otras lesiones

Infanticidios en Aragón: El síndrome del niño zarandeado, una de las causas

Uno de cada diez muere y la mitad sufren secuelas de por vida

Entrada al Hospital Infantil.

Entrada al Hospital Infantil. / JAIME GALINDO

Más allá de los infanticidios, también existen otros episodios de maltrato vinculados al conocido como síndrome del niño zarandeado. Pero quienes atienden a estos menores coinciden en que, «muchas veces», no son casos intencionados, sino derivados de una «falta de recursos» por parte de los progenitores a la hora de reaccionar ante «un llanto desconsolado». Así lo explica la presidenta de la Asociación Aragonesa de Pediatría de Atención Primaria, Elena Javierre, quien recalca la importancia de la «prevención» como la mejor herramienta posible para evitar lesiones que pueden resultar irreversibles en los niños

Para ello, desde el hospital Infantil Universitario Miguel Servet pusieron en marcha el año pasado un programa específico para evitar la práctica de estas maniobras. «Existe un QR en todas las habitaciones de maternidad y, en la primera visita a pediatría, se constata que a los padres les ha llegado la información», señala Javierre.

No es para menos la importancia de facilitar esa información porque, según la facultativa, cinco de cada diez bebés afectados por este síndrome sufren secuelas de por vida –retraso mental, parálisis mental o ceguera– y uno de cada diez mueren. «El zarandeo se puede desencadenar porque un lactante llora de forma desconsolada, pero es mejor que un niño llore al zarandeo. Puede ser mortal», señala. Bastarían menos de cinco segundos para que las lesiones fueran irreversibles o incluso tuvieran un fatal desenlace.

Con ella coincide la psicóloga forense Cristina Andreu, quien incluso habla también de los daños que puede generar un maltrato psicológico en el desarrollo de los más pequeños. La ausencia de atención y afecto, sostiene Andreu, también tiene efectos sobre «la neurología» como, por ejemplo, disfunciones psicológicas, falta de control de las emociones o problemas de memoria. Todo ello tiene «un sustrato orgánico».

También habla Andreu del patrón que se repite en los infanticidios, en su mayoría, protagonizados por madres. Distintos estudios reflejan varias razones como, por ejemplo, trastornos mentales derivados de una depresión postparto o problemas de integración vinculados a la marginalidad o la drogadicción. 

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