Trofeo para Isiegas en la seria novillada de María Gascón

El zaragozano Jorge Isiegas cortó una oreja en el último festejo de la Feria de San Jorge en la plaza de toros de La Misericordia. Se lidió una novillada muy seria en cuanto a volumen y remate. Solo había que ver la culata de algunos de los novillos para cuestionarse la impresión visual con los guarismos expresados en la tablilla del peso. Ese remate de cuartos traseros, que es por donde hay que mirar a un toro cuando se evalúa su trapío (los toros empujan con los riñones, no con el cuello) era evidencia de que el lote tendría poder.

El poder es seriedad y si además, rascando rascando, se halla un fondo de casta que es lo que empuja, el resultado es una novillada con mucho que torear, con embestidas para bien o para mal, rotundas. O sea que no fueron seis moñacos dulzones sino seis animales hechos y derechos que pidieron papeles a matadores sí, pero también al personal subalterno.

'EL LEGIONARIO' E ISIEGAS

Así, resultó providencial el puyazo de Victoriano García El Legionario al cuarto. Su colocación trasera hacía aventurar chungos augurios y grande debacle pero tuvo el efecto inesperado: le bajó los humos al novillo hasta dejarlo más asequible a la muleta de un Jorge Isiegas acertado en la elección de terrenos exteriores tras sacárselo con determinación desde las rayas.

Más centrado que en su primer turno, lo vio más por el lado izquierdo, largándole franela con fundamento y… rendimiento. La estocada, un tanto desprendida, tuvo un efecto rápido y se le concedió una oreja que debería servirle para sumar.

Ante el que abrió plaza, teniendo más clase y posibilidades por su prontitud y celo aunque con su punto brutote y geniudo no volvió la cara ni rehuyó el combate pero no terminó de hacerse con él. Tablas.

Francisco de Manuel, novillero hecho y con alternativa en el futuro más próximo sorteó el novillo más chico en tercera posición. El utrero tuvo gran movilidad pero sin nobleza ni entrega. De Manuel lo sacó a los medios con gran clarividencia pero el novillo no quiso batalla y entregó las armas. Distinto fue el que cerró festejo: un auténtico toro que arrastró hasta el centro del ruedo al picador en un puyazo eterno y que rompió a bueno con emoción.

Por el pitón izquierdo desbordó al novillero y por la derecha por momentos, también. Acabó rajándose y buscando tablas. Crucial la brega de un insuperable Iván García. Un lujo que queda en el recuerdo, no así la labor lineal y previsible de su jefe de filas.

El que vendió mejor su producto fue el francés Adrien Salenc, que aplicó toreo de contención, robándole los muletazos a un novillo que saltó al callejón tras dos intentos iniciales pero que luego se comió el caballo en dos puyazos antes de tomar la muleta a la defensiva.

Conectó con el público en el quinto, otro auténtico toro, bravucón venido a menos pero que sirvió para el lío asequible y de gran consumo que ofrece el francés. La estocada chalequera disipó toda posibilidad de trofeo.