El investigador Federico Fillat ha sido el ganador de esta edición del galardón Félix de Azara, que es la máxima distinción en materia de sostenibilidad que cada año otorga la Diputación Provincial de Huesca. Autor de más de un centenar de artículos sobre prados, pastos y ganadería extensiva, la institución consideró a Fillat una de las figuras clave en la difusión y preservación del conocimiento en torno a estos ámbitos.

En la junta de portavoces celebrada ayer se destacó que «desde las diferentes entidades e instituciones de las que ha formado parte, Federico Fillat ha fomentado el estudio y preservación de todo un ecosistema y un modo de vida en riesgo de desaparición. De su mantenimiento depende el futuro de miles de familias, y con ellas el de cientos de pequeñas localidades de la zona pirenaica».

«Tanto en la Mesa Pirenaica de Gestión de Territorio, en la que colaboró de manera desinteresada, como en diferentes actos, ponencias o congresos, ha promovido la aplicación de beneficios e incentivos para quienes, con su labor diaria, cuidan del territorio prestando unos servicios ambientales que se configuran como vitales para la supervivencia del paisaje y ganadería del Pirineo aragonés», añadieron los portavoces de la DPH.

Desde el inicio de su actividad profesional, este aragonés de adopción ha apostado por la recuperación de especies autóctonas. Su desarrollo ha propiciado una mayor preocupación por la calidad del producto que se consume (dando lugar a nuevas denominaciones de origen, sellos de calidad, trazabilidad del producto…), lo que enraíza con la filosofía reconocida en la XXIII edición de estos galardones, que distinguieron al Movimiento slow food por su defensa de la producción local de alimentos, acorde a la creciente demanda del consumidor de productos saludables y de kilómetro cero.

El paisaje pirenaico y las actividades económicas ligadas a este, explica la DPH en un comunicado, han cambiado mucho en las últimas décadas. «Entre las principales causas se encuentra la despoblación, el abandono del territorio, que por un lado ha favorecido la expansión de bosques y matorrales sin una política forestal clara y, por otro, está poniendo en serio peligro actividades tradicionales como la ganadería extensiva».