Reconocible es el olor a estiércol cuando uno se aproxima a localidades o campos donde se trabaja con animales. Los excrementos son el fertilizante perfecto, excelente, debido a su alto contenido en nitrógeno y materia orgánica y que desde la antigüedad se ha utilizado para aprovechar los residuos del ganado y, también, restaurar los niveles de nutrientes en los suelos agrícolas. Esta es la idea principal que tiene en mente Arturo Ferrer, un ganadero de la comarca de la Hoya de Huesca que va a introducir a sus ovejas en un campo de almendros para facilitar su transformación desde un campo de cultivo convencional, a uno ecológico.

«La idea es meter las ovejas en una finca que abarca unas 20 hectáreas de almendro que están en ecológico ya», explica Ferrer. «Tiene como varias vías de ataque, pero inicialmente, cuando empiezas a trabajar en ecológico, cambiándolo de convencional, es porque estás buscando el mayor precio de venta pero también estás cambiando la visión de cómo cuidar el campo», añade este ganadero.

Ferrer, al mismo tiempo, considera que para llevar a cabo esta conversión del campo, es necesario la colaboración entre los productores de la zona y eliminar la competencia, y de esta forma de pensamiento nace este proyecto. «En vez de competir con lo que hay en el suelo, empezamos a plantearnos que lo que crece en el suelo es el amigo y no el enemigo y sacaremos más partido», enfatiza. Y aquí entran los animales y su condición de fertilizador de altas garantías. «Para que un suelo trabaje al máximo de su fertilidad, tiene que haber animales que estén interactuando con los vegetales. Y eso es con ganado. La principal función del ganado no es que produzca carne, sino que sea herramienta de gestión de la finca», aclara este ganadero, que trabajará en hectáreas de la empresa Frutos Naturales Orgánicos S. L. ubicada en Bolea. Para ello, estiman que necesitarán unas 300 cabezas.

Un suelo sano

Una buena productividad se consigue con un suelo fértil, y ese es el propósito que se busca. No tanto que el fruto sea mejor que antes, sino que la salud del campo sea buena y permita crecer los árboles sanos. «No nos fijamos en el fruto, sino en que la salud del suelo sea la mejor posible para que los árboles estén en un suelo sano, sean sanos y nos den el producto. Una buena productividad». «Hay dos escalones previos, tener un buen suelo y luego tener una buena cosecha», asevera Ferrer.

La iniciativa nace a raíz de una no muy buena producción de almendra en el último año. La finca estaba en estado de abandono y están en «pleno proceso de recuperación», cuya última etapa es la inclusión del ganado. Este ganadero confía en que la agricultura regenerativa «se irá instalando con el tiempo», con el País Vasco y Navarra como grandes artífices. «En el mundo del campo están los grandes productores y contra ellos no podemos competir. Tenemos que buscar alternativas que sean viables social y ecológicamente hablando», apostilla Arturo Ferrer.