Altarriba analiza la evolución de la crítica del cómic

Si esto hubiera salido hoy, sí que habríamos ido a la cárcel sin ninguna duda». Con un número de la revista Zeta en la mano, Antonio Altarriba recordó ayer sus inicios en el cómic en los 70 en Zaragoza donde los integrantes del colectivo que publicó esa imagen de la Virgen del Pilar amamantada por unos burgueses, fueron condenados a prisión aunque recibieron el indulto del ministro Fernández Ordóñez solo un día antes de ejecutarse la orden. Antonio Altarriba inauguró ayer el Congreso Internacional de Estudios Interdisciplinares sobre Cómic con una conferencia en la que abordó Cincuenta años críticos. Cambios y evolución conceptual en la crítica en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza.

EN FRANCIA, EN 1962 / «Si hay una fecha que no se discute en el cómic es el momento en que nace la crítica que se sitúa en 1962 en Francia cuando nace la asociación Amigos de la historieta», comenzó su alocución el zaragozano. En su repaso, Altarriba señaló que desde que nace en los años 60 esa crítica, la misma ha atravesado «tres grandes etapas» aunque dejó claro que «el futuro empieza ahora» y reivindicó que «no hay que olvidar que la universidad que hoy nos acoge, antes nos expulsó porque consideraban un desprestigio académico hacer un tesis del cómic como a mí me sucedió». Esa primera etapa que surge en Francia en los 60, señaló Altarriba, destaca «porque se quería evitar el término cómic porque estaba muy connotado, así se hablaba de expresión gráfica, de literatura animada y son esos términos los que marcan la terminología de los años 60 y 70» que es cuando se produce el momento álgido de esas asociaciones que se han creado en Francia. Eso sucede en 1967 cuando el cómic entra en el Louvre: «Fue un momento de euforia pero visto con perspectiva lo cierto es que se expuso en la sección de Arte y oficios y se montó a partir de ampliaciones de viñetas, no eras páginas de cómic por lo que el planteamiento expositivo era que la viñeta era como un cuadro y se ocultaba su parte narrativa».

Posteriormente, tras la llegada del arte pop «se abre el debate entre arte o producto industrial». Algo que desencadena, señaló Altarriba, «en una crítica de recuperación y recopilación de muchos volúmenes, en un movimiento de carácter historiográfico y se empieza a hablar del cómic como un arte igual que la pintura, el cine, la literatura...». Sin embargo, en los años 80 se impone el movimiento de la especificidad en el que «se aborda que el cómic es como otro arte pero también algo más porque se destacan dos elementos: se trabaja sobre una imagen generada gráficamente con componentes personales y estas imágenes se organizan por cuadros y secuencias estancas tomando importancia la contigüedad de los espacios y el tiempo». En definitiva, indicó Altarriba, «ya no necesitamos de otro arte para reivindicarnos ni ponernos a su sombra, somos lo que somos».

Pero el movimiento del cómic y la crítica todavía vive una tercera etapa que nace a finales de los 90 y principios del siglo XX. «Sin que se haya resuelto la gramática de todas las posibilidades de la historieta y tampoco sé si es posible, se ha asumido que el cómic es una forma de expresión con componentes muy diversos condenados a la interdisciplinariedad porque no existe un campo de conocimiento específico», defendió Altarriba que, en esa etapa, situó la importancia de este congreso que arrancó ayer y se celebra hasta mañana: «Es una buena oportunidad para que todo esto vaya convergiendo y los logros de unos no ayuden a los otros».

El congreso proseguirá hoy con un amplio programa en el que destaca la presencia de Pepo Pérez de la Universidad de Málaga que pronunciará la conferencia Viñetas para la exhibición de atrocidades: memorias del horror (12.15, Aula Magna de Filosofía y Letras) y la de David Almazán que hablará sobre Educación, literatura y manga: Homenaje a Jiro Taniguchi en el mismo lugar a las 17.30 horas.