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FENÓMENO EDITORIAL

La pesadilla de Europa

Tras una travesía por el desierto, Iván Repila es rescatado por un sello importante con ‘Prólogo para una guerra’ H La novela disecciona los tiempos borrascosos que vivimos en la actualidad

La pesadilla de Europa

En la dedicatoria de Prólogo para una guerra, Iván Repila (Bilbao, 1978) dice: «En memoria de Gonzalo Canedo, mi inolvidable». Sigue una cita de Antonin Artaud y otra de Albert Camus. Las frases aluden a verdades dolorosas que diseccionan este tiempo borrascoso que vivimos, que de eso va el libro. La dedicatoria merece capítulo aparte. Canedo descubrió a Repila con su primera novela, una historia gamberra escrita para sus amigos en un momento delicado y radical en el que no le hacía ascos a mandar su currículo al Mercadona.

Poco hacía aventurar que a la divertida y salvaje Una comedia canalla iba a seguir un libro tan serio como El niño que robó el caballo de Atila, apenas 100 páginas de cruda alegoría que encierra a dos niños en un pozo. Canedo había aconsejado poco antes a Repila que se buscara un agente que le consiguiera traducciones en el extranjero y que la tercera novela la publicara en un sello grande porque él no podía darle la visibilidad que merecía.

Los primeros volúmenes del Niño llegaron al escritor cuando Canedo ya no estaba. «Era tan doloroso que no tenía ganas ni de abrir el paquete», admite Repila. Y tuvo que pasar un duelo paralizante hasta que fue capaz de recordar las palabras del editor y seguir el consejo.

En España, el libro, huérfano, apenas tuvo eco, pero siguiendo la ruta marcada consiguió una agente que a su vez logró que se tradujera en Italia y que de ahí llovieran las ediciones: Francia, Inglaterra, EEUU, Rumanía, Holanda, Corea... Mientras tanto, una productora ha comprado una opción. Canedo sabía.

Ahora se ha cumplido la segunda parte de la profecía. Repila acaba de publicar en Seix Barral esa obra a la sombra de Artaud y de Camus en la que vuelve a brillar su gusto poético por el lenguaje y su sugerente capacidad para crear alegorías sobre el presente. Prólogo para una guerra sigue a dos personajes, el arquitecto Emil Zarco, a quien se le encarga un proyecto que se revelará inhabitable, y El Mudo, un hombre que, podría decirse, es su negativo y busca la invisibilidad, la soledad. Entre uno y otro se sitúa Oona, la mujer de la que ambos están enamorados. Ubicada en un lugar sin coordenadas geográficas, la trama aspira a convertirse en un símbolo: «Mi intención es que fuera un espacio urbano más o menos occidental, más o menos contemporáneo. Creo que eso hace que el discurso pueda ser mucho más amplio al presentarse más desnudo. No me interesa que se piense en una ciudad en concreto, porque eso llevaría a pensar en los problemas particulares de ese lugar».

Matarse por un tuit

Prólogo para una guerra no es solo un título de novela. También aspira a definir el momento en el que estamos. «La lectura más simbólica es el desmoronamiento del sueño europeo, al que habría que añadir el ascenso de Donald Trump en Estados Unidos, mientras aquí en Europa los refugiados mueren de frío y aquí nos matamos por un tuit», valora al tiempo que, asegura, el libro nació del sentimiento de absurdo.

Ahora que Marine Le Pen tiene posibilidades de ganar la presidencia en Francia con ideas xenófobas y racistas siguiendo la estela del brexit y de Trump, Repila advierte, pero también ve esperanza: «Creo que estamos en un periodo de construcción de ideas que funcionen como una alternativa y que tengan que ver con la solidaridad colectiva». Y la pone en paralelo a la conclusión de su historia, que define como un final «luminoso y optimista». No es solo un deseo, sino más bien una necesidad frente a un momento que se revela «aterrador» y ante el que se tiene la sensación de que quizá «lo peor está por llegar».

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