Ese 22 de abril se firmaba en Lérida el Tratado de Zaragoza, llamado así porque a pesar de que fue firmado en la capital catalana todas las negociaciones se realizaron en la ciudad aragonesa. De nuevo Portugal y la Monarquía Hispánica, es decir, el gran imperio formado por los Habsburgo, se repartían el mundo como ya habían hecho en Tordesillas en el año 1494. ¿A qué se debían estos repartos?

Durante la Edad Media, el flujo comercial desde Asia a Europa de su preciada seda, especias y multitud de otros deseados y muy lucrativos productos, se hizo a través de las rutas caravaneras y también por vía marítima, pero solían tener como punto de llegada la ciudad de Constantinopla (actual Estambul). Desde allí, los productos se redistribuían por el continente europeo, pero en 1453 los turcos otomanos conquistaron la ciudad y el comercio entre Occidente y Oriente prácticamente se cortó. Es por ello que Portugal vio su oportunidad y se lanzó a un ambicioso proyecto para descubrir una nueva ruta y hacerse con el monopolio comercial. La idea era lograr circunnavegar África y llegar así a Asia.

Pero la llegada a América de Cristóbal Colón apoyado por los Reyes Católicos lo cambió todo. Colón propuso que podía llegarse a Asia navegando en dirección contraria a la ruta portuguesa, es decir, hacia el oeste, pero acabó topándose con un imponente obstáculo como era el continente americano.

Los portugueses, viendo amenazados sus avances en su ruta hacia el este (en 1498 Vasco de Gama llegó por fin a la India), se avinieron a negociar con Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Así se firmó el Tratado de Tordesillas por el cual se estableció una línea divisoria en mitad del Atlántico. Al oeste de esa línea sería el área de influencia castellana, mientras que al este sería para Portugal salvo las islas Canarias, que habían sido conquistadas hacía pocos años por Castilla.

Todo había quedado resuelto con ese reparto del mundo, o eso parecía. En mayo de 1518 Carlos I de Habsburgo llegó por primera vez a Aragón para ser reconocido como rey y jurar los fueros aragoneses. Estuvo 8 meses alojado con toda su corte en el palacio de la Aljafería de Zaragoza, y en ese tiempo llegó a la mesa del Consejo de Indias, el cual se encargaba de controlar para la corona los proyectos de conquista y colonización del nuevo mundo, una propuesta muy interesante.

El portugués Fernando de Magallanes propuso que la monarquía financiara una expedición liderada por él que pretendía navegar hacia el oeste y descubrir el paso por el cual sortear América y hallar la ruta hacia Asia y al lucrativo comercio de las especias. Si se demostraba que se podía llegar allí por esa ruta, la Monarquía Hispánica podía hacer revisar el Tratado de Tordesillas y reclamar las islas Molucas, núcleo del comercio especiero.

Como ya sabemos, en 1519 partió la expedición en la que por cierto viajaba el aragonés Gaspar de Toledo, oriundo de la Almunia de Doña Godina, y a duras penas y ya al mando de Juan Sebastián Elcano no solo se encontró el tan ansiado paso hacia el Pacífico y Asia sino que completó la primera vuelta al mundo en la historia de la humanidad.

Una vez logrado, la Monarquía Hispánica empezó a reclamar sus derechos en Asia al demostrar que se podía llegar allí navegando hacia el oeste por el área de influencia castellana que marcaba el Tratado de Tordesillas. Finalmente se llegó a un acuerdo con Portugal en ese Tratado de Zaragoza de 1529 que estableció una nueva división que dejó el Pacífico y las Filipinas en manos hispanas.

Sin duda este fue un hecho que de verdad globalizó el mundo y que propició por primera vez la unión comercial de Asia, América y Europa a través del famoso Galeón de Manila. Todo ello y el quinto centenario se comenzó a celebrar en España en 2019 con actos en diferentes lugares del país como Sanlúcar de Barrameda, Sevilla, Madrid, Valladolid, etc. Es decir, aquellos lugares donde se tomaron las decisiones o estuvo la expedición de Magallanes-Elcano. ¿Todos? No, ya que ni Zaragoza ni Aragón han querido participar de ninguna manera en ellos aún a pesar de que fue en la Aljafería de Zaragoza donde se decidió aprobar en primera instancia la realización de la expedición. ¿Por qué ninguna institución pública ni empresa ha querido promocionar un evento de tal calibre a escala mundial que ocurrió en nuestra tierra? ¿En otros sitios desaprovecharían eventos de tal importancia? A ver si además de enfadarnos cuando manipulan nuestra historia o se nos llevan patrimonio histórico, nos enfadamos también cuando nosotros mismos la descuidamos y no le damos el valor que merece. Afortunadamente todavía estamos a tiempo de participar en los actos hasta el año que viene, cuando se cumplirán 500 años del regreso de la expedición completando así esa vuelta al mundo.