Accidentes de tráfico

Siniestralidad vial en Aragón: Un muerto cada seis días

Las vías urbanas e interurbanas de la comunidad aragonesa contabilizan 28 víctimas mortales en lo que va de año y cinco de ellas se han registrado en las dos últimas semanas tras los siniestros de Villamayor de Gállego, Fuendejalón, Baélls y Benabarre.

Accidente de tráfico en la N-230, a la altura de Benabarre, con un muerto al salirse de la vía y volcar el coche.

Accidente de tráfico en la N-230, a la altura de Benabarre, con un muerto al salirse de la vía y volcar el coche. / GUARDIA CIVIL

El debate en torno a la seguridad vial se cuela casi a diario en la sociedad aragonesa debido al goteo incesante de accidentes de tráfico mortales que, según el recuento que maneja EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, se ha cobrado la vida de 28 personas en lo que va de año. O lo que es lo mismo: las vías urbanas e interurbanas de la comunidad aragonesa registran un siniestro mortal cada seis días, si bien el promedio fluctúa –desde el 31 de enero al 28 de febrero no se contabilizó ninguna muerte– hasta el punto de que, desde el pasado jueves 30 de mayo hasta hoy, se han registrado cinco decesos en cuatro accidentes viales en Villamayor de Gállego, Fuendejalón, Baélls y Benabarre.

Los dos últimos tuvieron lugar en la misma carretera, la N-230, una vía pendiente de sumar un tercer carril tras la reciente adjudicación del proyecto, tal y como recuerda la alcaldesa de Benabarre, Yolanda Castelló. «Es una carretera que ha tenido puntos negros y cierta siniestralidad, pero el firme no está mal en ese tramo», afirma la regidora en relación al punto exacto donde el martes murió un hombre de 46 años al salirse de la vía y volcar el vehículo.

Apenas 24 horas antes, y a tan solo nueve kilómetros de distancia, falleció también un hombre de 71 años al volcar su turismo tras salirse de la carretera. Es «una fatalidad» en palabras de la alcaldesa, quien cree que la vía ganará en «seguridad» con la citada actuación como así se ha hecho ya a la entrada de Benabarre al habilitar «una vía de entrada a la localidad» y limitar la velocidad a 60 kilómetros por hora.

Los siniestros consecutivos de Baélls y Benabarre convierten a la N-230 en uno de los puntos negros de la red aragonesa de carreteras, lo mismo que la A-221, donde este año se contabilizan dos muertes en Maella y en Caspe con una diferencia de 24 horas. El 17 de enero, un joven de 34 años falleció al salir de la vía y salir despedido del vehículo y, al día siguiente, murió el conductor de un coche que chocó frontalmente con un camión a la altura del término municipal de Caspe.

Son las dos únicas carreteras que han registrado dos accidentes mortales, más allá de los siniestros viales que se han saldado con varias víctimas. Así sucedió el pasado 4 de enero cuando dos camioneros murieron al chocar frontalmente en la N-2, a la altura de Osera de Ebro; el 27 de marzo en un accidente entre Erla y Sierra de Luna; y, el 30 de mayo, con un matrimonio de Perdiguera que murió al chocar su vehículo contra un árbol en la A-129, en Villamayor de Gállego.

Algunas de estas carreteras aparecen en el listado que maneja la Unión Internacional de Motociclistas (UMI) tras la última revisión llevada a cabo por el departamento de seguridad vial. Entre ellas se encuentra la A-131 –conecta Fraga y Huesca–, donde el 19 de marzo murió un hombre de 81 años en un choque frontolateral con un vehículo articulado, a la altura del término municipal de Chalamera. Desde la entidad alegan que la A-131 presenta «un estado de abandono en conservación» que extrapola a otras vías oscenses como la A-230, la A-1217, la A-2410 o la A-2221.

El director del departamento de seguridad vial de UMI, Juan Carlos Toribio, lamenta que existen «deficiencias graves» en los elementos de seguridad activa y pasiva como, por ejemplo, una «señalización envejecida», el incumplimiento de la anchura funcional de las carreteras o la presencia de terminales en forma de cola de pez en los guardarraíles.

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