Juan Gómez-Jurado se ha convertido en uno de los escritores más leídos del país. En noviembre publicó Rey Blanco, la tercera entrega de la exitosa saga protagonizada por Antonia Scott y Jon Gutiérrez.

-Ya han pasado casi tres años desde la publicación de ‘Reina Roja’. ¿Se explica cómo conectó tanto con el público masivo?

-Ni me lo explico ni me lo sigo explicando porque sigue en la lista de los más vendidos. Cuando los viernes veo el listado me sigo frotando los ojos, pero nos sentimos muy orgullosos de que siga ahí después de tantos meses. Al final, los libros no los convierten en un éxito solo los escritores, es una comunión entre lectores, libreros, periodistas...

-¿Ha sentido más presión al escribir esta tercera entrega de la saga o lo tenía ya todo pensado?

-En realidad entre el 2015 y el 2018 trabajé con los tres manuscritos al mismo tiempo. Ya los tenía escritos y eso me ha generado mucha tranquilidad y salud mental al no tener que enfrentarme a una segunda parte. Además, cada uno de los libros no se parecen nada entre sí, la única constante son los personajes.

-¿Entonces la saga termina aquí?

-Me gustaría saberlo. Pero como decía antes, esta responsabilidad también se ha trasladado un poco ahora a los lectores. Veremos qué deciden.

-¿Por qué decidió apostar por el ‘thriller’?

-Bueno, no es que apostara por el thriller de una forma consciente. Simplemente son las historias que me gustan, que me atraen y me interesan.

-En los últimos años el ‘thriller’ en castellano está teniendo mucho éxito...

-Que un libro funcione o no es independiente de su género. Es cierto que en los últimos años este género en castellano está teniendo mucho éxito. La explicación no la sé, aunque creo que en general el thriller se desarrolla muy bien en el siglo XXI. Sus reglas resuenan mucho con el actual momento histórico, pero no sé si es la razón.

-Se declara un fiel seguidor de Tolkien, Stephen King o Pérez-Reverte. ¿El objetivo principal de la literatura debe ser entretener?

-El principal no, el único. Nadie escribe libros para aburrir a otros. Hasta que un libro no se lee no es un acto cultural, comprarlo y venderlo es simplemente una transacción. Por eso, el único propósito tiene que ser entretener y divertir a la gente. Y después ocurren un montón de cosas que hace que estés sufriendo por debajo. Por ejemplo, El niño con el pijama de rayas es una historia increíblemente entretenida, pero también sirve como potenciador de la conversación y el conocimiento del holocausto entre la gente joven. Pero eso viene después, primero tiene que ser entretenido. Si un libro no lo es no puede cumplir nunca su propósito.

-Los superventas desempeñan una gran función: crear lectores. ¿Cree que a veces se menosprecian?

-Abrir un libro y enamorarte del acto físico y cultural de leer es lo más valioso que se puede generar. Por eso me enorgullezco de escribir libros que son llaves para que mucha gente se enganche a la literatura. Es muy difícil llegar a la alta literatura sin pasar antes por Los Cinco, Los Hollister o por Pérez-Reverte. A lo mejor, paso a paso, ese lector es capaz de leer Historia de dos ciudades de Dickens y comprenderlo, un libro que por cierto es muy entretenido.

-Utiliza mucho el humor en sus novelas. ¿Se ha afinado desde que participa en el programa de radio ‘Todopoderosos’?

-Por supuesto. Cómo no va a ser así, si estoy rodeado de gente mucho más inteligente y más ágil que yo. Muchas veces estoy ahí subido al lado de Javier Cansado y pienso ‘¿qué hago aquí?’. Todo surgió de forma natural. Éramos todos amigos y a Arturo González-Campos se le ocurrió la idea de que podíamos juntarnos para hablar de libros y películas que nos gustaban.

-Hay escritores que huyen de todo este mundo del ‘show business’. Pero usted se deja ver e incluso ahora está presentando ‘El condensador de fluzo’ en La 2.

-El medio televisivo particularmente no me gusta demasiado, no me siento del todo cómodo. Prefiero la radio indiscutiblemente. Pero yo tengo una teoría en la cabeza: que lo mejor que puedo hacer es promocionar y promover la lectura y la pasión por el conocimiento.

-¿Cómo surgió la pulsión del primer libro?

-Al principio no lo racionalizas. Yo simplemente pensaba que quería hacer eso. Uno aprende a escribir por imitación y lo que yo escribía a los 13 o 14 años se parecía mucho a los autores que has citado antes.

-Se habla mucho de la posibilidad de llevar la saga al cine...

-Pues es un fracaso tras otro. Esperemos que si lo conseguimos sea en las mejores condiciones posibles. Y si no lo logramos, pues tampoco pasa nada.

-¿Todo esto de la pandemia le inspira o le mueve algo a nivel creativo?

-En absoluto. Es una barrera para todo. Para la creatividad, para las relaciones humanas... Puede que haya promovido el ingenio en algunos aspectos, pero a un nivel muy limitado.