SUCESOS EN ARAGÓN

Denunciados dos jesuitas que ejercieron en Aragón por abusar de una mujer durante 36 años

La Compañía de Jesús ha pedido perdón por los hechos, cometidos en Mallorca, donde estuvieron destinados los implicados antes de ir a Zaragoza y Huesca

«Me decía ‘hago todo esto porque tú necesitas sexo, yo ya me he confesado’»

Imagen de archivo de un sacerdote.

Imagen de archivo de un sacerdote.

Andrés Martínez

Dos jesuitas que ejercieron en Huesca y en Zaragoza han sido denunciados por abusar sexualmente de una mujer durante 36 años. La Compañía de Jesús admite los abusos y agresiones sexuales a esta mujer mallorquina a lo largo de tres décadas cometidos por dos de sus sacerdotes, Fernando Meseguer y Luis Añorbe, mientras estuvieron destinados en la comunidad de jesuitas de Montesión, en Palma, y que ha desvelado el Diario de Mallorca, perteneciente al grupo Prensa Ibérica que edita EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. La orden religiosa pide perdón públicamente a la víctima, de unos 50 años, y admite también «el grave sufrimiento personal y psíquico ocasionado por los religiosos». Con todo, ampara y mantiene en su seno a los dos jesuitas, ya que ninguno de ellos ha sido expulsado.

La mujer padece un grave trastorno psíquico que ha derivado en una incapacidad del 68% y la invalidez permanente para poder trabajar. Su enfermedad se habría generado a raíz de los abusos sexuales de los que fue objeto en su infancia presuntamente cometidos por su padre, y que conocían y agravaron los dos jesuitas.

Según consta en las denuncias, el capellán iba teóricamente a acompañarla espiritualmente, para después someterla. «En todas las visitas a la clínica las conversaciones de consuelo siempre llevaban al final a una exigencia por su parte que acababa en un abuso sexual», detalla. Ante estas situaciones, la denunciante «entraba en un bloqueo emocional y catatónico» que le «impedía defenderse», asevera.

«Cuando le decía, ‘J. no me puedes tocar, estás pecando, tú has prometido el celibato’, él me decía: ‘Uy, por mí no te tienes que preocupar, ya me he confesado y estoy perdonado, además todo esto lo hago porque tú necesitas sexo’», relata en la denuncia eclesiástica.

La mujer estuvo ingresada en el hospital dentro de su proceso terapéutico derivado del trastorno límite de personalidad que sufre. Según detalla, el sacerdote la visitaba de forma habitual durante los tres años que acudió a la clínica. En dichos encuentros, J.C. presuntamente aprovechaba cuando no había nadie más para someterla a tocamientos y otras prácticas sexuales.

«Cuando se despedía en el hospital quitaba la sábana que había encima de mí y me levantaba el jersey del pijama. Después me decía ‘reina, sabes que te quiero mucho’», declara. Incluso, según la denuncia, el sacerdote empezó a hacerle numerosas preguntas sexuales sobre la líbido ya que ella tomaba mucha medicación en aquel momento . «Se obsesionó tanto que no paraba de acudir a la clínica», afirma.

Asimismo, según explica ella, el hospital no fue el único lugar donde J.C. abusó sexualmente de ella. Supuestamente la víctima también sufrió abusos en una parroquia de Palma, cuando el sacerdote le invitaba a cenar. «Me engañaba diciendo que íbamos a cenar para que fuera a la iglesia y al final acababa abusando sexualmente de mí», precisa la mujer.

Amigo de la familia

La víctima conocía a J.C. desde muy pequeña ya que el sacerdote mantenía una relación de amistad estrecha con su familia. De hecho, según la denuncia eclesiástica, J.C. era conocedor de las presuntas violaciones de las que la víctima y ahora denunciante fue objeto por parte de su propio progenitor. «Me decía: ‘Tu padre está enfermo, siempre ha tenido muchas amantes’. Decía esto para luego hacer lo mismo de forma diferente».

Los abusos por parte del cura arrancaron supuestamente en 1994, cuando la víctima se independizó de casa de sus padres. En aquel momento, supuestamente la víctima había sufrido agresiones sexuales por parte de su padre, hecho que le causó un trastorno límite de personalidad que poco a poco fue desarrollando.

En este sentido, la mujer afirma que se encontraba en un momento psicológico muy bajo, sufriendo una vulnerabilidad que presuntamente habría aprovechado el sacerdote para agredirla sexualmente. Así, J.C. acudía a visitar a la mujer a su domicilio particular y poco a poco fue acercándose a ella hasta supuestamente sobrepasar todos los límites.

«Estoy convencida de que él se ha sentido libre de hacer conmigo lo que quería cuando entraba en estado de bloqueo mental y psiquiátrico. Era el mismo patrón de conductas con el que me habían educado, ‘te puedo tocar lo que quiera’, así que harás silencio. Por eso callaba y obedecía», asegura la víctima. 

Perdón

En un comunicado difundido ayer bajo la firma del mallorquín Javier Monserrat, actual superior de Montesión, los Jesuitas expresan su «rotunda condena por los abusos cometidos en el pasado por miembros de la orden cuya labor precisamente debería haber sido proteger a una persona vulnerable, vinculada a nuestras congregaciones marianas y a la coral de nuestro centro educativo».

«Pedimos perdón a la víctima no solo por el grave sufrimiento personal y psíquico ocasionado por los religiosos sino también por no haber sabido proteger a una joven vinculada a nuestra pastoral», prosigue la nota de Monserrat.

La mujer abusada denunció en 2021 a Meseguer y Añorbe ante el Tribunal eclesiástico de Mallorca, que a su vez derivó el caso a la Compañía de Jesús. Tras una investigación interna, los Jesuitas señalan que a Añorbe «se le ha impuesto un precepto penal por el que adquieren firmeza las medidas cautelares» adoptadas en su momento, y que son: «La restricción de movilidad, limitación completa de su actividad pastoral, prohibición de actividades con menores y adultos y obligación de ser sometido a una evaluación psicológica». Es decir, tiene prohibido de por vida el ejercicio del sacerdocio, pero sigue siendo jesuita.

Pendiente de sentencia de Roma

En el caso de Meseguer, «se está a la espera de resolución» por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano del Vaticano que resuelve las denuncias por pederastia y otros delitos sexuales dentro de la Iglesia católica. Precisamente, el cardenal y jesuita mallorquín Luis Ladaria está al frente de este ‘ministerio’ de la Santa Sede, y el sábado se conoció que será relevado en septiembre.

Tras un intenso trabajo terapéutico, esta mallorquina también ha decidido ahora interponer una denuncia penal contra los dos jesuitas y un tercer sacerdote diocesano al que también acusa de haber abusado de ella. «Ante la demanda interpuesta por la víctima, nos ponemos a disposición de la Justicia ordinaria para lo que desee requerirnos», señala el citado comunicado por los Jesuitas.

De 1985 a 2021

Fernando Meseguer es un jesuita que formó parte de la Congregación Mariana en el Colegio Montesión. Entre otras actividades dirigía el coro, espacio en el que coincidió con la víctima a partir de 1985, cuando esta tenía 15 años. Al entablar confianza con ella, la adolescente compartió con el sacerdote los abusos sexuales de los que presuntamente era objeto por parte de su padre. Lejos de ayudarla, el capellán habría incurrido en los mismos hechos siendo la víctima menor de edad.

Según el testimonio de la misma, los abusos sexuales se habrían producido dentro de la propia iglesia de Montesión, cuando Meseguer la «engañaba para abusarla» invitándole a tocar el órgano por «lo mucho que me gustaba la música», relata. «Él sabía que me encantaba tocar piezas que conocía con el pedalier grave del órgano que se toca con los pies [...]. Luego apagaba las luces del órgano, lo tapaba y me hacía introducirme en una minúscula salita al lado. Era la del órgano pequeño de la cripta de San Alonso», detalla la mujer. «Estaba asquerosamente sucia y abandonada, con tejas rotas, palomas y sus muchos excrementos. Yo odiaba esa sala tétrica y angosta, pero era el precio a haber tocado el órgano», rememora el testimonio en la denuncia. 

Otro de los espacios en los que presuntamente Meseguer abusó de la víctima fue en su despacho de la calle Montesión, aprovechando la oscuridad de la noche para que no les viera nadie. «Si nos encontrábamos con alguien al salir íbamos a la salita oficial de visitas y hablábamos de problemas familiares o de estudios», declara. Los abusos también se produjeron supuestamente en el despacho que tenía Meseguer en el colegio de los jesuitas ubicado en Son Moix. A pesar de que posteriormente Meseguer abandonó la isla, supuestamente continuó hasta el 2021 enviándole mensajes de WhatsApp para que le mandara fotos de su cuerpo desnudo.

Por otro lado, el jesuita Luis Añorbe fue profesor de Religión, Física y Química, Matemáticas e Informática en Montesión desde el año 1976 hasta 1988. Además, también fue Delegado de Pastoral de Educación Primaria en el centro desde 1990 hasta el 2003.

En su caso conoció a la víctima en 1988 en la Congregación Mariana. Al principio le invitaba a desayunar en algún bar de Son Rapinya, explica la mujer. Al igual que en el caso de Meseguer, el jesuita conocía los supuestos antecedentes familiares, utilizando su vulnerabilidad para, según explica, abusar sexualmente de ella. En este sentido, Añorbe agredió presuntamente a la víctima en el mismo despacho de Son Moix que empleaba Meseguer.

Padre Montalvo

Otro de los escenarios donde la denuncia sitúa los hechos es en el campamento del Padre Montalvo. Según aporta la denuncia eclesiástica, Añorbe la agredió sexualmente mientras ella estaba en la habitación con niños de entre uno y siete años. «Me obligó a tener relaciones con él. Aún me ahogo pensando en esa noche». Con el paso del tiempo, Añorbe se marchó de Mallorca. A pesar de ello, el jesuita también habría pedido fotografías y vídeos de carácter sexual a la víctima hasta el año 2020, en el que se acabaron las conversaciones.

La Compañía de Jesús no quiere precisar dónde residen actualmente los dos jesuitas -solo señala que «en comunidades donde se puedan cumplir las medidas» sancionadoras impuestas-, aunque se conoce que después de Mallorca Meseguer estuvo en Gandía, y Añorbe en Huesca.

La noticia de los abusos ha causado un gran impacto y conmoción entre muchos exalumnos y la comunidad educativa ligada a Montesión