena señaló que la muerte de Raimundo se acerca «más a la noche porque hemos retrasado los efectos putrefactivos con la gasolina», pero que podría ser compatible con un desayuno muy temprano a eso de las «06.00 horas».

La tercera sesión de este juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Zaragoza también contó con la declaración de la oftalmóloga Díaz Peiró, responsable del Historial Clínico de Raimundo. Díaz Peiró afirmó que, a efectos prácticos, la víctima sufría «una ceguera» y era «altamente dependiente de otras personas». No obstante, el abogado de Mari Carmen, José María Pedregal, se remitió a un atestado de la Guardia Civil del año 2011 por el que se había encausado a Raimundo tras llegar «a embestir a un coche de la Guardia Civil» y darse a la «fuga» en Orgaz.

Para esta última causa no existe sentencia firme ya que Raimundo murió antes de que se celebrara el juicio y, de todos modos, la Magistrada Presidente del Tribunal de Jurado, Esperanza de Pedro, zanjó que no se iba a tener en cuenta para la deliberación del veredicto ya que fue presentada fuera de plazo.