El 24 de junio de 2013 el Consejo de Gobierno de la Universidad de Zaragoza acordó la creación del Museo de Ciencias Naturales, "una estructura de carácter estable dedicada a la catalogación, investigación, conservación, restauración, exhibición, divulgación e incremento del patrimonio relativo a las Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, con fines de estudio, educación y recreo", según recoge el artículo 1 de su Reglamento. Desde entonces han sido muchas las dificultades hasta su reciente inauguración, el pasado 11 de diciembre, superadas por el empeño del rector Manuel López y del equipo del vicerrectorado de Cultura y Política Social, que dirige Concha Lomba; con el apoyo de la Diputación de Huesca y del Banco Santander.

La planta sótano del Edificio Paraninfo es el lugar elegido para mostrar una selección de las dos colecciones que vertebran el Museo: la colección de Paleontología, continuadora de la conservada en el Museo Paleontológico de la Universidad de Zaragoza (1985) ubicado en la sala Lucas Mallada de Geológicas que, a su vez, era heredero del Gabinete de Historia Natural (1881) y del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza (1902). Una colección, anuncian sus responsables, en constante crecimiento no sólo en lo que respecta al número de ejemplares --100.000 fósiles y una tipoteca con más de 30.000 registros-- sino también por las continuas aportaciones teóricas de sus investigadores. La segunda colección es la reunida y clasificada por el naturalista jesuita Longinos Navás, de la que nos ocuparemos la próxima semana.

El tiempo geológico organiza el itinerario propuesto por José Ignacio Canudo, director del Museo, a través de una cuidada selección de fósiles de enorme interés científico y extraordinaria belleza que nos introducen y acompañan en el conocimiento de cómo la vida ha evolucionado en la Tierra desde sus orígenes. Todo empieza en el Precámbrico, la primera y más larga etapa de la historia de la Tierra, hace 4.600 millones de años. Fascinante la sección El jardín de Ediacara, con extraños fósiles de animales pluricelulares de cuerpo blando sin boca. El mundo perfecto acabó con la "explosión cámbrica" en la era Primaria, cuando aparecieron nuevos organismos predadores como lo testimonia el yacimiento de Murero. La era Secundaria es la de los reptiles y dinosaurios; entre los vestigios, el famoso cocodrilo de Ricla. El Terciario fue el tiempo de los mamíferos, con importantes yacimientos de conservación excepcional en Libros y Rubielos de Mora y los hallados cerca de Daroca durante el Aragoniense. El recorrido finaliza en el Cuaternario, los últimos 2,5 millones de años de la historia de la vida, un intervalo en el que evoluciona el homo. Con importantes hallazgos en las cavernas de Tella, Ariño, Ateca o Zuera.