Aprovecho, como muchos de ustedes, el confinamiento para leer más que nunca, escuchar música, ver películas y series buenas (que algunas hay) y pasear por la red en busca de miles de páginas llenas de información de todo tipo. En feliz compañía con mi esposa, con quien coincidimos casi siempre en gustos e intereses. Suerte. Y he pensado en transmitir esas experiencias a los lectores de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, habituados como están a la literatura sobre arte con las magníficas páginas dominicales de Chus Tudelilla.

Espero no pecar de fatuo, ya que mis saberes se deben a las clases del P. Roldán en los Escolapios, Abbad y Torralba en Letras, muchos viajes y lecturas, y sobre todo a mi tan recordado compañero Gonzalo M. Borrás. Ni siquiera aspiro al diletantismo del estupendo Muñoz Molina, penetrante ensayista sobre arte. Sólo a ser útil, aunque quizá muchos hayan ido ya más lejos y mejor en estas caminatas virtuales.

Muy pocas advertencias, porque la mayoría de los navegadores gustan de ir encontrando cosas, no siempre claramente expuestas, apretar botones, elegir zonas de visita. Y paciencia, porque aunque muchos centros mantienen sus visitas on line, a veces con maravillosas panorámicas, en otras ocasiones, las menos, se limitan a advertir que en esta situación excepcional han, naturalmente, cerrado.

Quizá, como introducción, sirvan estos enlaces de gran rigor y belleza: el ofrecido por Google.

Y un viaje por los mejores museos del mundo explicado en este diario.

Más museos para visitar desde casa.

O, a modo de prueba, una visita a tumbas de faraones que se acaba de abrir al público en Egipto.

Y un paseo por dentro de la estatua de la Libertad.

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El Prado ha cumplido 200 años, y en los tres que lleva su nuevo director, Miguel Falomir (yerno, por cierto, del que fue gran humanista aragonés Ángel Alcalá) ha tomado las riendas con decisión y ha organizado el aniversario con acierto. Es bien sabido que la “primera pinacoteca del mundo tiene un consenso no escrito de apoyo entre todas las fuerzas políticas y económicas. Y Miguel está satisfecho de ello, aunque lamenta: "La inestabilidad presupuestaria nos destroza" y esperaba, antes de esta pandemia, poder acometer importantes obras.

En la conmemoración se ofrecían los Dibujos de Goya, una gran exposición sobre los trabajos realizados para elaborar un nuevo catálogo razonado de los dibujos de nuestro gran paisano. La muestra reúne más de 300 de los dibujos del genio aragonés, procedentes de las propias colecciones del Prado y de colecciones públicas y privadas de todo el mundo: un recorrido cronológico por su obra, desde el ‘Cuaderno italiano’ a los álbumes de Burdeos. Además, se nos explicaba, aporta una visión moderna de las ideas que el artista abordó de forma recurrente durante su vida y pone de manifiesto la pervivencia y actualidad de su pensamiento.

No ha tenido mucha suerte, hasta ahora, Goya en el Prado. Recuerdo la frustración que suponía subir varios pisos para ver, lejos de las zonas principales, los cartones para tapices y otras obras que se consideraban “menores”. Pero presiden salas importantes las Majas, y ocupan muchos espacios las pinturas negras, los grabados, la tauromaquia, los Desastres de la guerra, los Caprichos y Disparates, y una bibliografía básica.

Claro que 936 es una cifra realmente importante, la que posee este Museo, principal sede de la obra de Goya. Su página, tras una larga biografía, permite ver, aunque muchas reproducciones no son muy buenas, lo principal:

Porque, indudablemente el rey de este museo es Velázquez, aunque 'solo' se exhiben 63 cuadros, pero entre ellos está el más famoso de la Historia del Arte: Las meninas. Y los grandes retratos de reyes y personajes principales, y Las hilanderas, y tantas otras obras maestras (de la 'Anunciación de Fra Angélico', y el 'Descendimiento de van der Weyden', al 'Autorretrato de Durero', y el fabuloso 'Tríptico del Jardín de las delicias' de El Bosco. O el 'Caballero de la mano en el pecho', de El Greco.

Una sencilla guía introductoria -sin olvidar la oficial del Museo, muy digna y didáctica-- es, entre cientos, el Cuaderno del Prado de Ximena Maier. Y una práctica que tuve durante muchos años en viajes a Madrid, cuando no había grandes colas ni otros problemas: tras las visitas devoradoras de estudiante, recorrer con calma en cada visita un autor, un tema o época. Y no agobiarse, porque el empacho en arte es lo peor que puede ocurrir.

*Catedrático jubilado de la Universidad de Zaragoza