SUCESOS EN ARAGÓN

Muere un padre y su hijo de 14 años en el incendio de su chalé en Ateca (Zaragoza)

El fuego se desencadenó en la planta baja del unifamiliar y, según las primeras pesquisas, el origen podría ser un brasero

Las víctimas eran hijo y nieto del exalcalde José Luis Blasco, primer edil de la localidad zaragozana entre 1979 y 1991

Un padre –José Luis Blasco– y su hijo de 14 años –Aitor– murieron este viernes de madrugada como consecuencia del incendio que se desencadenó en la planta baja de un unifamiliar ubicado en el número 25 del Paseo del Prado en la localidad zaragozana de Ateca. La noticia con la que despertó el municipio generó un reguero de «consternación» y «duelo» por la pérdida inesperada de dos vecinos muy conocidos en el pueblo cuyos cuerpos yacían inertes a la llegada de los servicios sanitarios. Según ha podido saber EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, las primeras pesquisas apuntan a que el fuego se originó a partir de un brasero, aunque habrá que esperar al resultado final de la investigación tras las pruebas recabadas por el Equipo de Policía Judicial y de Policía Científica de la Guardia Civil.

Los servicios de emergencias del 112 recibieron el aviso a las 07.22 horas y, en cuestión de minutos, se personaron en el domicilio varios efectivos de la Policía Local de Ateca y de la Guardia Civil que se encontraron una nube de humo en la planta calle del inmueble. Fueron estos agentes quienes rescataron el cadáver del progenitor en la entrada de la casa y, tras la llegada de bomberos de los parques de Calatayud y La Almunia de Doña Godina, pudieron acceder al interior de la vivienda para hacer lo propio con el cuerpo del adolescente.

También fueron comisionadas otras dotaciones de la Guardia Civil activadas incluso desde la localidad zaragozana de Villanueva de Huerva, a una hora de distancia. A las 11.00 horas se personó el juez del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Calatayud, en funciones de guardia, quien autorizó el levantamiento de los cadáveres poco antes de las 13.00 horas. Los cuerpos fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Aragón (Imlcfa) para practicarles sendas autopsias y determinar las causas de la muerte, si bien todo apunta a que fallecieron víctimas de la inhalación de monóxido de carbono. 

Las llamas destruyeron la planta baja del edificio y los efectos del fuego eran visibles a varios metros de distancia desde el cordón policial que establecieron los agentes en la entrada del descampado que daba acceso a una zona conocida como El Vergel. Allí se levantaban cuatro unifamiliares de similares características, todos ellos propiedad de la familia Blasco, natural de la villa zaragozana. Los fallecidos son hijo y nieto del exalcalde de Ateca, José Luis Blasco Sabroso, quien, bajo las siglas del PSOE, fue el primer edil del municipio entre 1979 y 1991.

A nivel local no dejaron de sucederse las muestras de respeto en memoria de los finados. Mientras que el Ayuntamiento de Ateca decretó tres días de luto oficial en los que ondearán a medio asta las banderas de la casa consistorial –«se encuentra todo el pueblo afectado y consternado», lamentó el alcalde, Ramón Cristóbal–, la Escuela de Fútbol Base decidió suspender los tres partidos –categoría infantil, cadete y juvenil– programados para este fin de semana en el estadio San Blas. Y el C.D. Ateca hizo lo propio con sendos encuentros del equipo femenino y del Primera Regional.

No fue para menos en el Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Zaurín, donde los alumnos guardaron un minuto de silencio en el patio precedido de la lectura de un poema. Allí, Aitor cursaba 3º de ESO y, según explicaron varios conocidos del adolescente, pretendía ser bombero forestal e iniciarse en la profesión con el estudio del Grado Medio de Emergencia y Protección Civil que se imparte en el citado centro educativo. Quienes le conocían le describieron como una persona «muy alegre» a la que le gustaba entrenar en el gimnasio y jugar a baloncesto. Incluso una anciana que se paseaba por las inmediaciones recordó que el jueves por la tarde le vio jugar al pádel en las pistas que, precisamente, se localizan a escasos metros del domicilio.

Otros curiosos prolongaron su paseo hasta el final de la travesía que cruza el pueblo. «Me he enterado hace un momento tomando café. Los conocía de toda la vida. ¡Es una desgracia muy gorda», señaló un vecino. «Me llevaba muy bien con él, nos conocíamos mucho. Teníamos una amistad...», se emocionaba otro.